«Dueños de nuestras palabras»

Desde El Grito del Sur charlamos con Javier Borrelli, el director de la Cooperativa Tiempo Argentino. "Para nosotros este proceso de organización es tan dificultoso y complejo como enriquecedor. Implica hacer un cambio de mentalidad respecto de la forma en que solíamos trabajar"

 

Javier Borrelli es periodista, Licenciado en Comunicación Social en la Universidad de Buenos Aires y hace apenas seis meses era redactor en la sección Sociedad del periódico Tiempo Argentino. Sin embargo, el vaciamiento del medio por parte de Sergio Spolski y Matías Garfunkel, sus anteriores dueños, llevó a que los trabajadores iniciaran un importante proceso de organización en defensa de sus puestos de trabajo. Hoy Javier es el presidente de la cooperativa que, en los primeros días de abril, decidieron encarar los trabajadores del medio.

Javier comenta que ahora son “dueños de sus palabras” y se muestra orgulloso al contar que el 24 de marzo vendieron los 35.000 ejemplaren que habían impreso, y que las dos primeras ediciones dominicales del periódico se agotaron de los puestos de diarios. En diálogo con El Grito del Sur, Javier compartió más a fondo las dificultades y conquistas del proceso de organización.

“Para nosotros este proceso de organización es tan dificultoso y complejo como enriquecedor. Implica hacer un cambio de mentalidad respecto de la forma en que solíamos trabajar, en la medida en que antes nos encargábamos de redactar las notas, diseñarlas, corregirlas, poner fotos y ahora le tenemos que añadir el hecho de hacernos cargo de la circulación, de la distribución, de la administración, la venta de publicidad, la compra de papel y de insumos, la limpieza del lugar de trabajo. Cabe recordar que esto era una empresa privada cuyos dueños no solo dejaron de pagar los sueldos sino que abandonaron y desarmaron la estructura que había. Nosotros tuvimos que poner esa estructura con gente que viene de la redacción”, comenta Javier.

El proceso de construcción de un emprendimiento cooperativo no resulta sencillo, y en el escenario de medios, donde la pauta oficial juega un rol preponderante, el proceso se vuelve aún más cuesta arriba. Al respecto Borrli explica que “fuimos avanzando y encontrando muchas dificultades, pero creo que con cautela, con mucha unión hacia adentro y avanzando a prueba y error. Creo que lo estamos logrando y aspiramos a que las dificultades con que nos entramos al hacer este cambio de mentalidad -entender que somos nosotros los que nos tenemos que hacer cargo de todo- nos van a llevar a un mejor lugar, lo que es inédito para todos nosotros que nunca habíamos atravesado una situación como esta. Pero creo que nos va a hacer mejores, no sólo en nuestra profesión, sino en nuestra comunicación y también en la comprensión de todo el esquema periodístico e informativo a un nivel mucho mayor. Creo que en el producto se puede ver que no está más esa anterior línea editorial marcada, y se puede observar la comprensión del sacrificio de todos nosotros, ocupando las distintas áreas y creo que eso también va a aportar a generar un mejor producto periodístico”.

Las dificultades de pensar una cooperativa en un sistema ideado para la obtención de lucro son numerosas. Más aún con un Estado que no tiene políticas públicas concretas orientadas al desarrollo del sector de empresas cooperativas. “La principal dificultad tiene que ver con la lógica de un sistema que no está pensado para emprendimientos cooperativos –continúa Borreli-. Las barreras de entrada a la industria gráfica son muy altas, los costos de impresión son muy altos y los circuitos formales de distribución están también controlados por los grandes medios hegemónicos, fundamentalmente Clarín y La Nación, que tienen prácticamente la cadena vertical de la producción gráfica, desde el Papel Prensa hasta circuitos de distribución y venta propios. Eso hace que los medios más pequeños tengan grandes dificultades para penetrar esas áreas. No olvidemos que esta gente tiene muchos años de vinculaciones y negociados con grandes peces poderosos en este sistema formal en el que nosotros somos muy noveles”.

Frente a la falta de respuestas por parte de los antiguos dueños del periódico y la deuda en el pago de sueldos que se extiende a casi medio año, los trabajadores de Tiempo continúan en acciones legales para reclamar sus derechos. “”Estamos en un reclamo frente al Ministerio de Trabajo para que, por la fuerza, convoque Spolski y Garfunkel a honrar sus deudas con nosotros. Hasta el momento no hemos logrado que lo hagan de una manera efectiva, ya que ellos han venido a las convocatorias o nos han mandado abogados ocasionalmente, pero no han resuelto nada. Lo que hemos hecho es pedir un pedido de embargo por pauta oficial que se publicó en Tiempo Argentino pero que todavía no se había cobrado, para que ese dinero no vaya a las arcas de Spolski y Garfunkel sino que sea distribuido entre los trabajadores, a los que nos deben ya cinco meses de sueldo. Seguimos luchando con el deseo de que la justicia pueda equilibrar los derechos que nuestros empleadores nos negaron y que el Ministerio de Trabajo se expida”.

Si bien apenas se editaron dos ediciones dominicales, el balance del trabajo realizado por parte de la cooperativa, es altamente positivo. “Agotamos ejemplares las dos primeras ediciones, tenemos un apoyo muy grande de la gente, una recepción enorme, pero todo nos cuesta el doble. Tenemos sí, el acompañamiento de los canillitas que nos han dado una mano y nos han apoyado mucho y venden el diario muy contentos y nos piden más ejemplares. Pero el resto de las áreas es una negociación permanente y para nosotros es un aprendizaje constante”.

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El Grito del Sur es un medio popular de la Ciudad de Buenos Aires.
Fundado el 23 de septiembre de 2012 en el natalicio de Mariano Moreno.