Al pan, pan. Al vino, vino. Y al Impeachment, golpe.

Quienes están a favor del Impeachment se escudan en estar llevando adelante un proceso que está enmarcado dentro de la Constitución brasilera. Pero es mentira: el Impeachment es un atajo para que un par de ratas bien vestidas se pongan al frente de uno de los países más importantes del mundo, cuyo pueblo les dió la espalda en sucesivas elecciones.

Por Bruno Levy

 

Quienes están a favor del Impeachment se escudan en estar llevando adelante un proceso que está enmarcado dentro de la Constitución brasilera. Pero es mentira: el Impeachment es un atajo para que un par de ratas bien vestidas se pongan al frente de uno de los países más importantes del mundo, cuyo pueblo les dió la espalda en sucesivas elecciones.

– Es legalmente una estafa, en tanto Dilma no es culpable de lo que se la acusa. ¿De qué se la acusa? De emitir decretos para tomar créditos que serían incompatibles con la meta fiscal determinada por el Congreso, de hacerlo para «maquillar» cuentas públicas y a sabiendas de que, al hacerlo, profundizarían la crisis económica en la que se encuentran. No de quedarse con vueltos, no de no poder demostrar el destino de determinada guita. No. De, por decreto, mover partidas presupuestarias de un lugar a otro. ¿No te parece ridículo echar a una Presidente electa democráticamente hace dos años por eso?

Pero hay más. Porque resulta que la pericia que llevaron consultores del Senado demuestra que Dilma no es responsable de tales cosas: primero, descaracterizó a los decretos como crímenes de responsabilidad, ergo, no son motivos de Impeachment; segundo, indicó que no hubo alerta de los órganos técnicos correspondientes respecto a que haya incompatibilidad con la meta fiscal.

– Es jurídicamente selectivo, puesto que no sólo está demostrado que lo mismo hicieron Fernando Henrique Cardoso y Lula da Silva en sus respectivos mandatos, sino que muchos políticos que actualmente gobiernan distintos Estados de Brasil han recurrido a este tipo de prácticas. Del PT, del PMDB, del PSDB. Por caso, está demostrado que Aecio Neves, líder de la oposición, lo hizo cuando gobernó Minas Gerais y que también lo hizo su sucesor, Antonio Anastasia, que fue el veedor del proceso en Senadores.

– Es moralmente inaceptable, teniendo en cuenta que más de la mitad de la Cámara que la echó está siendo investigada por corrupción. Sin contar el mamarracho anterior en Diputados, donde quien encabezó el pedido de Impeachment es, probablemente, uno de los políticos más corruptos del mundo: a tal punto que Eduardo Cunha, presidente de la Cámara de Diputados cuando se votó el Impeachment, ya tuvo que renunciar a esa presidencia por la cantidad de acusaciones de corrupción que tiene en su contra. Así de alevoso: aceptó el pedido de Impeachment medio día después de que el PT votara a favor de investigarlo por corrupción, presidió la votación, y un mes y medio después renunció. Y que conste que Cunha es sólo uno de los múltiples casos: de 21 investigados por recibir algún vuelto en la Lava Jato, ¡16 votaron a favor!.

Al pan, pan. Al vino, vino. Y al Impeachment, golpe.

En Brasil no habrá democracia hasta que, como mínimo, hayan nuevas elecciones y Dilma pueda presentarse. Mientras tanto, será el teatro de una farsa patética y triste.

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