Morite de colesterol

A pesar del prejuicio, comprar ropa no es la actividad preferida de todas las mujeres. Sin embargo, esto pasa a ser un problema cuando la mayoría de los cuerpos no existen para la industria textil.¿Cuál es el talle único? ¿Acaso somos todas iguales?

A sus 27 años, Samanta se define como una estudiante de trabajo social y modelo plus size, cuya militancia feminista dió lugar al orgullo por su cuerpo gordo. Es miembra de Anybody Argentina, una ONG internacional que trabaja para crear conciencia y erradicar el odio corporal. Desde el 2010 Anybody lucha por el cumplimiento de la ley de talles, han trabajado en conjunto con el  INADI y la Cámara de Indumentaria y en el 2017 presentaron un proyecto de Ley Nacional de Talles elaborado junto con la Diputada Nacional Victoria Donda Pérez.

En Argentina la industria textil no está regulada. Al día de hoy las leyes de talles están implementadas por los gobiernos provinciales y municipales, eso significa que la ley cambia según la región, haciendo difícil su unificación tanto para los consumidores como para las marcas de indumentaria. Como respuesta, la ONG exige que se realice un estudio antropométrico para obtener la talla promedio de los ciudadanos y respecto a esta se fabriquen cuatro tallas más y cuatro tallas menos. También se pide la unificación de criterios para que todas las marcas tengan las mismas medidas por talla.

Actualmente las marcas de indumentaria no respetan las leyes vigentes excusándose en que no genera ganancias hacer talles para todos. ¿No debería ser más redituable incluir a toda la población que queda fuera de los talles que exhiben? ¿Pesa más la perversidad de creer que producir para gordos no tiene mucho marketing?

A Sami le detectaron una enfermedad en la piel cuando tenía 10 años y las corticoides la hincharon en un momento clave del crecimiento. Desde ahí, su cuerpo tuvo modificaciones que ella sufrió. Los estigmas de la adolescencia llegaron cuando quiso el usar el mismo corset que usaban sus compañeras para los cumpleaños de quince, o comprar la ropa de moda en 47 Street.

La perspectiva de Sami cambió cuando entendió que ella no era el error. Empezó a modelar primero con fotógrafas amigas y conocidas, después por hobbie, por canje, y luego se dió cuenta que el modelaje era algo que le gustaba, pero que no iba a quedar en hacer sólo fotos. Para Sami el modelaje se convirtió una herramienta de lucha en contra de los cánones de belleza y el modelo 90-60-90 impuesto por el sistema. “Ahí empecé a darme cuenta que en realidad parte del modelaje que hacía era para poder empezar a entender porqué abría una revista y veía una mina flaca, y porqué yo, que era gorda, no lo podía hacer si no era de favor a alguien. En ese descubrimiento me puse a pensar si era la única que pasaba por eso y me encontré con el mundo del Fat Body Positive (orgullo gordo)” contó a El Grito del Sur.

El movimiento del orgullo gordo surge en USA ante la necesidad de problematizar la cultura hegemónica que regula los cuerpos. Si bien todos los cuerpos deben ser aceptados, el más estigmatizado es el cuerpo gordo, porque está relacionado con lo feo, lo sucio, lo vago, connotaciones negativas que el cuerpo flaco no tiene. La postura del orgullo gordo es una posición política y un movimiento para la visibilidad. Los espacios públicos, privados, la cotidianidad en sí no está pensada para los cuerpos gordos. El mundo no tiene lugar para nadie que desencaje del prototipo de cuerpo delgado. Otros cuerpos cancelados por la sociedad, no tienen espacio en transporte público ni en el avión.

Respecto a las mujeres el estigma es agravado por los medios de comunicación que reproducen un único cuerpo permitido, basado en un prototipo imposible, mínimo de caderas y máximo de busto, la imposibilidad física que tendría la muñeca Barbie para mantenerse en pie si fuese humana no parece suficiente para dejar en evidencia lo ilógico y opresivo del esquema corporal capitalista. Las revistas muestran modelos a semanas de dar a luz sin rastros de haber parido. Rihanna fue lapidada en las redes sociales por haber aumentado de peso. La hija de Maddona fue blanco de críticas por no depilarse las axilas. En las revistas la única panza que la mujer tiene permitido mostrar es la panza embarazada, y no conforme con eso, habilita al resto a dar opiniones y consejos no pedidos.

La inconformidad se inyecta en el cuerpo de las mujeres como el botox y la silicona mientras que, según la encuesta realizada por Anybody en el 2017, el 70% de las mujeres aceptan haber tenido dificultades para encontrar talles siempre u ocasionalmente.

¿Es un tema tabú la gordura?

Sí, yo creo que el gran problema que nos pasa a nosotras, las mujeres, es el fetiche de la gorda. Porque el flaco que te encara lo hace porque sos gorda, porque sos un fetiche. Y si vos estás más flaca, la gente viene y te felicita. Pero si estás más gorda lo dicen por debajo o tenes la tía mala que te dice “ay nena estás más gorda”. Lamentablemente toda la construcción del gordo es algo malo, no está bien visto.

La sociedad asocia la gordura con la falta de salud. ¿qué hay de cierto ahí?

Desde Anybody uno de nuestros lemas es que somos antidieta. Creemos en la vitalidad del cuerpo, en escucharlo y en que si uno aprende a tener una buena alimentación, a saber qué tiene que comer y cómo le cae, no tiene que ver con ser flaco o ser gordo sino con estar sano. Que no es lo mismo que hacerle el juego a la dieta y al mercado del fitness. Por supuesto que creemos que la obesidad no es una enfermedad, sino un factor de riesgo, así como cualquier otro problema alimenticio.

A Sami la enfermó el mismísimo modelo médico hegemónico que la llenó de corticoides ante el desconocimiento del diagnóstico, un modelo medicinal funcional al sistema capitalista. Este sistema tan opresivo como paradójico te señala si desencajas, te aprisiona mostrándote lo fitness como si todas las dietas fuesen sanas y no tuvieran efectos negativos, emparenta la “falta de fuerza de voluntad” con el disfrute del comer mientras exige que soportes las tentaciones pero antes que consumas un Big Mac.

La cultura de la delgadez está muy arraigada en nuestra sociedad pero no es sinónimo de salud. Samanta nunca pudo bajar de peso pero los estudios médicos siempre le dieron bien, sin embargo nunca dejó de ser señalada por asociar su sobrepeso al descuido de su salud.

El cuerpo gordo y distinto es marginado en un contexto político capitalista de donde toda disidencia queda invisibilizada. Así Sami es señalada por su disidencia corporal en espacios que son del ámbito público y lo privado. Pero sobre todo, en las redes sociales. Ahí, se muestra tal cual es. Y le responden exactamente con lo que piensan: que se muera de colesterol.

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