No bajamos las banderas

En un contexto apremiante y doloroso, entre balas que se confunden con pirotecnia cerramos un año complejo.

Este año, y a pesar de las dificultades, el movimiento feminista volvió a imponer agenda influyendo de manera significativa en el ámbito político y social.

A pesar del cierre de Unidad Fiscal Especializada de Violencia contra las Mujeres, el retroceso en la implementación de los protocolos de Interrupción Legal del Embarazo y la clara merma en el presupuesto para aplicar la Educación Sexual Integral, las mujeres, lesbianas, travestis y trans seguimos en las calles. A pesar de la intención de denostarnos y subestimar nuestro rol político demostramos nuevamente que podemos ser sujetas de derecho, tanto dentro como fuera del Congreso.

Sin embargo, en cada fin de año, al volver la cabeza para revisar el camino recorrido aparece como un destello el dolor por aquellas compañeras que se fueron y no volvieron. Aquellas que ilustran nuestras banderas con sus fotos, muchas veces sonriendo.

Este año se redujo la Asignación Universal por Hijo y el presupuesto asignado a políticas de prevención y tratamiento de la violencia de género, mientras la Argentina siguió marcando el ritmo de un femicidio cada 18 horas. Este año implicó repliegues, coyunturas convulsas, desafíos inmensos. Sin embargo, no se bajaron las banderas.

Este año frente a la crisis económica y laboral más mujeres debieron enfrentarse al malabarismo de la economía familiar para llenar la olla en las noches y los mediodías. Sin embargo, no se bajaron las banderas y el feminismo volvió a encontrarse en Chaco. Le dijimos al patriarcado que queríamos ver cómo hacía para encargarse solo de sobrevivir sin quien le lave las medias ni le planche las camisas Denunciamos el machismo en la derecha y en la izquierda, subrayando la distribución desigual en la representación en sindicatos y partidos políticos en proporción a la cantidad de compañeras que sostiene el trabajo barrial, los apoyos escolares o los merenderos. No bajamos las banderas, denunciamos a los abusadores y conseguimos la paridad de género.

Este fin de año es agridulce y confuso, es un balance continuo y un camino en subida. Sin embargo, no bajamos las banderas. No nos permitimos tener los brazos cansados, porque heredamos la fuerza de las que luchan, de las que lucharon para lograrlo todo con muy poco. No nos permitimos tener los brazos cansados, porque si una afloja la otra la acompaña. No nos permitimos bajar más banderas, porque nadie puede darse el lujo de bajarlas cuando en ellas se conserva la mirada de nuestras asesinadas.

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