«El acuerdo con el FMI va a derivar en un genocidio social»

"Si se agudizan las contradicciones del modelo de Cambiemos, vamos a un conflicto social peor que el de 2001", advierte el secretario general de la CTEP, Esteban "Gringo" Castro, a pocos días de una nueva marcha de San Cayetano.

Gringo Castro, Secretario General de CTEP. Entrevista en redacción del Grito del Sur, Buenos Aires, 16 de julio de 2018. Andrés Wittib

El 7 de agosto de 2016, las columnas de la CTEP, Barrios de Pie y la Corriente Clasista y Combativa marcharon por primera vez en unidad y eligieron para hacerlo nada menos que el día de San Cayetano, en que miles de fieles se acercan hasta la iglesia del santo en Liniers para pedir trabajo. Llegaron hasta Plaza de Mayo y lograron asentar en la agenda pública, en pleno amanecer del macrismo, los reclamos del sector de la economía popular, un término que empezó a usarse cada vez más en reemplazo de «piqueteros». Dos años más tarde, con el acuerdo sellado entre el gobierno y el FMI, Esteban “Gringo” Castro, secretario general de la CTEP, reivindica el camino trazado desde entonces y da pelea por su sector en medio de la crisis. «Hasta 2017 el Gobierno no pudo profundizar el ajuste por la pelea que dimos en la calle. Hay que ser claros en eso porque sino pareciera que los que peleamos en la calle no tenemos nada que ver con lo que pasa en la Argentina», dice en diálogo con El Grito del Sur.

Cuando nació la marcha de San Cayetano hace dos años, la crisis económica apenas asomaba, pero ahora parece haber llegado para quedarse. ¿Se ven los movimientos populares en la necesidad de mostrar cada vez más fuerza en la calle?

Cada 7 de agosto tiene su particularidad: la marcha de 2016 fue fundacional y la del año pasado se dio a pocos días de las PASO y buscamos darle un carácter puramente gremial, apartidario. Este año le vamos a plantear al Gobierno que el acuerdo con el FMI, desde nuestro punto de vista, va a derivar en un genocidio social. Nuestro reclamo de siempre, que es Techo, Tierra y Trabajo, es además incompatible con ese acuerdo, porque implica un ajuste de 300 mil millones de pesos como ya adelantó Dujovne. Beneficia al capital financiero, a los grupos concentrados de la economía, pero no al pueblo.

¿A qué se refiere con genocidio social?

Si se agudizan las contradicciones del modelo de Cambiemos, vamos a un conflicto social peor que el de 2001. Peor porque hay mas sectores vinculados al narcotrafico, hay armas en la calle. Va a ser una situacion mas sangrienta que la del 2001, y nosotros tenemos que evitar que eso ocurra. Ahora, la única responsabilidad no puede ser nuestra. Si no se sientan a discutir los sectores que más recursos tienen para resolver el problema, no hay manera. Nosotros nos manifestamos siempre pacíficamente. Pero el desborde cuando tenés hambre es imparable. El pueblo no se suicida. La mayor parte del pueblo no quiere la crisis, trabaja para que la crisis no exista. Son ellos los que la producen.

Hasta fines del año pasado, el Gobierno tenía hacia las organizaciones sociales una política de diálogo, o al menos de no represión. Sin embargo, desde la sanción de la reforma jubilatoria en diciembre, represión incluída, parece que se quebró algo. ¿Vaticinan mayor conflicto social y confrontación a medida que avance el ajuste?  

Hasta 2017 el Gobierno no pudo profundizar el ajuste por la pelea que dimos en la calle. Hay que ser claros en eso porque sino pareciera que los que peleamos en la calle no tenemos nada que ver con lo que pasa en la Argentina. El acuerdo con el Fondo y el ajuste lo van a hacer igual, pero nosotros vamos a estar ahí para pelear. Incluso creo que es cuando más hay que resistir porque la sesión de diciembre marcó una bisagra en la relación del Gobierno con la gente, que se dio cuenta cuál es el plan económico. Lo de diciembre fue una derrota gremial, porque el ajuste en las jubilaciones salió, pero desde ese punto de vista fue una victoria política. Fue la caída de la careta.

Foto: Andrés Wittib

Pese al ajuste, el Gobierno insiste en que nunca antes hubo tanto gasto social como ahora. ¿Eso también es una careta?

Eso es una trampa. Durante el Gobierno de Perón no había “gasto social”, pero tenías a todo el mundo trabajando en blanco. Yo quiero ese modelo. Por otro lado, tengo que aclararles que no alcanza. Estamos dándole de comer a la gente. El hambre viene en aumento. Estas políticas, que nacen del sistema financiero, son hambreadoras. Y la gran estrategia del capital financiero es la desintegración social. En los países donde tenés 30, 35 por ciento de trabajo no registrado como en Argentina, o registrado con muchos problemas y falta de derechos, tenés un índice de violencia social que cuando lo pasas al 60, 70 por ciento es exponencialmente superior. Y las políticas de ajuste que propone este Gobierno nos van a llevar a un nivel de trabajo no registrado que va a tener esos índices si nosotros no le ponemos un freno.

¿Se puede desligar a las organizaciones sociales del asistencialismo?

Nosotros también hacemos asistencia, además de representar al sector popular del trabajo. No es que creemos que con esta política vamos a resolver el hambre, pero sí demostramos que la solidaridad está en el movimiento de los trabajadores y no en otro lado. Y no tenemos problema de que se nos critique por eso. La solidaridad también pone en contradicción al sistema. Son los más pobres los que le están dando de comer a muchos pibes que sino, no comerían. Eso que llaman asistencia, es amor al pueblo. Y se contrapone a un proyecto como el del gobierno actual, al que la palabra amor no le pasa por ningún lado y son tan despiadados que no tienen problema en bajarle impuestos al sector que exporta los alimentos y que son los que, en última instancia, por el poder que tienen, deciden quién come y quién no come en la Argentina.

En la disputa simbólica con el Gobierno, se da una situación paradójica: varios funcionarios promueven el “emprendedurismo” como el futuro, y la CTEP y otras organizaciones pelean justamente contra la precarización de muchos trabajadores que ya eran “emprendedores” mucho antes.

Nosotros representamos la informalidad laboral, que como dije es el 35 por ciento del movimiento obrero y no tenemos ninguna intención de que ese número llegue al 100 por ciento de la población, lo que parece probable si llevamos al extremo el planteo del Gobierno. Creo que fue Esteban Bullrich el que habló de la cervecería artesanal y se merecería un escrache público por lo que dijo. El problema de ese planteo es que apunta a cierto sector, a supuestamente formar empresarios ideales, pero en la realidad hay gente que tuvo que salir a rebuscarsela después de haberse quedado sin trabajo. Estos tipos no saben lo que es vivir con la angustia de no tener trabajo. De no poder comprarle zapatillas a los pibes. Eso se lleva vidas, es desnutrición, abuelos que se mueren por no tener remedios.

¿Cómo sería, entonces, el mecanismo para que ese sector se formalice?

Siempre decimos que la CTEP es un sindicato de nuevo tipo sin patrones, al menos sin patrones visibles. Tenemos compañeros que venden en la calle cualquier cosa que producen las multinacionales, que no conocen a esos patrones invisibles pero su laburo les da ganancias. Y no se hacen cargo, porque no tienen ningún derecho. La única que nos queda a nosotros es discutir una paritaria para todo el sector con el Estado. Si algún patrón de esos se hiciera cargo y pusiera recursos sería ideal. Y para discutir con el Estado en mejores condiciones hay que organizarse gremialmente y hacer movilizaciones masivas, para que se entienda nuestra demanda y logremos también el reconocimiento definitivo de las centrales sindicales. Hoy estamos en un proceso en el que la CGT nos reconoce, sobre todo uno de sus principales dirigentes, Juan Carlos Schmid, pero no entramos. No hay reconocimiento pleno, solo de algunos sindicatos. Porque para nosotros la institucionalidad es clave: los procesos de lucha en la Argentina pegan el salto cuando se institucionalizan. Eso fue el 17 de octubre.

Foto: Virginia Robles

En esa paritaria social con el Estado, que incluye la Emergencia Social, parece haber funcionarios del actual Gobierno más propensos que otros a formalizar el sector.

Algunos funcionarios sí pujaron para mejorar al sector dándoles más derechos, mayor legalidad. Pero todo eso que se estaba discutiendo se rompe con los recortes en las formaciones que hicieron sobre las organizaciones este año. Además, no nos consideran a la hora de producir, venimos reclamando participar de la obra pública. A Macri, por otra parte, nunca lo escuché hablar de economía popular.

Por último, ¿cómo ve a la oposición y al peronismo?

Nosotros queremos construir con todos, en unidad. El debate no se profundiza porque cada uno esté peleando sectorialmente. Yo quisiera que se empiece a profundizar ahora, porque hacerlo cuando la crisis ya se desató totalmente va a ser imposible. La crisis te lleva a apagar incendios. Me parece que el movimiento obrero que todavía esta en la informalidad también es un sector que tiene mucho para aportar en el proyecto de país hacia el futuro y nosotros tenemos que estar en el sector político que incluya nuestros reclamos. Ahí voy a estar yo también.

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Matias Ferrari

Periodista, comunicador y militante social. Trabajó en Página/12 y colaboró en la investigación del libro "Macristocracia" publicado por Editorial Planeta.