¿Por qué incorporar baños sin distinción de género?

En un contexto de avanzada del movimiento feminista, el debate por los baños sin distinción de género se cuela en los lugares de estudio y ya sienta bases en distintas instituciones. Facultades de la Universidad de Buenos Aires y colegios secundarios avanzan con la propuesta.

La juventud viene demostrando ser uno de los principales actores en la lucha feminista y, como tal, encabeza la pelea en distintos frentes. La aplicación efectiva de la Ley de Educación Sexual Integral, la legalización del aborto y la creación de un protocolo para la atención de casos de violencia en género son sólo algunos de los puntos que viene reclamando el movimiento estudiantil. A esto se suma el pedido de baños sin distinción de género, que “busca que exista al menos un baño que pueda ser utilizado por cualquier persona, sin importar su identidad de género”.

La Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la UBA fue pionera en agosto del año pasado al convertirse en la primera de dicha casa de estudios en implementar medidas de este tipo. El hecho fue celebrado incluso por el Instituto Nacional contra la Discriminación (INADI). La semana pasada fue el turno de la Facultad de Psicología, donde dos baños del primer piso fueron designados para utilizarse por cualquier estudiante.

Jazmín Santiere (23 años) es estudiante de psicología, militante de “El Impulso” -actual conducción del Centro de Estudiantes- y consejera estudiantil por la minoría. En diálogo con El Grito del Sur, la joven cuenta el proceso que atravesaron hasta llegar a su implementación. En septiembre del año pasado el proyecto fue presentado en el Consejo Directivo, pero allí fue rechazado por la vicedecana Lucía Rossi alegando que “no hay ninguna ley que obligue a tratarlo y no es de mi interés”.

En las últimas semanas, cuenta Jazmín, se realizó un plebiscito en la Facultad para conocer la opinión de los y las estudiantes acerca de la propuesta, y el 90% de quienes participaron se expresaron a favor de la medida. “Creemos que la movilización estudiantil hizo posible que la Facultad finalmente apruebe este proyecto, que si bien no es el que presentamos, es un avance”, analizó la estudiante y consideró que también son necesarias medidas complementarias que ayuden a disminuir y erradicar la violencia contra las mujeres y disidencias. Allí remarcó la importancia de aplicar el protocolo contra la violencia de género aprobado por el Consejo Superior de la Universidad de Buenos Aires algunos años atrás. ”Buscamos generar espacios libres de violencia y estereotipos. Por esto es importante que nuestra facultad deje de reconocer únicamente dos géneros y se empiece a visibilizar a las identidades no binarias”, concluyó Santiere.

Como de costumbre, los y las estudiantes de los colegios secundarios también son parte de este reclamo, aunque aún no han logrado que ningún colegio apruebe por la vía institucional la creación de un baño diverso. Juanita Pedrozo tiene 17 años, cursa su último año en la escuela Julio Cortázar y es secretaria general del centro de estudiantes. Si bien los y las estudiantes improvisaron carteles y transformaron los dos baños de la planta baja en espacios sin distinción de género, los carteles fueron retirados al finalizar la medida de fuerza y los baños permanecieron bajo llave. Para Pedrozo “la necesidad de baños sin distinción de género es muy grande” y cuenta que “aunque las autoridades no los reconozcan como tal, para todes les estudiantes del colegio son baños sin distinción de género”.

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En el Julio Cortázar, como en otras escuelas porteñas, las autoridades se niegan a llevar adelante este tipo de medidas argumentando, por ejemplo, que dicha iniciativa da lugar a que un hombre y una mujer tengan relaciones sexuales, reproduciendo así la misma lógica cis-heteronormativa que critican los y las jóvenes. Incluso han llegado a descalificar a los y las estudiantes, como es el caso de la escuela técnica Fernando Fader, donde frente al planteo de un estudiante trans acerca de la incomodidad que vive al momento de ir al baño por temor a ser discriminado la (ex)directora le propuso utilizar el baño de discapacitados.

“El Ministerio no brinda capacitaciones a estudiantes ni docentes sobre el tema y eso es verdaderamente un problema porque muchas veces nos encontramos discutiendo contra argumentos del medioevo”, expresó la secretaria general del Cortázar. Un mes atrás, el Ministerio de Educación conducido por Soledad Acuña aprobó un protocolo de acción ante los casos de violencia de género en las instituciones educativas; el mismo fue trabajado conjuntamente por la Defensoría del Pueblo de la Ciudad y representantes estudiantiles de distintos colegios. Sin embargo, surgió un nuevo problema cuando, al consultar a funcionarios del gobierno, descubrieron que no había una partida presupuestaria destinada a las capacitaciones necesarias para llevar a cabo la aplicación del protocolo.

Día a día los y las jóvenes luchan contra un sistema diseñado y empecinado en discriminar a aquello que es diferente y se proponen cambiar las estructuras tradicionales para crear nuevas formas de entenderse, percibirse y relacionarse.

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