«Si tuviéramos derechos políticos, no les sería tan fácil usarnos de chivo expiatorio»

Organizaciones que nuclean a migrantes en la Ciudad promueven un proyecto de ley que establece el empadronamiento automático y habilita la posibilidad de que miembros del colectivo puedan candidatearse en las comunas. El PRO, que busca su propia reforma, no escucha el reclamo. "Si votáramos, podríamos dar vuelta una elección”, advierte la referente de la Red Nacional de Migrantes, Lourdes Rivadeneyra.

Migrar es un derecho
Migrar es un derecho

“No votamos ni representamos a nadie”, es la sentencia que mejor describe la situación de los derechos políticos de las personas migrantes en la Ciudad.

La frase forma parte de un extenso documento firmado en mayo por una decena de organizaciones de ese colectivo, movilizado ante la posibilidad de introducir sus propias reivindicaciones dentro de la reforma del sistema electoral porteño que impulsa Horacio Rodríguez Larreta. El jefe de Gobierno necesita dos tercios de la legislatura para tener la libertad de unificar las próximas elecciones locales con las nacionales y terminar de incorporar la boleta única electrónica en su territorio. En ese marco, varios de los referentes migrantes expusieron en la comisión de Asuntos Constitucionales y ya militan su propio texto, presentado por la legisladora Paula Penacca.

El objetivo de las organizaciones, de mínima, es garantizar el empadronamiento automático, un derecho básico que ya conquistaron en la Provincia de Buenos Aires pero que hasta ahora sigue siendo negado por el oficialismo porteño. Y de máxima, poder presentar sus propios candidatos a comuneros.

“Los y las migrantes somos el 13,5 por ciento de la población de la Ciudad. Si votáramos, si tuviéramos pleno acceso a un derecho civil fundamental como es la participación política, podríamos dar vuelta una elección”, advierte en diálogo con El Grito Sur la referente de la Red Nacional de Migrantes, Lourdes Rivadeneyra. “Por eso, porque tenemos vedado ese derecho, somos el chivo expiatorio permanente, porque no tiene costo político reprimirnos, discriminarnos y señalarnos como los causales de todos los males”, explica.

Así votaron los más de 4000 migrantes en las elecciones de octubre. Fuente: Tribunal Superior de Justicia CABA.

Según las proyecciones de las organizaciones en base al censo de 2011, viven en la Ciudad más de 60 mil personas migrantes. En las elecciones generales de octubre del año pasado, sin embargo, votaron poco más de 4 mil, dentro de un universo de 16 mil empadronados. Esa doble brecha entre el número de empadronados y del total de votantes en relación a la población migrante que vive y trabaja en territorio porteño es lo que las organizaciones intentan achicar, convencidas de que ahí radica la madre de todas las batallas.

“Cuando vemos la violencia con que desalojan a los trabajadores senegaleses de la vía pública o escuchamos funcionarios hablar livianamente de una cárcel para migrantes o de deportación, nos convencemos más que en la base de todos los derechos que nos vulneran está el de la participación política”, aclara Rivadeneyra.

Para poder votar, los migrantes tienen que empadronarse “voluntariamente”, por las suyas, a condición de acreditar mínimo 3 años de residencia en la Ciudad. El trámite resulta engorroso: los turnos en el registro electoral se otorgan entre las 9 de la mañana y las una de la tarde los días hábiles, en horario laboral. Las organizaciones reconocen que en el último tiempo el Ejecutivo facilitó los CGPs de los barrios para agilizarlo, pero le recriminan la falta de difusión en la información referente a las elecciones. El porcentaje efectivo de votantes, en suma, les da la razón.

El proyecto presentado por el Ejecutivo apenas hace más accesible las condiciones para empadronarse (elimina los 3 años de residencia), pero mantiene el estaus quo. En el despacho de Penacca, cuyo proyecto tiene como primer punto el empadronamiento automático, señalan que la negativa a habilitar el derecho por parte del Pro tiene razones políticas. “Cambiemos perdió en casi todas las mesas para voto extranjero”, señalan. “Si lleváramos esos números al total de los migrantes que están en condiciones de votar, podrían cambiar la tendencia de una elección. Por eso el colectivo de organizaciones tiene razón cuando advierte que si accedieran a ese derecho nunca hubiéramos escuchado discursos como los que justificaron la represión en el Indoamericano o ahora se jactan de reprimir a los senegaleses”, describe una asesora que trabajó en la redacción del proyecto.

“Hoy en día estamos mucho más organizados y empoderados políticamete que años atrás”, dice Rivadeneyra, y recuerda el plenario de la Red de referentes de migrantes de fines de 2016 en Once, a pocos metros de donde fueron reprimidos los manteros senegaleses, como una bisagra. “Los derechos políticos de los migrantes es un tema que venimos discutiendo hace varios años e insistimos con eso cada vez que podemos. Pero el cambio de gobierno generó una nueva conciencia: la única manera de frenar el retroceso de derechos es ir por más, ir por el principal: que nos reconozcan como a cualquier otro ciudadano”.

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Matias Ferrari

Periodista, comunicador y militante social. Trabajó en Página/12 y colaboró en la investigación del libro "Macristocracia" publicado por Editorial Planeta.