El abandono también mata

La muerte de una mujer trans en situación de calle expuso otra vez la falta de una política pública integral del Gobierno porteño hacia esa población. "Es un ejemplo claro del abandono del Estado", remarcan las organizaciones.

Cuando fue trasladada de urgencia al Hospital Muñiz, donde falleció 48 horas después, Sol Peltier, una mujer trans de 55 años que vivía en situación de calle, llevaba tres semanas enferma. Tenía fiebre alta, no comía y apenas podía levantarse de la cama donde dormía algunas noches, en el parador nocturno para mujeres del Gobierno porteño Azucena Villaflor. Desde allí la levantó una ambulancia del SAME el martes pasado para internarla en el Hospital Muñiz, donde murió el jueves de una neumonía derivada de su enfermedad de base, el VIH. Las condiciones en las que llegó al hospital, sumado a los factores que desencadenaron la muerte, volvieron a encender las alarmas en las organizaciones sociales que asisten y organizan a las personas en situación de calle y a la comunidad de trans y travestis, que insisten en reclamar al Ministerio de Desarrollo Social un cambio radical en las políticas públicas que los y las atañen.

Según contó a El Grito del Sur una de sus amigas más cercanas -Cecilia-, a Sol le habían detectado una infección semanas antes, pero sólo le habían recetado paracetamol y «reposo». «Como si el ¨reposo¨ fuese algo posible para una persona que vive en la calle», dijo. Las tres semanas que mediaron entre los primeros síntomas y su fallecimiento dan cuenta para las organizaciones del abandono del Estado. Sol no tenía lazos familiares firmes y, por su enfermedad de base, necesitaba un cuidado intensivo que no tuvo.

En lo que va del año, murieron 63 mujeres trans y travestis en el país -varias de ellas víctimas de crímenes de odio y travesticidios-, según el revelamiento que lleva la ONG La Rosa Naranja. «La muerte de Sol forma parte de la exclusión que padece el colectivo trans y travesti: no accedemos a los derechos fundamentales del trabajo, la salud y la vivienda», explicó Marcela Maneiro, titular de esa organización.

Maneiro señaló que, en ese contexto de exclusión, «las mujeres trans y las travestis que están en situación de calle son las que peor la pasan. No existen hoy por hoy paradores del Gobierno porteño destinados a contenerlas, ni espacios que nos atiendan adecuadamente un derecho básico como es la salud. Son todos para personas cis y cuando llega una persona trans o travesti no hay personal capacitado para atenderlas». «¿Cómo puede ser entonces que nadie se haya dado cuenta que Sol estaba enferma y necesitaba un cuidado urgente? Pasó lo que pasó porque ni el parador ni el Gobierno de la Ciudad, que son los principales responsables de la muerte de Sol, abordan con seriedad el problema», advirtió.

Los paradores porteños volvieron a quedar en el ojo de la tormenta cuando en agosto de este año la Auditoría General de la Ciudad difundió un informe en el que señala deficiencias graves en materia de infraestructura y hasta alimentarias. El Gobierno porteño, además, sólo admite que hay 1091 personas en situación de calle, cuando las organizaciones remarcan que son 7 mil, 3 mil más que el año pasado, cuando realizaron el primer censo popular. Como dio cuenta este medio, las políticas públicas posibles para resolver el problema se reemplazan por las tradicionales razzias con resabios de la UCEP y hasta con el alojamiento en hoteles de capital y provincia, con plata en negro y a través de supuestos funcionarios no capacitados para trabajar con esa población.

A fines de agosto, organizaciones sociales como No Tan Distintas, Proyecto 7 y el MP La Dignidad encabezaron un «Frazadazo» para visibilizar la problemática y reclamarle al Jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, la implementación de la ley 3.706 de personas en situación de calle. Esta norma, entre otras obligaciones, establece que el Ejecutivo porteño debe mantener abiertos los paradores durante las 24 horas y brindar además una atención integral.

«La ley es muy clara al respecto» dijo Florencia Montes Páez, coordinadora del Centro de Integración Frida, el único en la Ciudad que brinda refugio, contención y un abordaje interdisciplinario para mujeres cis y trans, las 24 horas del día. «El hecho de que reclamemos que los paradores abran durante todo el día no es un capricho, sino que tiene que ver con entender cómo es vivir en la calle: hacer cola desde las cinco de la tarde para salir recién al otro día, y volver para almorzar como se da en algunos casos, impide que las personas tengan tiempo para trabajar y reestablecer sus lazos familiares. Es una política que no funciona. Centros como el Frida o el Monteagudo brindan herramientas tales como controles de salud, trámites legales, trámites para migrantes,  trabajo de vinculación con hijos y con familiares, medicación específica, etc. porque es un trabajo integral, multidisciplinario», aclaró.

Al Frida asisten unas 45 mujeres cis y trans, hijos e hijas incluidos. Pero la lista de espera de mujeres que buscan allí un refugio la triplica: hay unas 150 esperando por un lugar. En 2016, el Ejecutivo inauguró una «Casa Trans» en San Cristóbal, que tampoco da abasto y no ofrece alojamiento. Cuando las organizaciones señalan la magnitud del problema, remarcan un hecho concreto: si en el DNI no figura el cambio de género habilitado por la ley de identidad sexual, el BAP es capaz de alojar a la mujer trans en un parador para hombres.

El año pasado, Noemí, una mujer trans en situación de calle, inició una causa contra el Ejecutivo, que le había retirado el subsidio habitacional. El juez en lo Contencioso Administrativo Martín Leonardo Furchi le dio la razón y fijó un plazo de diez días para que el Gobierno le garantice un techo. El Ejecutivo porteño apeló el fallo.

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