La gente se droga y se va a seguir drogando

El Proyecto de Atención en Fiestas (PAF) busca informar y asesorar a los usuarios en el consumo de sustancias psicoactivas en boliches. "Ni el abstencionismo ni el prohibicionismo han funcionado acá ni a nivel mundial, ya que todas las estadísticas demuestran que el consumo se mantiene o aumenta", cuentan los profesionales.

Hay personas que consumen drogas y no quieren dejar de hacerlo. Por más que los persiga la policía, por más que las sustancias sean ilegales, por más que la calidad de las drogas disminuya en el oscuro negocio de la prohibición y que un importante sector narco y paraestatal se enriquezca de la misma, hay personas que consumen drogas y no quieren dejar de hacerlo.

El paradigma de reducción de daños nació en el norte de Europa en los años ´80 como estrategia de abordaje frente a casos de adicciones o consumos problemáticos. A partir del fracaso de la estrategia punitivista y persecutoria, distintos grupos de profesionales comenzaron a repartir jeringas, difundir información y habilitar centros de consumo supervisados para adictos (principalmente) a la heroína. Lejos de la épica prohibicionista o la postura abstencionista, esta mirada promueve  prácticas de cuidado y consumo responsable.

En otra latitud, con otras sustancias y en otro tiempo histórico, la doctrina prohibicionista, que persigue y condena a consumidores y pequeños vendedores, vuelve a demostrar su fracaso. En Argentina el 65% de las causas abiertas son por consumo personal y la mayor parte de ellas termina archivada.

Tomás Pérez Ponisio es coordinador del Proyecto de Atención en Fiestas “PAF, un cachetazo al mal viaje”, un proyecto de la Asociación Civil Intercambios, que trabaja problemáticas de drogas desde hace más de 20 años. «A raíz de la Time Warp, en 2016, decidimos impulsar un proyecto para espacios de nocturnidad», explica. El programa se orienta a la prevención de riesgos, y consiste en una serie de equipos capacitados que se acercan a los boliches y fiestas para garantizar que se realice la atención sanitaria adecuada en los casos que la requieran, y contribuir con la regulación de los ambientes festivos con una mirada de seguridad sanitaria.

«Vamos a boliches y a fiestas, con los que acordamos previamente, y tenemos un espacio donde damos información sobre drogas legales e ilegales, cuidados, y distribuimos agua y preservativos», comenta Tomás. «No brindamos asistencia médica, porque cada boliche tiene que tener su propio sistema de salud: un enfermero, un médico y una ambulancia. Las situaciones más comunes que enfrentamos suelen ser de personas experimentando por primera vez y que se ponen nerviosos o se pierden del grupo de amigos. Lo importante es tranquilizar y acompañar a la persona».

En algunos lugares del mundo, las estrategias de reducción de daños van más allá y permiten testear las pastillas o sustancias. «En Bogotá, el proyecto «Échele cabeza» hace testeos. El año pasado, Julián, el coordinador de la iniciativa, explicó con cifras el impacto de su proyecto: entre el 90% y 95 %  de las personas que recibieron un resultado del análisis de su droga que no estaban esperando decidieron descartar la sustancia», agrega Tomás.

Pero en el trasfondo pareciera que existe un sesgo de clase, que quien elige descartar su droga es aquel que tiene el privilegio de poder adquirir otra. «Se puede aplicar para contextos y sustancias distintas. De hecho, ‘Intercambios’ empezó con un programa de intercambio de jeringas descartables en usuarios de cocaína. Había gente que se inyectaba, que no le interesaba dejar de consumir. Les enseñaron a inyectarse bien para no lastimarse las venas, pusieron a disposición jeringas decartables y les explicaron que no se tienen que compartir», responde Pérez Ponisio.

«La gente históricamente se drogaba, en la actualidad se droga y en un futuro se va a seguir drogando. Buscamos que esa gente, si tiene que tomar una decisión respecto a un consumo, lo haga de la mejor manera y con toda la información posible a la disposicion», dice Tomás. Todo el trabajo que realizan desde PAF es legal: cuentan con el apoyo de distintas áreas de Nación, Ciudad e incluso el SEDRONAR. «Hay una dualidad: mientras el Estado banca este tipo de proyectos existe una ley que pena la tenencia e incluso la difusión de información sobre drogas ilegales. Ni el abstencionismo ni el prohibicionismo han funcionado acá ni a nivel mundial: todas las estadísticas demuestan que el consumo se mantiene o aumenta», concluye el coordinador de PAF.

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