Peligra la continuidad del Centro Cultural Conti

Los y las trabajadoras del Centro Cultural Haroldo Conti denuncian la política de desfinanciamiento de la Secretaría de Derechos Humanos y advierten que peligra la continuidad del espacio para el año próximo.

El Centro Cultural Haroldo Conti viene resistiendo los embates del gobierno nacional y de la Secretaría de Derechos Humanos en particular. Tras una tradición de fuerte apuesta cultural que tiende a vincular el arte y los derechos humanos, la política cambiemita viene machacando el espacio y demuestra cada vez mayor desinterés en el área. «Desde que asumió Claudio Avruj al frente de la Secretaría y Alejandro Kurland como Director del Centro Cultural, vivimos una situación de vaciamiento y desfinanciamiento sistemática», denunció Mariano Rapetti, delegado de ATE, en diálogo con El Grito del Sur.

Como si la situación no fuese ya lo suficientemente crítica, este fin de semana el microcine Raymundo Gleyzer sufrió el robo del proyector de la sala, la principal herramienta de trabajo y sostén de las actividades en el lugar. El espacio funciona allí desde hace 9 años y en el último tiempo, a pesar de la presencia policial, se han incrementado los hurtos en la utilería. La entrada de las fuerzas de seguridad fue dispuesta por el gobierno nacional y recibió una fuerte respuesta por parte de los organismos de derechos humanos y el conjunto de trabajadores y trabajadoras de la Ex-ESMA, que denunciaron que se trata de «un lugar muy sensible como para llenarlo de polícias».

Sin embargo, a tono con la decisión del Ejecutivo, el predio fue militarizado y «lejos de resolverse los problemas relativos a robos y hechos delictivos, la situación se recrudeció». Pero lo ocurrido el último sábado cobra otra relevancia puesto que se trata del robo del proyector del microcine, es decir, de la base de sustento material que le permitía al espacio, a pesar de sus carencias, seguir abriendo sus puertas y brindar actividades gratuitas. «Esto hace que tengamos una total incertidumbre sobre el funcionamiento del microcine el año que viene. Por como viene la mano, vemos que no hay posibilidad de continuar», advierte Rapetti.

Frente a la notificación elevada a la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, las autoridades informaron que elaborarían un expediente solicitando la reposición del artefacto robado. Sin embargo, las expectativas entre los trabajadores y las trabajadoras no son muchas en vistas que «ni lamparitas han comprado en estos tres años». El abandono es generalizado: el césped se corta una sola vez al año para la Noche de los Museos, y sólo por el nivel de exposición al que se enfrentan -cuenta el delegado-; a principios de mes enviaron un mail informando la suspensión del pago a los más de 250 artistas, músicos, directores, talleristas, cineastas y productoras que trabajaron este año en el espacio; no se invierte en el mantenimiento del lugar y no hay respuesta ni soluciones a la mayor parte de los problemas identificados por los trabajadores y las trabajadoras. «Todo esto se inscribe en el descuido y el desinterés por la cultura y por la política de memoria, verdad y justicia», expresó el representante gremial.

«Hace tres años estamos organizados en asamblea, resistiendo a esta máquina vanalizadora que es el PRO y disputando los contenidos, porque para todos nosotros y todas nosotras el compromiso que tenemos con los organismos de derechos humanos hoy se encuentra atacado por las autoridades que lo administran», denuncia. La importante financiación que obtuvo el centro cultural durante la gestión anterior es lo que permite que al día de hoy siga en pie, asegura Rapetti y destaca que «si este espacio sigue funcionando no es por voluntad del gobierno, sino gracias a sus trabajadores».

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