«No hubo errores ni excesos, son todos genocidas los milicos del proceso»

Con la sentencia consumada en la causa Virrey Cevallos, los principales protagonistas compartieron su impresión de la condena y expresaron su vocación de impulsar un nuevo juicio que incluya a todos los represores identificados.

«No hubo errores, no hubo excesos, son todos genocidas los milicos del proceso». Termina de escucharse la sentencia y los asistentes se congregan en la puerta para abrazarse y cantar. La sensación es extraña: por un lado, los jueces condenaron a Omar Rubbens Graffigna y a Jorge Monteverde, a 15 y 13 años respectivamente. A su vez, en el mismo fallo, legitimaron la existencia de un Centro de Detención Clandestina en Virrey Cevallos al 600, en el barrio de Monserrat, a cargo de la Fuerza Aérea en coordinación con patotas de civiles. Sin embargo, al mismo tiempo que sentaron condena para estos dos imputados, absolvieron a Enrique Monteverde, otro de los implicados en casos de torturas y privación ilegítima de la libertad.

El abogado Ernesto Lombardi estuvo al frente de la querella en el tramo final del juicio en reemplazo de Pablo Llonto, ausente por motivos personales. «El monto es un tanto bajo. Creo que estaban todos los hechos probados y absolutamente justificados los 25 años que solicitamos para Graffigna. Pero esto ha quedado a criterio del Tribunal y lo importante es que se ha hecho justicia en ese sentido. La segunda condena está en relación con la primera: era lógico que si a Graffigna le daban 15, a Jorge Monteverde le dieran 13», explica el abogado querellante. «Respecto a la absolución, era algo que estaba en el límite. Pensamos que el Tribunal podía agarrarse de la fecha en que Enrique Monteverde fue dado de baja, aunque para esta querella no quedan dudas que participó en el Centro Clandestino y tenía las mismas tareas represivas que el resto», agrega el letrado. «Hemos cumplido una meta importante en esta tarea de memoria, verdad y justicia. Aún queda una posibilidad de recurso en Casación».

Osvaldo López es el coordinador del Espacio de Memoria Virrey Cevallos, uno de los sobrevivientes del lugar y parte de la querella, junto con Myriam Lewin y Fernanda Candela, cuñada de Osvaldo Lanzilotti, detenido y desaparecido. López es menos optimista en relación a su balance del juicio: «La justicia, cuarenta años después, deja de ser justicia. Sentí que estábamos discutiendo cómo iban a pasar su jubilación estos tipos. Aunque era esperado un fallo como éste, el caso de la absolución fue un exceso. Lo mismo que le cabía a un Monteverde le cabía al otro», explica Osvaldo. «No estoy conforme desde el inicio del proceso: se elevó a juicio a 3 represores cuando nosotros teníamos identificados a 26. Pero vamos a seguir investigando, aportando pruebas y pidiendo procesamiento», concluye el militante por los derechos humanos.

«Osvaldo Gabriel Lanzilotti, mi cuñado, estuvo detenido en Cevallos. Esperaba un poco más de esta condena, pero bueno, es la Justicia que tenemos», explica Fernanda Candela. «Salgo satisfecha después de 42 años esperando justicia. No sé si a Graffigna le interesa la historia, pero va a quedar grabado su nombre. La absolución me llamó la atención, pero a nosotros nos piden precisiones y nos estamos volviendo viejos y la mente, lamentablemente, también envejece». Candela comenta que esperan una futura causa Virrey Cevallos II y que en ese horizonte planean seguir luchando: «Yo no me voy a cruzar de brazos. Tengo cuatro familiares detenidos desaparecidos: mis padres, mi hermana y mi cuñado. Voy a seguir investigando hasta que se haga justicia por mi familia», agrega.

Carlos Gurbanov salió del juicio conmovido. «Me siento como perro en cancha de bochas», intentó esbozar explicando una sensación agridulce que atravesaba a los presentes. «Me queda un sentimiento contradictorio porque la absolución me dejó perplejo. Yo esperaba como mínimo una sentencia baja, que incluso lo habilitara a quedar libre. Pero por lo menos habría un reconocimiento de que este tipo formó parte del horror, que tuvo una responsabilidad. Hasta no escuchar los fundamentos no vamos a saber qué significa esta absolución», explica Gurbanov. «Todos los que participaron ahí, aún en las ruedas más mínimas de ese engranaje de terror, tenían algo que ver. Pero hay otra cosa importante: esta sentencia va a llegar a oídos de los otros 25 integrantes de la patota y no van a dormir tranquilos. Ellos nos quitaron la tranquilidad a nosotros, ahora nosotros se la quitamos a ellos. Si son imputados, en un siguiente juicio, también van a caer. Y esos son mis más caros deseos», concluye otro de los testigos del horror vivido en Virrey Cevallos.

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