Wila-wila Manta

Poema de Sandra Condori Mamani- Chana, poetisa, migrante, militante, autora del poemario "Erótica: Yarawis Aymara"

 

Congeladas las uñas de mis luk’anas,
se hunden en el fondo de mis bolsillos,
reposan y se frotan con mis muslos,
mientras te espero,
-aquisitos pues-
en la esquina de Bogotá y Campana.
Allí donde venden Jean´s.

Son las 6 de la mañana y me re-localizo ahí,
-ahisitos-,
en ese uqi -tiki de laca,
pues la he visto reconstruirse más de 5 veces,
en los mismos horarios y días que ansió verte.

ia me conoces, camino la misma vereda que vos,
-a veces corro-
sobre todo al medio día o después de las 3,
cuando en las calles chorrea wila-wila de fuego.

En frente se instala Juana, envuelta con su mandil,
sus piernas trenzadas, con polainas milenarias,
-venidas del Alajgpacha Esquel-.

En un vaso profundo vierte ese líquido
áspero-sólido-violetoso que emana calor,
y abriga de api a los buñuelos-morenos.

Sus ojos cobrizos-menguantes, se hacían crecientes,
cuando io te veía llegar,
y Juana me decía -¡“uyuy ia pues!”.

Esta vez me anime a preguntarte,
si querías el café yungueño con iapita- forexport-
pues tus pecas,
marcaban una gringuetud-pomela
poco callejera,

te cruzabas los 3 elefantes,
esperando más de una hora:
– ¡bien bonito, bien calentito se lo hago señorita,
con servicio de primera mano!,
agregaba Juana,
y-ia tus guantes cubrían esa tasa.

Tu nariz no fruncía por ella
y emanabas tu primera kusisa sonrisa.

Tus hoyuelos pomelos desnudos-sueltos caminaban,
por ese miedo al color,
ia podían dormir en mis qhusi-nayras.
Pues que delirio,
ia tu entraña rosada,
me nombraba persona
y no se incomodaba.
Querías volar esa norma que segregaba
y también te anulaba.

Te invite a trazar la manta de Juana,
marcamos parcelas,
así se construyeron casas te repetía,
quisiste poner como ladrillo tu manta:
– ¡de etiqueta! no se achica como la de Juana explicabas,
io la retiré
y te eructé mi costado marginal.

Prendida, ¡sos fatal! arengabas,
mientras envolvías tu etiqueta.

Mi oído marrona,
escucha el estéreo,
de todos los viernes,
ofertaban la docena de medias a cien pesos,
y ese zumbido colonial tuyo
se hacía eternamente insoportable:
-¡Juana no es tu sirvienta!.

Cinco para la una,
esa esquina quedo perdida,
-en ese instante-
una nube cubrió la luz de la vereda
y se durmió encima de dos edificios.

“No soy pura,
ni tengo partido”,
me escribiste
envuelta en una empanada.
Y una cadena rota
te ubico por Campana.
Adoro esta calle
cantabas de a ratos
y te sorprendía
la curvatura de mis jean´s
calzadas
en mis mejillas voluptuosas.
-Danzaba kuskilla-

Fue en ese instante,
se acercaba japt´aña,
los canteros anunciaban
la llegada de
buitres-galopantes-uniformados,
io sacudía de latidos.
Espacio público volaba
y retiran la manta de Juana.

Un telar de dedos
intenta parar tal escupitajo
querían que devuelvan la manta:
– ¡él mismo que comió de las manos de Juana
se lleva sus mangos
y su manta!, repetían,
mientras buscaban salirse de la lupa,
pues veían los azotes.

Marronada,
el horizonte chorrea wila-wila,
-no te veo-,
sin respiro sudo ferviente,
mis nudos se estremecen,
ya no hay tierra
ni Alajgpacha.

El eco familiar me jala hasta Cuenca,
y solo escucho latir mi pecho.

Te pinto águilas,
cerca de las venas de tus hombros,
y mi dedo izquierdo se clava ,
y posa en la pirueta
de tu etiqueta- Levisexport.

Las gargantas se aquietan-inmóviles-quedan.
.
Te apretó las entrañas de tus brazos,
,eso tiene color te lanzo,
vidrioso tus respiros,
me señalas a Juana
-mi warmi-madre
– mi warmi-madre a salva.

 

Por orden de aparición:
Wila-Wila: rojo de sangre.
Luk´anas: dedos.
Uqi: color plomo.
Tiki: estrecho muy angostito.
Alajgpacha: cielo.
Api:mazamorra/bebida-morada chorreante, habitual en Bolivia,
Perú y Norte Argentino.
Los 3 Elefantes: Galeria ubicada en la Av. Avellaneda- Flores.
Kusisa: alegre.
Qhusi-nayras: ojos bonitos
Kuskilla: bonito, juguetón.
Japt´aña: se acerca el anochecer.
warmi: mujer.

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