«Solo el pueblo pone y quita presidentes»

Desde el ojo del huracán, El Grito del Sur estuvo presente en las calles de Caracas y te contamos lo que sucede en el país más caliente de la región.

23 de enero de 2018. Trece días después de la asunción de Nicolás Maduro en su segundo mandato como presidente de la República Bolivariana de Venezuela, cientos de miles de personas -opositores y oficialistas- se movilizaron por las calles de la metrópolis Caracas para otorgarle sentidos completamente opuestos a un nuevo aniversario de la caída de la dictadura del General Marcos Pérez Jiménez. La oposición logró su cometido inicial al auto-designar como presidente interino a Juan Guaidó, máxima autoridad de la Asamblea Nacional, mientras que el oficialismo cumplió con la función de ratificar la constitucionalidad del nuevo período presidencial de Maduro.

¿Qué sucede hoy en Venezuela? Hacia fuera de sus fronteras, un mar de interrogantes -que plagaron de un halo misterioso a esta experiencia política- ha confundido e incluso alejado a una gran parte del progresismo latinoamericano de la reivindicación de los logros obtenidos a lo largo de dos décadas por la Revolución Bolivariana. Luego de la calma transitoria otorgada por la proclamación de la Asamblea Nacional Constituyente en 2017 y por la victoria electoral obtenida el pasado 20 de mayo, los días que transcurren son difíciles para el chavismo, pero están lejos de asemejarse al infierno que pintan en forma cotidiana los grandes medios de comunicación.

El principal caballito de batalla de la oposición -la llamada «guerra económica», impulsada desde hace varios años por sectores del poder económico que aspiran a un cambio radical de rumbo en el país petrolero- fue redoblada a partir del mismo instante en que Maduro inició su segundo mandato. Un ejemplo cabal de esto es el comportamiento criminal de las empresas transnacionales que continúan operando en Venezuela: la cadena de comidas rápidas Mc Donalds aumentó entre ayer y hoy cerca de un 100% el combo compuesto por dos hamburguesas de queso y una gaseosa. La estrategia alentada por el imperio norteamericano también se basa en aumentar en forma indiscriminada los precios de otros alimentos y productos básicos como insumos medicinales, lo cual ha llevado a que esta nación sudamericana padezca la inflación más elevada del planeta y a socavar las propias bases populares beneficiadas históricamente por las políticas sociales de los gobiernos chavistas.

Un día después de que el vicepresidente de EE.UU., Mike Pence, instara a los ciudadanos de Venezuela a «levantar sus voces en un llamado a la libertad», masivas columnas a favor y en contra del gobierno bolivariano salieron a las calles a manifestarse desde horas tempranas del miércoles. Del lado chavista, el rojo característico impregnado en remeras y gorras con inscripciones que en su mayoría recordaban a Hugo Chávez. Sin el mismo poder de convocatoria de los tiempos dorados del último mandato del Comandante, la marcha oficialista se caracterizó por rostros de tranquilidad en los manifestantes, escasos signos de euforia y la ocupación de alrededor de unas cuatro cuadras al momento del discurso de Diosdado Cabello en la Plaza O’Leary, mientras el presidente Maduro escuchaba atento desde el Palacio de Miraflores. Por otra parte, el sector opositor se hizo escuchar con mayor efusividad desde las bocas del Metro de Caracas cercanas a la Plaza Venezuela y superó, en esta ocasión, en cantidad de concurrentes a los simpatizantes chavistas, lo cual dio un marco histórico a la juramentación inconstitucional de Juan Guaidó, reconocida por un puñado de países encabezados por Estados Unidos e integrantes de la Unión Europea y el Grupo de Lima.

¿Qué es lo que se viene? ¿Cómo se jugará la pulseada geopolítica en la que China, Turquía y Rusia ya tomaron una posición contraria a la del grupo de Lima? Será cuestión de esperar el desenlace. La apelación opositora es a generar una fractura en las Fuerza Armada Nacional Bolivariana, que si bien ha registrado alzamientos de cuadros bajos en los útlimos días (el hecho sucedido esta semana estuvo a cargo de un sargento primero y otros 26 hombres), ha sido una vértebra fundamental en el proceso bolivarianos. De hecho, el propio Nicolás Maduro, ha transformado el lema de la «unión cívico-militar» en uno de los paradigmas que sostiene la cohesión del chavismo. Venezuela se juega en un plano geopolítico, y será la correlación de fuerzas nacional, y la capacidad de presión o apoyo internacional, lo que defina el futuro de la tierra de Chávez.

El saldo de esta jornada agitada es que en Venezuela no se consumó aún ningún golpe de Estado, ni se realizó ningún cambio de mando en forma legítima. De lo que se trata es de una nueva intentona opositora -con el respaldo imperialista y un sustento político mayor a partir del hecho de que nuevos países viraron recientemente a la derecha en la región- por derrocar a Maduro y acabar, tras veinte años, con el proceso político más avanzado que ocurrió en Latinoamérica con posterioridad a la Revolución Cubana. Se trata de una nueva fase en la disputa por el poder en Venezuela, dado que la derecha local no ha logrado obtener réditos de este tipo jamás a través de las urnas en las últimas dos décadas. El chavismo, lejos de la imagen que ha buscado indilgarle la prensa internacional, buscará evitar cualquier tipo de salida violenta y/o armada que ponga en peligro a los habitantes de la tierra de Bolívar e incluso pueda ir camino a una guerra civil de brutales consecuencias.

Las operaciones se multiplican y la tensión aumenta. Pero la única realidad, en un régimen democrático, es la que expresó Maduro desde el balcón del Palacio de Miraflores: «Solo el pueblo pone y quita presidentes»

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Sebastián Furlong

Licenciado y profesor en Ciencias de la Comunicación (UBA). Retrato periodísticamente el conurbano y la ciudad de la furia. Agenda popular y política para analizar la realidad y aportar al quehacer colectivo.