«El closet no es un placard, es una forma de vivir»

Leo Grosso, diputado nacional por el Movimiento Evita, habló con El Grito del Sur sobre la estrategia electoral de la oposición, su identidad sexual y las políticas represivas del macrismo. "El desafío del peronismo del siglo XXI es reconstruir los vasos comunicantes entre las diferencias", asegura.

Grosso llega apurado porque viene de varias reuniones que “no eran para un día gris”. En cuestión de segundos se descontractura, se ríe y se sorprende de nuestra presencia. Inmediatamente estará tomando mate y hablando de la coyuntura política actual con frases certeras. Leonardo Grosso es diputado nacional del Movimiento Evita, tiene 36 años y forma parte de una generación de políticos y políticas que reparten su tiempo entre el barrio y las instituciones. Meses atrás, Grosso hizo pública su homosexualidad a través de las redes sociales e incluso denunció a Instagram por censurar una foto donde aparecían dos varones dándose un beso. En la charla con El Grito del Sur, Grosso habló de la candidatura de Felipe Solá, la representación de los movimientos populares, su deuda de reivindicarse públicamente como marica e incluso citó a La Faraona.

Fotos: Virginia Robles

Empecemos por lo difícil. ¿Cómo se construye la unidad en un espacio tan amplio como el peronismo?

La unidad se construye con amplitud, con generosidad; pensando en las coincidencias y no en las diferencias, tendiendo puentes, construyendo mecanismos de toma de decisiones. La unidad tiene que ser contradictoria porque tiene que expresar lo más fielmente a nuestro pueblo y nuestro pueblo no es lineal. Ahora tenemos una sociedad que está fragmentada en sus representación. El desafío del peronismo del siglo XXI es reconstruir los vasos comunicantes entre las diferencias.

¿Se toleran más contradicciones en el marco de una unidad que logre ganarle a Macri?

Este no es un gobierno normal – primero hay que aclarar eso- por el poder que acumula. El oficialismo tiene el poder del Estado provincial, nacional y municipal en la ciudad más grande de la Argentina y, aparte, el poder económico, mediático y judicial. Esa conjunción de poderes nunca existió; los militares lo lograron interrumpiendo el proceso democrático. Ahí hay un desafío que tenemos que construir y eso explica cómo abordamos las diferencias. La unidad es por etapas, hoy necesitamos acuerdo con todos los sectores que piensen que el FMI no puede conducir la economía argentina. En ese marco se explica cómo vamos cabalgando las contradicciones. Cualquier diferencia que yo pueda tener con cualquier opositor es más pequeña que la que tenemos con Macri y con los grupos económicos que ellos representan.

¿Por qué el Movimiento Evita decidió apoyar la candidatura de Felipe Solá?

Apoyamos a Solá en el marco de una unidad opositora. Si esa unidad opositora se resuelve en una lista única, vamos para adelante; si no, es pensar cómo construimos estrategias que permitan arrimar votos que otros espacios no arriman. Cristina es la que tiene más votos de toda la oposición, pero con esos votos no alcanza y eso también lo demostró la última elección. Yo creo más en la noción de confluencia que de unidad. Aparte pienso que la unidad no es sólo electoral: necesitamos incorporar a la coalición opositora a los movimientos sociales y los feminismos que construyeron poder desde abajo. Pero no tienen que estar acompañando, sino como protagonistas.

Fotos: Virginia Robles

Antes de la Marcha del Orgullo LGBT de este año decidiste hacer pública tu identidad marica. ¿Porque en ese momento?

Yo sentí que tenía una responsabilidad que es un lugar público. Era una deuda para mi allanar un camino para que las próximas generaciones lo vivan con más libertad. Por eso ahora insisto con la identidad marica y con que esto se hable en voz alta. Los feminismos hicieron que se hable de otras cosas y que yo sienta que podía decirlo ahora públicamente.

¿ Cómo era militar antes de salir del closet?

Yo salí del closet con mi familia y con mis amigos hace 9 años, antes de eso la vida era difícil. Uno va construyendo mecanismos: en mi casa yo era el tímido, con mis amigos era el que no contaba. Es muy difícil porque desde chiquito te formatean en el binarismo heterosexual; entonces, cuando uno empieza a hacerse preguntas, no encaja en las posibilidades que te da la vida. Salir del closet es un proceso porque el closet no es un placard, es una forma de vivir, de relacionarse.

¿Cambió algo de tu militancia con el posteo público?

Yo recibí mucha buena onda de todo el mundo y eso está bueno, pero no es lo normal. Yo soy marica hombre, blanco, diputado, tengo un lugar de privilegio que muy pocos de nuestra comunidad tienen. No es lo mismo ser trava negra del conurbano trabajando en la calle.

Fotos: Virginia Robles

Macri hace lobby con la política de diversidad, pero en Brasil vemos un discurso explícitamente fascista. Incluso Bolsonaro dijo que prefiere que su hijo se muera antes de ser homosexual. ¿Cómo ves esta diferencia de posiciones frente a la diversidad en América Latina?

Uff, ese padre no te lo robo. Yo creo que los movimientos LGBT de Brasil llevan haciendo un gran trabajo, pero en Argentina tenemos la ley de matrimonio igualitario y la ley de identidad de género que son faro mundialmente. Yo hice el posteo porque veo que en Argentina el gran clima de inclusión -porque nosotros no queremos tolerancia, queremos inclusión- fue atacado en el último tiempo. Me parece que la reacción de Macri tiene que ver con una lectura que hace de la sociedad argentina. Acá no hay lugar para un Bolsonaro presidente. Brasil es el país con más crímenes de odio contra la comunidad LGBT del mundo.

¿Fue una manera de demostrar que para hacer política no hay que ser “el más macho”?

Si, obvio. La política tiene algo de la fuerza masculina imponiéndose, el poder es patriarcal. La lucha por el poder, incluso en organizaciones que pretendemos transformarlo todo, no escapa a ese formato. Por eso están buenos los cimbronazos y después continuar el proceso de teje – como hicieron las travas- y construcción, como hicieron las pibas. Yo siempre digo, los piqueteros es el nombre público que identifica a los movimientos sociales en la historia y el 99% eran mujeres, porque las piqueteras formaron los comedores que eran los núcleos de organización de los movimientos sociales.

Fotos: Virginia Robles

¿Cómo se sobrellevan las diferencias partidarias dentro de la CTEP?

La CTEP es una herramienta gremial que intenta representar a los y las que menos tienen. Nosotros dividimos eso de lo que son las estrategias políticas electorales. Desde CTEP creemos que los trabajadores de la economía popular vinieron para quedarse. Esa fue una discusión también con algunos sectores del peronismo que decían que el desarrollo industrial o económico de la Argentina iba a hacer que desaparezcan los sectores de la economía popular. Nosotros dijimos: “No, nosotros vinimos para quedarnos porque hay un salto tecnológico, hay concentración económica, entonces siempre va a existir el sector de trabajadores y trabajadoras que se la rebusca y todos lo días inventan su propio trabajo”. En la CTEP tenemos muchos matices en términos de política electoral, pero tenemos una sola estrategia en términos sociales.

¿Por qué hay tanto prejuicio frente a la organización de los sectores más pobres?

Los prejuicios son el resultado de los procesos de frustración colectiva ante el neoliberalismo que genera un chivo expiatorio en los sectores más débiles. En Argentina 1 de cada 3 -en 2017- y ahora 1 de cada 2 niños de la provincia de Buenos Aires come en un merendero o comedor comunitario o de la escuela pública. El 51% de los niños, niñas y adolescentes de nuestro país es pobre. De eso se hacen cargo lo que muchos sectores llaman “choriplaneros”, de construir infancias más justas y más felices. Hay un montón de tareas que realizan todas las organizaciones sociales que están invisibilizadas. Nosotros estamos pensando estrategias para mostrar la otra cara del piquete, pero hay una responsabilidad de la derecha argentina, el PRO encabezando, que se la pasa criminalizando a estos sectores como estrategia de “populismo punitivo”.

¿Para qué sirve este populismo punitivo?

Es una estrategia útil para articular un sector. Pero también por los intereses del gobierno. Patricia Bullrich es la mayor lobbista de venta de armas, cámaras y del negocio armamentístico estadounidense e israelí en Argentina. Ella hace lobby para poder vender, por eso instala el problema de la inseguridad permanentemente.

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El Grito del Sur es un medio popular de la Ciudad de Buenos Aires.
Fundado el 23 de septiembre de 2012 en el natalicio de Mariano Moreno.