«Llaman usurpador a quien gana una elección y presidente a quien las ha saboteado»

Desde Venezuela, el Reverendo Juan de la Calle, periodista, profesor y pastor presbiterano, nos acerca una crónica urgente sobre lo que sucede en el país. "El juego de la mentira está en los medios de comunicación: llaman usurpador a quien gana legítimamente una elección y presidente a quien ha saboteado procesos democráticos".

Hoy, una vez más, el imperio norteamericano se levanta para demostrar su poder contra los pueblos que consideran que no pueden enfrentar su poderío militar de gran nación guerrera e imperialista. El fatal y paranoico presidente de Donald Trump ha puesto su mirada
sobre Venezuela, amenaza con invadirla y arrasar con el gobierno revolucionario, legítimamente electo de Nicolás Maduro y busca imponer un títere como presidente, Juan Guaidó, a quien el pueblo venezolano le conoció primero el trasero que su rostro.

Estados Unidos tiene una larga lista de invasiones a pueblos y gobiernos que no estuvieron dispuestos a someterse a su voluntad y caprichos. No atacan a grandes potencias, promueven la guerra contra pueblos que no tienen su potencial militar y así obtienen sus victorias aseguradas para vender sus producciones cinematográficas de Hollywood, en las que se presentan como los grandes héroes libertadores de gente inferior, luchando contra regímenes sanguinarios y comunistas que amenazan la seguridad de los Estados Unidos de Norteamérica.

Venezuela resiste, los venezolanos que creemos en el ideal de Bolívar, resistimos, desde la propia invasión de Europa a nuestras tierras: nuestros pueblos originarios en Venezuela han enfrentado heroicamente todas las invasiones. Hoy, la amenaza viene del norte, apoyada por un grupo de venezolanos que irracionalmente no ve las consecuencias de una guerra. Es común oír a gente identificada con la oposición venezolana anhelar un bombardeo, una
invasión por mar y aire y no dudan en expresarlo de forma alegre e irresponsable por las redes sociales.

El 20 de diciembre de 1989, Estados Unidos invadió Panamá para arrestar a quien fuera su
protegido, Manuel Noriega. La operación dejó no menos de 3 mil bajas civiles, según cifras
oficiales. Todo este derramamiento de sangre  para silenciar a quien había sido, hasta unos meses atrás, uno de sus mejores aliados en el continente. Masacraron a los habitantes del barrio El Chorrillo, y los organismos de Derechos Humanos, la OEA y las Naciones Unidas guardaron un silencio cómplice absoluto.

Veintiséis mil efectivos militares norteamericanos bien entrenados invadieron a Panamá, contra un pequeño ejército sin fuerza aérea ni naval. Ahora, contra Venezuela la cantidad de efectivos militares se multiplica por cientos de miles y los recursos tecnológicos son más sofisticados para poder enfrentar a las fuerzas venezolanas. Pero la verdadera guerra ya comenzó y se disputa en diferentes aéreas que mantienen al país en una verdadera crisis. Una antesala a una posible invasión sangrienta y destructiva contra la población civil venezolana.

No solo los cuarteles son objetivos a destruir en una rápida y mortífera invasión: barrios como el 23 de Enero están en la mira, el Palacio de Miraflores, las instalaciones eléctricas y de agua potable, puentes, carreteras, hospitales, emisoras de radio y televisión, Telesur, escuelas, las embajadas de países amigos, son blancos que durarían menos de un solo día en una potencial invasión.

Ya comenzó la guerra económica. Una alianza entre asociaciones de empresarios e inversores
venezolanos que financian todas las acciones violentas de grupos extremistas. Ya iniciaron la campaña de terror contra toda persona que simpatiza con el gobierno bolivariano y actos de amenazas a la integridad física de quienes no apoyen sus acciones terroristas.

El juego de la mentira esta en los medios de comunicación: llaman usurpador a quien gana
legítimamente una elección y presidente a quien ha saboteado procesos democráticos en
repetidas ocasiones. Una Asamblea Nacional en desacato nombra a un personaje violento,
machista como Presidente de la República y éste, siguiendo la tradición golpista de siempre,
se auto juramenta para que, de la noche a la mañana, los Estados Unidos y la Unión Europea lo reconozcan oficialmente. Todo se construye a través de los medios de comunicación, toda la realidad que sale de Venezuela por los medios nacionales e internacionales se fabrican en laboratorios mediáticos, transformando a héroes en villanos y a asesinos en presidentes y jueces de mentira.

Nunca los medios de comunicación nacionales e internacionales mostraron los ataques a las casas de gente identificada como chavista, ni mostraron la quema de hogares, negocios, transporte público. Nunca mostrarán a los manifestantes disparando, arrojando molotovs, piedras, disparos de bazucas improvisadas, botellas de estiércol. Se censura la quema de gente viva, las cámaras son detenidas en ese momento, solo se activan cuando comienza la acción de los cuerpos de seguridad del estado. Solo mostrarán a manifestantes “pacíficos” reprimidos por los soldados venezolanos.

Una oposición apátrida que ya empezó a negociar nuestros recursos naturales y a atentar contra nuestra integridad territorial, entregando arbitrariamente el Esequibo venezolano, CITGO (NdR: Filial de PdVSA en EE. UU.)  y las mayores reservas petroleras del mundo. Ya prometen reeditar la Operación Cóndor, para proceder a cazar y asesinar a los chavistas sobrevivientes a la gran catástrofe que caerá sobre Venezuela, denominándola la “Justicia de Dios”, por los grupos fundamentalistas y ultraconservadores de la ultraderecha religiosa venezolana. La mismas instituciones religiosas que promueven sin ningún escrúpulo la violencia entre el mismo pueblo venezolano.

Solo nos toca resistir y luchar, persistir y triunfar.

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