«Convocamos a la unidad para decir Nunca Más a la pobreza y el hambre»

La de ayer pudo haber sido la última marcha por la Memoria bajo un gobierno de Cambiemos, lo más parecido a una noche negra para los organismos de Derechos Humanos, que reclamaron "unidad" como condición para generar un "Nunca Más" al neoliberalismo. Un 24 de marzo distinto, que miró de frente a las elecciones de octubre.

«Hoy la Argentina lidera las cifras de crecimiento de la pobreza en América Latina. Por eso convocamos a la unidad para decir «Nunca Más» a la pobreza y el hambre». Promediaba el discurso en Plaza de Mayo, y los organismos de Derechos Humanos, en boca de Abuelas, Madres e HIJOS ya habían repasado los puntos centrales de su posición ante lo que consideran los principales problemas del país bajo el gobierno de Cambiemos (la desocupación, la pobreza, la deuda, la pérdida de soberanía, la persecución a opositores, el negacionismo y los obstáculos en el proceso de Memoria, Verdad y Justicia) cuando apareció el reclamo central, que apunta directamente a las elecciones que se vienen. El pedido de «unidad» no pudo ser más certero en plena discusión previa al armado de listas y frentes electorales, y los organismos resaltaron en forma clara que esa condición es necesaria para derrotar a un Gobierno al que consideran no sólo su enemigo, sino el enemigo de todo el pueblo argentino. El «Nunca Más a la pobreza y al hambre», fue el pedido de Madres y Abuelas a nunca más un gobierno de Mauricio Macri.

Con ese tono confrontativo, con un pie puesto en el proceso de Memoria y otro en la actualidad concreta del país, los organismos de Derechos Humanos le hablaron a una Plaza repleta en lo que pudo haber sido el último 24 de Marzo bajo el macrismo, en caso que ese pedido concreto de unidad que bajó del escenario se lleve a cabo.

Foto: Catalina Distéfano

A 43 años del último golpe, los organismos volvieron a utilizar aquella frase inmortalizada en la carta abierta de Rodolfo Walsh para trazar un paralelismo entre la política económica de Martínez de Hoz y la actual: «Miseria Planificada». La idea surgió por primera vez en 2017, cuando se cumplieron 40 años del asesinato del escritor y periodista. Así se argumentó esa posición desde el escenario: «Estamos en esta Plaza para seguir defendiendo la democracia, porque hoy está en peligro. No tener derecho al trabajo, a la alimentación, a la salud, a la educación y a la vivienda, entre otros derechos fundamentales, genera pobreza y hambre. La pobreza hoy alcanza cifras alarmantes: lo indican los millares de comedores sociales en escuelas, barrios, municipios e iglesias. Nuestro país, que es potencialmente rico, ha sido empobrecido adrede por este Gobierno».

La interpelación a derrotar en las urnas al macrismo tuvo un trazo épico sobre el cierre, acompañado por una Plaza conmovida: «Desde esta Plaza, aplaudimos a las trabajadoras y trabajadores que siguen logrando la unidad y la organización para enfrentar al ajuste y desidia del Gobierno, saliendo a las calles, a las plazas, a las puertas de las fábricas y las escuelas a decir ¡basta!, a reclamar por lo justo, a defender el derecho a un trabajo digno y a un plato de comida en la casa», se dijo. La multitud respondió con el clásico «¡Unidad de los trabajadores y al que no le gusta, se jode, se jode!», coreado en simultáneo por Madres, Abuelas e Hijos.

Foto: Catalina Distéfano

Ya en la previa de la marcha, el jueves pasado, Abuelas presentó en el anexo de la Cámara de Diputados un proyecto de ley que busca «institucionalizar» las políticas de Memoria «más allá del gobierno de turno». Ese día, rodeadas de diputados de la oposición, Estela de Carlotto, adelantando lo que sería el eje central del acto de ayer, pidió que «los Derechos Humanos sean uno de los temas centrales de la agenda electoral». No hay dudas que, en la campaña que se viene, los organismos de Derechos Humanos reclamarán un rol central en la disputa para derrotar al Gobierno.

Acá estamos

«El pañuelo blanco representa todas las luchas», dijo alguna vez Nora Cortiñas. La foto de las calles de ayer, de las columnas avanzando con dirección a la Plaza de Mayo dejó en claro que se consolidó el cambio generacional de los 24 de marzo y con él, cambió también el folklore. De aquellas marchas en tiempos de impunidad, densas y de contenido unívoco, se pasó a un día de la memoria con las comunidades LGTBQI+, el feminismo y sus pañuelos verdes, proyecciones, intervenciones artísticas, música, teatro: la marcha de ayer fue más parecida a una fiesta que a una movilización que recuerda un genocidio. Quizás sea la forma que aprendimos de reivindicar a aquellos que cayeron: con alegría, con las luchas del presente.

Foto: Nicolás Cardello

«Fueron 30.000 personas detenidas-desaparecidas que lucharon por otro país. Reivindicamos todas sus luchas, que formaron parte de la militancia como herramienta de transformación de la realidad en organizaciones del peronismo revolucionario, como Montoneros, la FAP, o el movimiento de Sacerdotes por el Tercer Mundo; la tradición guevarista del PRT; y las tradiciones socialistas y comunistas: Partido Comunista, Vanguardia Comunista y PCR, por nombrar sólo a algunas de las tantas organizaciones y espacios de participación política, sindical, estudiantil y social, luchando por ideales de libertad, igualdad, solidaridad y justicia social».

Foto: Nicolás Cardello
Los reclamos en materia de memoria

Desde que Cambiemos llegó al poder, no sólo proliferaron los discursos negacionistas (de ahí el retroceso que significa reafirmar que «fueron 30 mil»), sino que hubo un marcado estancamiento en el avance de los juicios y un aumento proporcional de las detenciones domiciliarias de los genocidas condenados, tal como lo explican los informes que cada año difunde la Procuraduría de Delitos de Lesa Humanidad.

Sobre el estado de situación de los juicios, del proceso de búsqueda de identidad de los nietos y las políticas de Memoria, Verdad y Justicia, esto dijeron ayer los organismos:

  1. «Reclamamos a todas las instancias judiciales que aceleren los juicios. Los familiares y sobrevivientes no podemos seguir esperando. Es más, hay Tribunales que han utilizado como atenuante el mero paso del tiempo: pretenden que los crímenes de los represores son menos graves, porque ocurrieron hace muchos años. Para los familiares, el paso del tiempo no alivia el dolor. Lo que repara es la justicia».
  2. «En cuanto a las políticas de Memoria, Verdad y Justicia, desde el 10 de diciembre de 2015 a esta parte fueron blanco de una agresión deliberada del Poder Ejecutivo, especialmente en la Secretaría de Derechos Humanos a cargo de Claudio Avruj, donde cerró programas y redujo la planta de trabajadores y trabajadoras que las sostenían a través de retiros voluntarios, jubilaciones, despidos arbitrarios, pases y renuncias por presiones. En este marco, la falta de presupuesto para los sitios y espacios de memoria se refleja en problemas de mantenimiento y la organización de actividades, formas silenciosas de vaciamiento, y la falta de conservación y preservación. En definitiva, el máximo responsable del retroceso de las políticas de Estado en los espacios de memoria es Avruj».
  3. «En 2018 sólo logramos resolver un caso. Las preocupaciones cotidianas, pero también los discursos que impulsan el olvido y justifican los delitos de lesa humanidad, no generan un clima propicio para quienes aún tienen pendiente indagar sobre su identidad».
  4. «A pesar de todas las dificultades, los juicios por crímenes de lesa humanidad continúan en todo el país. En diciembre pasado, este pueblo consiguió que la Corte Suprema revirtiera el fallo del 2×1, que reducía drásticamente las condenas de los genocidas, lo que demuestra la consolidación de las políticas de memoria, verdad y justicia como un acervo colectivo. Sin embargo, esa misma Corte Suprema ha desactivado la Comisión Interpoderes, que tenía por función impulsar los juicios por delitos de lesa humanidad. Casos emblemáticos como la Masacre de Trelew, que demostró que el terrorismo de Estado comenzó mucho antes de 1976, o los casos de Neuquén, continúan durmiendo en la Corte».
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