Juntas y acompañadas

"Juntas" es la opera prima de la dupla Nadina Marquisio-Laura Martínez Duque y narra la historia de Norma y Cachita, la primera pareja de mujeres que logró casarse en América Latina. La película se estrena este 7 de marzo en el cine Gaumont.

Nadina Marquisio y Laura Martínez Duque son las directoras de la película «Juntas», su ópera prima. El film retrata el último viaje a Colombia de Norma Ávila y Ramona «Cachita» Arevalo, la primera pareja de mujeres que pudo casarse legalmente en América Latina. Norma y Cachita se conocieron en Colombia, aún estando casadas con sus respectivos maridos. Luego de ponerse en pareja debieron esperar más de 30 años para casarse, sentando un precedente para lo que luego sería la Ley de Matrimonio Igualitario. La película fue presentada en el Festival Asterisco 2017 en Buenos Aires, donde recibió una mención especial en la Competencia Nacional de Largometrajes. Hoy se estrena en el cine Gaumont, en el día de la visibilidad lésbica. Las directoras hablaron con El Grito del Sur sobre la realización de la película y la importancia de hablar de la diversidad sexual en la vejez.

·¿Cómo fue retratar la vejez en una pareja de lesbianas? 

Fue un ejercicio muy interesante. La relación entre ellas y nosotras siempre funcionó como un juego de espejos enfrentados.  Cuando las conocimos, nosotras, Laura y Nadina, éramos una pareja que apenas comenzaba su relación  y ellas llevaban décadas juntas. Entonces éramos cuatro mujeres lesbianas, pero de generaciones y contextos muy diferentes. Por eso nuestras discusiones y charlas eran tan interesantes aunque, por supuesto, no coincidíamos en todo y veíamos muchas cosas desde puntos de vista distintos. De alguna manera, para nosotras era proyectar nuestra propia vejez y nuestro futuro en ellas. Ellas eran el referente vivo de una historia de amor que cualquiera de nosotras soñaría. Tal vez por eso quisimos hacer una película que honrara esa historia y lo que ellas habían hecho. Mas allá de ser lesbiana o no, lo que Norma y Cachita nos demuestran es que la vejez no es sinónimo de derrota y de fin, al contrario: debería ser el último llamado a la libertad.

·¿Creen que es diferente la vejez lesbiana a la vejez heterosexual?

Nosotras conocimos a Norma y a Cachita por una noticia que nos sorprendió haciendo zapping.  Se trataba de la inauguración de Puerta Abierta, el primer centro de jubilados LGBTIQ de Latinoamérica en Argentina. Ahí nos dimos cuenta que, no sólo en la sociedad, sino también en el cine, por ejemplo, la homosexualidad parece exclusiva de la gente joven. Después, cuando Norma y  Cachita se convirtieron en la cara visible del matrimonio igualitario y en las protagonistas de aquel boom mediático, nos dimos cuenta de algo aún más grave: para buena parte de la prensa la figura de ellas como primera pareja de mujeres casadas por ley, era la imagen de dos abuelitas, desexualizadas y por esto, más digerible, menos amenazante que la homosexualidad lésbica. Tal vez, la vejez de las lesbianas sí supone otros desafíos: primero porque la comunidad LGTBIQ no ha abierto suficientes espacios para visibilizar a sus adultos mayores y segundo porque las mujeres, lesbianas o heterosexuales, siempre estamos enfrentando el peso, el influjo y el agobio del patriarcado en todas las esferas íntimas y públicas de nuestras vidas.

¿Por qué es importante visibilizar esta historia?

Porque son dos mujeres que demuestran valentía, amor y fuerza para dejar un legado de amor y de lucha. Ellas no se casaron para legitimar su relación que ya había pasado la prueba del tiempo. Lo hicieron pensando en las generaciones más jóvenes que aún hoy sufren por el hecho de amar de forma diferente. Norma y Cachita insisten en algo: la urgencia de luchar por ser lo que sé es realmente  y amar a quien se quiere amar. Lo que intentamos hacer con la película fue traducir en imágenes, sonido y movimiento ese mensaje para que el espectador se pregunte por su propio deseo y las cuentas pendientes con su pasado. Lo que más nos inspiró, además, es que fueran dos mujeres las representantes de ese llamado a la libertad.

Cachita y Norma

¿Por qué eligieron contar la historia de Norma y Cachita en Colombia y no en Argentina?

Durante los dos primeros años que frecuentamos a Norma y a Cachita en su casa de Buenos Aires, el fenómeno mediático y social que las rodeaba nos llevó a preguntarnos si había allí una película para nosotras, pues todo ese tiempo nos había dejado una larga lista de decisiones tomadas sobre lo que no queríamos hacer: no haríamos entrevistas sentándolas frente a una cámara para obtener los “testimonios” de sus vidas, ni les pediríamos que mostraran las fotografías de su juventud para ilustrar un pasado irrecuperable, no hurgaríamos en los baches de su historia porque no pretendíamos juntar las piezas en un relato sin fisuras o “apropiado”, tampoco buscábamos reproducir un simulacro de su rutina hogareña que diera cuenta de la “normalidad” de su vida en pareja. No queríamos hacer una película para definirlas como mujeres o institucionalizarlas como representantes de una comunidad. Nos negábamos a confeccionar un documental tipo biopic para apresar una vida, muchos menos dos, en un par de horas. Lo que pretendíamos era capturar un pedazo de sus vidas “siendo”, en toda su potencia y en toda su verdad. Finalmente entendimos que nuestra película no estaba en esa casa de Buenos Aires simplemente porque Norma y Cachita tenían el corazón en otro lado.

¿Cómo se cuenta una historia de amor sin caer en los clichés románticos?

Tal vez no exista una forma para evitar los clichés. Cada historia propone un universo particular y está en cada realizador encontrar la estética que más lo conmueve. En nuestro caso, la primera decisión fue salirnos del lugar cómodo y emprender un viaje con nuestras protagonistas. Ese viaje nos transformó y nos conmovió también a nosotras. Ese paisaje, esa selva, los trayectos por tierra y por agua nos impactaron a tal punto que, después, en el montaje, entendimos que había relaciones y conexiones entre las imágenes que condensaban muchas emociones. Que una escena de baile y  de música podía ser más elocuente que una entrevista a cámara. El universo de «Juntas»se construye en el Caribe colombiano y lo que hicimos fue contar una historia de amor que nació allá a punta de música, baile, alegría y contrastes. Para nosotras lo más importante era que la película en su forma fuera tan libre como las dos mujeres que la inspiraron. Entonces decidimos hacer con mucho amor cada plano y cada secuencia, con la libertad de la poesía.

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