Acción Psicológica y dictadura: la trama invisible

Se presentó el nuevo libro "La Acción psicológica. Dictadura, inteligencia y gobierno de las emociones 1955-1981", de Julia Risler, en el cual estudia como se concibió la estrategia psicosocial para generar consenso a través de los medios de comunicación masivos durante el autodenominado "Proceso de Reorganización Nacional".

El día que nos encontramos caen chubascos y hay sol. Julia llega con los lentes apenas salpicados de lluvia a un café en el barrio de Chacarita. Habla con tranquilidad y ternura sobre los temas que lleva años investigando. Julia Risler es licenciada en Comunicación Social, investigadora independiente y doctora en Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. Además de docente universitaria, es parte del colectivo de arte «Iconoclasistas» que formó junto con Pablo Ares en el 2006.

Hace una semana, Julia presentó  en la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) su libro “La acción psicológica. Dictadura, inteligencia y gobierno de las emociones 1955-1981”, fruto de la tesis doctoral que elaboró en el marco de una beca de la Universidad de Buenos Aires. Aunque lo terminó en 2015, su escrito se resignifica a partir de la llegada al poder de la ola de gobiernos de derecha en Latinoamérica, demostrando una vez más cómo el pasado puede cobrar nuevos matices a la luz del presente.

Campaña de propaganda oficial. Secretaría de comunicaciones de la Dirección General Impositiva (DGI), entre mayo y diciembre de 1978.

“La acción psicológica es una tecnología castrense que surge en el seno militar y existe desde el principio de los tiempos, pero cobra fuerza en los años 50 con la Guerra Fría, bajo la doctrina de guerra revolucionaria que venía de Francia y en los 60, bajo la doctrina de seguridad nacional de Estados Unidos. La doctrina de seguridad nacional estadounidense -que fue la que finalmente se terminó imponiendo- surge de la hipótesis de que hay otro tipo de conflicto bélico. El enemigo ya no está en la frontera, sino que está mezclado entre la población; los mecanismos de guerra tradicionales ya no funcionan y aparece la lucha ideológica. Ahí es donde la acción psicológica cobra fuerza y tiene una organicidad en su despliegue”, explica Julia.

En nuestro país la acción psicológica fue fundamental durante la última dictadura militar para generar un consenso en la opinión de la población. Los lineamientos de la acción psicológica de este período se basan en el trabajo del Coronel Jorge Heriberto Poli, quien escribió tres libros (Acción Psicológica, Arma de paz  y guerra, 1958. Comunicación Social, 1974. Estrategia Psicosocial, 1979).  A través del sondeo sistemático de medios de comunicación masivos y encuestas casa por casa, se concibió una estrategia psicosocial de alcance nacional y de aplicación sistemática.

“Paralelo a la dimensión represiva del Terrorismo de Estado -los centros clandestinos, los secuestros, las torturas y asesinatos-, funcionó lo que yo llamo la “dimensión productiva”, que apuntaba a generar mecanismos de control social. Había una comisión articulada entre la Secretaría de Información Pública, una Subsecretaría del Ministerio del Interior, la SIDE y algunos órganos de inteligencia del Ejército que regulaban la información que circulaba, desde la campaña de publicidad oficial, los medios de comunicación masiva, los programas de cultura, hasta los materiales que se repartían en las escuelas, etc. Cuando empecé a estudiar los materiales me di cuenta que no era casual que se repitieran términos, palabras, eslogans”.

En 1980 el régimen difundió la campaña de propaganda «¡Sí, Argentina camina!», la cual estaba conformada por diversos avisos que puntualizaban los «logros» del gobierno en materia de políticas públicas

Además de la agencia nacional de noticias TELAM, la Junta Militar tenía un vínculo estrecho con la Asociación Argentina de Agencias de Publicidad, que es el aspecto visible de esta estrategia. “A fines de 1976 Videla dice en un discurso algo así como ‘Se ha ganado la guerra y ahora es hora de ganar la paz’, dando por entendido que se había terminado lo que ellos llamaban “la lucha interna”, que era la aniquilación de las organizaciones guerrilleras. En 1978 la revista Mercado invita a las principales agencias publicitarias a hacer publicidades con la frase “Ganar la paz”, que se publican en la revista y se imprimen en afiches para exhibir en la calle Florida. Luego los directores de la revista se reunieron con Videla y le regalaron los afiches”, cuenta Risler.

Editado por Tinta Limón,  La acción psicológica intenta desentrañar las estrategias silenciosas que tenían sobre el cuerpo como superficie de inscripción. Mediante los medios de comunicación -radios, revistas y diarios principalmente-, la dictadura urdió una “guerra psicológica” que buscaba incidir en el comportamiento y la opinión pública de la sociedad y en la que la propaganda habría de desempeñar un rol fundamental.

“Yo analicé qué tipo de valores eran los que se promovieron, qué tipo de ciudadano se construía, con qué cuerpo y que cabeza. Cuál debía ser el rol de la mujer, del hombre, figuras clásicas y tradicionales. Cuando uno habla de dictadura habla de la ´defensa del ser nacional`, de la ´civilización occidental y cristiana`, de la religión católica, de la familia tradicional, todos esos valores que sostenía el autodenominado Proceso de Reorganización Nacional. No es casual que ellos se llamarán así, era parte de sus objetivos refundar la Nación eliminando una parte de la población que ellos consideraban que traía ideas foráneas y apátridas”, asevera la autora, que subirá su libro a la web en formato PDF para su libre circulación. “También había muchas campañas para incentivar la delación, por eso se generó socialmente una retracción de los vínculos. La gente se sentía más cómoda dentro de sus casas, sin tener miedo a ser detenidos. Se apelaba a que los vecinos denuncien si veían algo sospechoso, que podría ser cualquier cosa realmente”.

A principios de mayo de 1982 la propaganda oficial difundió la campaña «Argentinos, ¡a vencer!». Constó de diferentes avisos pero todos finalizaban con el remate: «¡Cada uno en lo suyo defendiendo lo nuestro!».

De los lineamientos de acción psicológica elaborados durante la dictadura que perviven al día de hoy, Julia enumera el peso de la iglesia, la xenofobia, la sospecha hacia lo diferente, la desconfianza, el buchoneo, entre otros. “Continúa arraigada en el inconsciente colectivo la frase ´algo habrán hecho`, en que la sospecha cae sobre la víctima. Lo vemos mucho en los casos de violencia de género y es un mecanismo que se arrastra generacionalmente”.

Según Julia, este libro es un reflejo de la necesidad de estudiar cómo funciona el poder de las élites y vuelve a cobrar vigencia frente a un panorama nacional donde la derecha avanza y las políticas de Memoria, Verdad y Justicia retroceden.

“Cuando gana Macri lo hace con una campaña que apela mucho a las emociones. Es algo muy  Durán Barbista: la ´revolución de la alegría`, la adhesión de la población con eje en la emocionalidad y no en la razón. Para la derecha no importan los datos ni la evidencia empírica, que es algo que levantó siempre históricamente la izquierda. Por eso, desde los movimientos sociales investigan cómo se manejan las élites porque ellos nos estudian a nosotros, sino nosotros siempre estamos un paso atrás”.

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