Su vida, nuestra lucha

Después de un estreno a sala llena, el documental "MOCHA: Nuestra lucha, Su vida, Mi derecho" sigue en cartelera en el Cine Gaumont. El audiovisual fue realizado por estudiantes del propio bachillerato a través de un proceso colectivo que busca reflejar la identidad del primer instituto popular trans del mundo.

El Bachillerato Popular Mocha Celis suma un hito más en su corta historia. Además de ser el primer Bachillerato Travesti-Trans del mundo, sus estudiantes estrenaron «MOCHA: Nuestra lucha, Su vida, Mi derecho», una creación colectiva dirigida por Francisco Quiñones Cuartas y Rayan Hindi.

Una demanda en particular es la que funda los cimientos del Mocha: la inclusión en el sistema educativo de la comunidad travesti-trans y de diversas minorías, para las que el acceso a una educación de calidad constituye un obstáculo muchas veces insondable.

Desde sus inicios en 2011, pasaron por allí cientos de chicos y chicas trans, personas de otros colectivos como afro-indígenas descendientes y personas con distintas construcciones identitarias y de género que recibieron, y aún reciben, una educación pública, laica, gratuita y con perspectiva de género. Así la institución dio una respuesta, a la que ahora se incorpora la posibilidad de dar voz a estos colectivos a través de un documental autogestivo.

El documental

Corría el 2014 cuando, en plena cursada del bachillerato, en el marco de una actividad de la materia Metodología de la Investigación, surgió la idea de hacer el documental. Francisco Quiñones Cuartas, uno de sus directores, cuenta que la idea del proyecto «fue una excusa pedagógica para poder producir sentido, que dejen de ser sujetos-objeto para transformarse en sujetos-productores, de contenido y conocimiento». Una excusa que tuvo como resultado un film premiado internacionalmente: ganó el Gran Premio del Jurado en el Festival Asterisco 2018, y el mismo premio en el Río Festival de Genero & Sexualidade no Cinema de Río de Janeiro.

El documental consta de tres registros claramente diferenciados: las cámaras de backstage, con registro del armado de las distintas escenas; el registro de ficciones, en el que fueron representando situaciones cotidianas de la vida en el bachillerato, y, por último, un registro de entrevistas a las distintas partes que integran el Mocha (grupo docente, autoridades y estudiantes).

A través de estas distintas perspectivas, MOCHA busca dar cuenta de la singularidad y de los elementos comunes que hacen a los relatos de quienes integran la comunidad del bachillerato. Entre ellos sobresale una historia, un relato directriz, sobre el que pivotea constantemente el documental: la historia de Mocha Celis. En palabras de Francisco Quiñones Cuartas: «Ella era una compañera travesti tucumana que fue asesinada en los años 90 por la policía y no sabía leer ni escribir. Una de las razones de la película es que no queremos que ese sea el destino de nadie más». Si bien el guión no se centra exclusivamente en su historia de vida, la lucha de esta trabajadora del Bajo Flores, que enfrentó distintas formas de abuso y maltrato policial que concluyeron en su asesinato, es una piedra fundamental tanto de la institución como del audiovisual.

A través de representaciones ficcionales y entrevistas, MOCHA logra transmitir los miedos, tragedias y superaciones que forman parte de la historia de muches de les integrantes que hacen al bachillerato. La crudeza de sus vivencias se ve contrastada con el amparo que implica, para sus estudiantes, la existencia de una institución inclusiva de estas características. Para quienes estaban resignades a meterse en un sistema educativo que sabían sumamente hostil y se imaginaban -por sus elecciones identitarias- necesariamente segregades del sistema laboral, el Mocha es también un resguardo que les permitió figurarse como futures profesionales.

Flavia Flores, una de las protagonistas del documental y estudiante del bachi, habló con El Grito del Sur y narró cómo vivió la experiencia de hacer el documental. «Para nosotros fue una experiencia nueva y muy linda. Fue como para decir ‘se hace todo esto para que escuchen, de nuestras propias bocas, los relatos’. Eso es lo que nosotros quisimos visualizar y fue todo hecho a pulmón», contó.

Respecto a la devolución que sintieron del público, comentó: «Estamos muy contentos de lo que salió y lo que la gente expresó los días que estuvimos en la proyección. Fue un lleno total en los cines del MALBA -donde estuvimos los cuatro domingos de febrero- . Estamos muy contentes porque: ¡Sala Llena!.»

El documental se puede ver todos los días en el Cine Gaumont (Rivadavia 1635) a las 18hs y en la sala del MALBA (Figueroa Alcorta 3415) todos los domingos de marzo, también a las 18hs.

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