Amas de casa nada desesperadas

¿Cómo funciona el sindicato de amas de casa? En el día del trabajador y trabajadora, recogemos la lucha de un trabajo históricamente invisibilizado.

El 12 de marzo de 1983, un grupo de mujeres de la ciudad de Tucumán comenzó a organizarse entendiendo que era necesario visibilizar el trabajo que se realiza dentro del hogar. Esta chispa, que se encendió en los albores de la vuelta a la democracia, fue creciendo en nuestro país en paralelo al movimiento feminista que viene llevando a cabo desde hace 34 años los encuentros nacionales de mujeres. Hoy el anhelo se convirtió en una organización que tiene forma, nombre y lugar: el Sindicato de Amas de Casa.

El SACRA, como son sus siglas, funciona en 18 provincias del país bajo el lema salario, jubilación y obra social. Su secretaria general, Pimpi Colombo, se desempeñó como diputada de la Ciudad de Buenos Aires entre 1997 y 2003, fue presidenta del Consejo Nacional de la Niñez Adolescencia y Familia del Ministerio de Desarrollo Social entre 2004 y 2005 y del Consejo de la Mujer de la Presidencia de la Nación entre 2004 y 2008. Según cuentan sus compañeras ante la pregunta de si las amas de casa del sindicato se consideran feministas o no, Pimpi siempre responde: “Somos lo que Evita era. Si vos considerás que Evita era feminista lo somos, sino no”.

El norte del sindicato es desdibujar la pared social que existe entre el mundo de lo privado y lo público. A pesar de los avances al día de hoy, el motivo por el cual surge SACRA continúa vigente: en Argentina el trabajo doméstico no está reconocido ni en su carácter social ni en su importancia para la economía del país. No sólo las mujeres que trabajan dentro de sus hogares no son reconocidas ni remuneradas, sino que además aquellas que tienen un trabajo formal se enfrentan a la distribución desigual del trabajo doméstico con sus pares varones.

Las particulares de este sindicato limitan su posibilidad de desarrollar políticas. Si cualquier ente sindical percibe ingresos por afiliado que derivan de sus aportes, las amas de casa no tienen ingresos, por lo cual no cuenta con ningún aporte fijo del Estado. A pesar de las limitaciones, el SACRA desarrolla políticas públicas e intenta formar la trama de solidaridades entre trabajadoras, que se dificulta al no tener el ámbito laboral como territorio de encuentro.

Los lemas principales de SACRA son salario, jubilación y obra social, reclamos que en cualquier otro trabajo formal son batallas ya ganadas. Respecto al salario, la Red Sacra de Microcréditos surge de un acuerdo entre el SACRA y el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. Este programa basado en microcréditos -con un tasa de interés anual muy baja- permitió que muchas mujeres pudieran realizar sus emprendimientos.

En cuanto a la salud, en el año 2001 se logró la inscripción dentro del Registro Nacional de Obras Sociales, llegando de esta forma a conformar OSSACRA, la obra social de las amas de casa. Desde el sindicato rescatan que es una batalla fundamental para que las amas de casa dejen de depender de un trabajador formal -en general varón- para ser sujetas de derechos.

La Asignación Universal por Hijo (AUH) también fue una política de Estado que marcó una mejora fundamental en la calidad de vida de las amas de casa y las mujeres cabeza de hogar. “La AUH tenía como base reconocer que la mujer es la que está en general a cargo de los hijos; por lo tanto, el dinero que se cobrará era administrado por la madre cambiando el paradigma de que siempre el dinero viene por parte del hombre», cuentan desde el sindicato. “Algunas dijeron que darle el dinero a la mujer implicaba encasillar a la mujer en la maternidad. En la maternidad ya estamos encasilladas, encima había un dinero asignado por el Gobierno para los chicos que en muchos casos no llegaba”.

En Argentina no existe una ley de jubilación de amas de casa: en los sucesivos gobiernos tanto de Néstor como de Cristina Kirchner realizaron una serie de moratorias provisionales que fueron prorrogadas. Éstas permitieron que las personas con menos de 30 años de aportes perciban la jubilación mínima. De 2 millones y medio de personas que se jubilaron en esas moratorias, dos millones fueron mujeres que no llegaban a la cantidad de años de aportes requeridos tanto por haber trabajado en el hogar mientras su pareja realizaba el trabajo remunerado, como por haber tenido empleos informales que fueron interrumpidos en muchos casos para desempeñar tareas de cuidado en las familias.

Actualmente, en vistas de un nuevo vencimiento de la moratoria, Beatriz Mirkin, delegada del sindicato y senadora de la provincia de Tucumán, encabeza un proyecto para que finalmente se oficialice por ley el derecho a que exista una jubilación para amas de casa.

Pimpi Colombo, Secretaria general del SACRA
El tiempo es dinero. Datos sobre el trabajo no remunerado

Según la ONU, si el trabajo no remunerado fuera contabilizado, su contribución representaría hasta un 40% del PBI de los países industrializados. Ese porcentaje se estima superior en los países con menor desarrollo. En la Ciudad de Buenos Aires, el trabajo de las mujeres en su hogar equivale al 56% del PBI interno. Según la investigación «Decir mujer es trabajo», llevada a cabo por Pimpi Colombo y Alejandra Rupnick en la Ciudad de Buenos Aires en el año 1998 y actualizada en el 2007 mediante una encuesta online, las mujeres cobran solamente por un tercio del trabajo que realizan.

Además, la encuesta sobre trabajo no remunerado y uso del tiempo realizada a nivel nacional por el INDEC en 2013 demostró que la distribución porcentual del tiempo dedicado al trabajo doméstico no remunerado -según sexo en la población de 18 años y más en C.A.B.A.- es de un 70,1% en las mujeres y un 29,1% en varones.

Recientemente, una encuesta realizada por la consultora privada Opinaia realizada en diciembre del 2018 y publicada en marzo del 2019 suma algunos datos más: el 50% de las mujeres realiza a diario las tareas de limpieza, mientras que en el caso de los hombres es sólo el 37%.

Desde el sindicato consideran que todas las mujeres somos amas de casa, aunque algunas no se reconozcan así y las pruebas no faltan. Sin embargo, para que cobre mayor legitimidad el reclamo, es necesario un relevamiento nacional con datos oficiales al respecto.  Impulsado por Beatriz Mirkin y con media sanción en la Cámara de Diputados, se acompaña el proyecto de ley para la realización de una encuesta con el objetivo de cuantificar el valor del trabajo no remunerado en las encuestas nacionales de hogares realizadas por el INDEC.

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