Aborto legal para los pibes trans

Tomás Máscolo es varón trans, periodista y editor de La Izquierda Diario. Uno de sus temas de estudio es la visibilización de la interrupción del embarazo en varones trans. Frente a una nueva presentación del proyecto de ley, Tomás habla de las dificultades en el acceso a la salud que aún sufren las identidades trans.

“Aborto legal para chicxs trans”, decía el cartel que llevaba un joven trans de 16 años en uno de los pañuelazos al comienzo del año pasado. Su foto, sosteniendo la cartulina blanca pintada de letras verdes, se viralizó luego de que Agustín Laje -uno de los famosos abanderados antiderechos- la reposteara en sus redes sociales, burlándose de manera agresiva y exponiendo al menor de edad.

Si la marea verde se extendió sobre nuestro país y contagió al resto del continente, fue porque desde el debate parlamentario la discusión sobre la legalización del aborto estuvo y está en boca de muchxs, incluso de Laje. Sin embargo, estxs muchxs no fueron todxs. De los 700 expositores que pasaron por el Congreso el año pasado, sólo dos fueron varones trans. El primero fue Diego Watkins, de la Asociación de Travestis, Transexuales y Transgéneros de Argentina (ATTA); el segundo, Blas Radi, es investigador, activista e integrante del Observatorio de Género en la Justicia de la Ciudad de Buenos Aires. “La participación en el proceso legislativo que no involucra a todos los grupos que serán afectados por las leyes resultantes es una práctica contraria a los principios del Estado democrático», dijo Radi durante aquel discurso. La importancia de visibilizar el aborto en varones trans fue tal que llevó a modificar el sujeto del proyecto de Ley de Interrupción Legal del Embarazo de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, que pasó de “mujeres” a “mujeres y cuerpos gestantes” en el texto presentado el pasado 28 de mayo. Sin embargo, el acceso a la salud sexual y (no) reproductiva sigue llena de obstáculos para las identidades T.

Fotos: Catalina Distefano

Tomás Máscolo es varón trans, periodista de La Izquierda Diario -donde edita la sección de Género y Sexualidades- y militante de la agrupación Pan y Rosas dentro del PTS. Uno de sus temas de investigación es el aborto en varones trans. “La visibilidad de que podemos gestar está hace poco, pero la realidad es que existimos desde siempre”, cuenta a El Grito del Sur. “Lo que hay escrito en español es muy poco. Me di cuenta de la desinformación que hay en una charla a la que me invitó La Campaña en Entre Ríos en el año 2014. Yo le hice una pregunta muy básica a un médico que estaba en el mismo panel panel conmigo y no supo contestar”.

“Hasta ahora ningún médico me dijo si se podía realizar un aborto -si no quiero usar misoprostol- durante el “período ventana” en el que se sigue ovulando ni si hay contraindicaciones». Ante la falta de estudios, Tomás se encargó de realizar su propio corpus. El joven entrevistó a 20 varones trans de distintas partes del mundo para conocer cómo vivieron su aborto. “La clandestinidad era el vector común. Aún en Francia, donde es legal, la persona que entrevisté tuvo que recurrir a la clandestinidad”. El miedo, tener que negar la identidad y pasar el proceso de interrupción del embarazo de manera solitaria eran otras de las características que se repetían en las historias. “A partir de eso empecé a denunciar la violencia a la que se enfrentan los tipos trans a la hora de acceder a la salud; la dificultad de ir a un ginecólogo, por ejemplo”, explica Tomás.

Fotos: Catalina Distefano

Tomás tiene 32 años y nació en Rosario, pero se instaló en Buenos Aires para continuar con su militancia. Cuenta que su abuela pudo entenderlo mejor después de que en la serie televisiva “100 días para enamorarse” apareciera un adolescente trans, aún cuando su adolescencia no haya sido así.  Tomás abortó y, aunque elige no contar su experiencia, dice que él parte -como muchxs- de haber conocido la clandestinidad, la violencia obstétrica y la discriminación.

En Argentina la Ley de Identidad de Género 26.743, sancionada en 2012, establece la inclusión de la atención sanitaria trans-específica en el Sistema Público de Salud mediante el Plan Médico Obligatorio, partiendo del reconocimiento del “derecho al libre desarrollo de la personalidad” y del “goce de la salud integral”. Sin embargo, los mitos y la desinformación siguen siendo moneda corriente. Como explica el medio digital VICE: “El mito de que los hombres trans son estériles, por ejemplo, circula porque existen países en el mundo que exigen una especie de sacrificio para quienes deciden modificar nombre y género en sus documentos de identidad. (…) Muchas veces se cree que todos pasan por una histerectomía, la operación quirúrgica que consiste en extirpar el útero total o parcialmente. Pero no todos toman esa decisión: hay multiplicidad de opciones. Hay varones trans que desean gestar y paternar”.

Fotos: Catalina Distefano

Aunque desde el 2015 existe una “Guía de Salud Trans” avalada por la Ley de Identidad de Género y basada en los principios de Yogakarta  -el documento de la ONU que establece estándares para proteger y evitar abusos a los derechos humanos de las personas lesbianas, gays, bisexuales y transexuales-,  Tomás recalca que el problema reside en estandarizar bajo el mismo procedimiento a todas las personas trans.

“No hay que pensar a la salud desde la perspectiva trans, porque en última instancia somos personas; entonces, los médicos tienen que entender que hay que tratar un cuerpo”, explica Máscolo. Además remarca la importancia de exigirle al Gobierno que se cumplan las leyes ya establecidas y se implementen políticas públicas para mejorar el acceso a la salud de las personas trans, que mientras tanto siguen aconsejándose e intercambiando direcciones de hospitales y medicxs amigables por grupos de Facebook.

“Si vos tenes un gobierno como el de Cambiemos, que lo primero que hizo fue recortar los planes de salud y reproducción sexual, despedir a 200 trabajadoras del Hospital Posadas, que cierra el Ministerio de Salud, es una concatenación de políticas públicas no cumplidas que no pueden suplirse porque un medico o dos lo sepan hacer. Igual durante estos años algunas cosas cambiaron, pero no tantas. Yo sigo peleando por lo mismo que empecé desde hace décadas. Tuvimos una década kirchnerista donde había un Ministerio de Salud a favor del aborto y la ley no salió. No se puede esperar más para que el aborto sea legal, es una demanda que se presentó ocho veces y fue negada tanto en los gobiernos anteriores como en este».

Sobre si se siente representado por el feminismo, Tomás dice que es un tema complejo: “el Encuentro Nacional de Mujeres fue el primer lugar hostil al que me enfrenté, había gente que te miraba la entrepierna como si eso tuviera que ver con si puedo hablar. Yo quería ir a los talleres de aborto porque aborté, entonces por qué no voy a conquistar derechos y estrategias si yo mismo lo viví”. Respecto al nuevo proyecto de la Campaña y el cambio en el sujeto de la Ley, Tomás advierte que “si bien conquistamos una visibilidad, ese tiene que ser nuestro piso. No somos cuerpos gestantes: somos otras identidades, donde están los tipos trans, las lesbianas, les no binaries”. Y explica que apoya totalmente el proyecto de la Campaña porque trata el tema como una cuestión de salud pública.

En su artículo “La Paradoja Transgénero”, Mauro Cabral nombra la transgeneridad como “un espacio por definición heterogéneo en el cual conviven – en términos no sólo dispares sino enfrentados- un grupo de narrativas de la carne, el cuerpo y las prótesis (…) Un espacio atravesado por una multitud de sujetos en dispersión (…) Todxs aquellxs que de un modo u otro encarnamos vidas no reducibles ni al binario genérico ni a los imperativos de la hetero o homonormatividad”. Tomás prefiere traer a la mesa la frase de Lohana Berkins, activista travesti y militante histórica: “somos sujetos transformadores de la sociedad”.

Cuando se le consulta por los grupos de feministas trans-odiantes, opina que atrasan mucho y confunden el enemigo. “La diversidad sexual no es el enemigo del feminismo. Yo no quiero la tolerancia, eso es muy de los ´90. Yo quiero tener el mismo derecho que tienen todos”, subraya.

Máscolo dicta talleres de Educación Sexual en escuelas de CABA y el conurbano. En uno de los últimos, una chica de catorce años levantó la mano para contar que estaba embarazada y dijo: “Yo soy consciente que al no tener 7 mil pesos para comprar misoprostol ni 60 mil para ir a una clínica trucha tengo la posibilidad de morir, y antes de eso prefiero ser madre”. Por eso el editor de Género de La Izquierda Diario repite: “La espera en lo que es el aborto legal, seguro y gratuito es muerte y, en última instancia, el negocio de la clandestinidad es que no haya acceso (a éste). A mí lo que me motoriza a pelear todos los días es que, mientras estoy yo acá, hay pibis quedando embarazades que no saben cómo hacer”.

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