¿Cómo funciona un TrollCenter?

“Podemos empezar a definir al troll como un ser dañino, desagradable y destructivo, con un punto débil: sus pocas luces”, dice en diálogo con El Grito del Sur la periodista Mariana Moyano, que acaba de publicar "Trolls S.A. La industria del odio en internet". El libro indaga en las formas que utiliza la política para influir en la opinión pública, y explica por qué, a veces, nos dejamos arrastrar por el odio colectivo de las redes sociales.

“Todos podemos ser un poquito troll en cualquier momento”, explica Mariana Moyano. “Es un modo de comportamiento”. La periodista acaba de publicar su segundo libro: Trolls S.A. La industria del odio en internet (Planeta), una investigación sobre el funcionamiento de los trollcenter pero también una descripción de cómo usamos las redes y cómo estas nos usan a nosotros. Para Moyano, docente e investigadora, las redes sociales digitales son el fenómeno comunicacional de la década.

Todo el libro se divide entre estos dos aspectos: por un lado, los trollcenter, los equipos armados y coordinados desde la política para influir en la opinión pública y, por el otro, la potencialidad de cada uno de nosotros de dejarnos arrastrar y sumarnos al odio colectivo de las redes sociales. Porque para la periodista está claro, “somos nosotros, pero es la red”, las condiciones necesarias para ser un troll, están en las redes y el paso de un comportamiento a otro es muy sutil.

“Podemos empezar a definir al troll como un ser dañino, desagradable y destructivo, con un punto débil: sus pocas luces”. El troll busca la autocensura. “Su necesidad principal es destrozar todo intercambio online entre pares y llamar la atención”. Ataca, casi siempre sin grandes argumentos pero de manera muy agresiva e intenta intimidar a los usuarios para que antes de una publicación piensen si van a tener ganas de entablar una discusión.

“El troll fue el comienzo, pero el libro es acerca de todos nosotros de cómo nos modifica la vida un puñado de mensajes tirados a la mar de bits y nubes (…) un recorrido por la práctica cotidiana de nosotros”. De este modo, se abordan nociones como “el capitalismo afectivo” y la “cultura de la fama”, acudiendo a múltiples voces y especialistas de diversas materias, desde la Biología y la Neurociencia, pasando por la Psicología hasta  la Comunicación. La búsqueda constante de likes, la medición por seguidores, la interacción incesante porque “si no estás en la red no existís” son los tópicos que llevan a Moyano a las dos grandes preguntas que atraviesan al libro: ¿Qué tiempos estamos viviendo? y ¿son nocivas las redes sociales?

De la ilusión por el ágora del debate universal, al tráfico de datos para publicidad y campañas políticas, el recorrido que hace la periodista parte desde la prehistoria de internet, donde predominaba el anonimato entre los usuarios, y llega hasta la actualidad con el odio y la indignación a la orden del día y con el smartphone como dios omnipresente.

¿Cómo actúan los trolls?

En principio, no hay una oficina al lado de Marcos Peña en donde él entra y dice: “todos a pegarle a pirulo”. Es casi como un medio de comunicación, nadie te dice nunca que tenés que pegarle a tal pero sabés que tenés que pegar, porque hay una estructura. Van a contratar a alguien que, o esté de acuerdo ideológicamente, o sea más inocente y lo tome como un trabajo sin saber bien lo que está haciendo. Ellos tienen actualmente una estructura que sí depende de Marcos Peña, que son personas con las que él viene trabajando desde hace años y tienen mucha importancia en lo comunicacional. Tienen cuentas que trabajan en distintas redes y miden todo el tiempo todo. Tienen una estructura muy organizada, muy aceitada. La disputa del troll es por quebrarte argumentativamente o desde la credibilidad, con odio y agresión. Por eso yo consulté a psicoanalistas. Marcos Peña es un genio malvado, trabaja para quebrarte.

¿Qué pensás de los diversos intentos para regular las Fake News que llevan adelante en conjunto medios con el Estado y las empresas de tecnología? Recientemente en Argentina se creó Reverso, un proyecto colaborativo que reúne más de cien medios y busca luchar contra la desinformación.

La mentira en los medios nace con los medios. Desde que aparece la prensa liberal los ejemplos son muchos y en todo el mundo. Lo único novedoso de las Fake News es que ahora tenés una cantidad de ciudadanos con poder de palabra que ratifican públicamente esa mentira que fue diseminada. Y te la venden como algo surgido de abajo, desde las bases, hacia arriba. Hay campañas en donde los trolls escriben mal a propósito para que parezca que es real. Suponiendo que sabemos que los medios mienten porque tienen intereses, ¿qué pasa cuando el de al lado mío también está mintiendo si supuestamente no tiene ningún interés en hacerlo? El tema de las Fake es que el que me está diciendo la mentira puede ser mi vecino. La mentira parecía reservada para los poderosos, pero ahora no. Ahí entra la retroalimentación, eso es la cosa nueva.

Mencionás un uso irreflexivo de las redes. ¿Qué estrategias se podrían implementar para mejorar esto?

El único modo de poder frenar lo que la red te dice es conociendo su funcionamiento. Podemos actuar como trolls, es un modo de comportamiento, entonces hay un modo de detección de cuando estás por tener ese comportamiento. Por ejemplo, una cita o mención ante un tweet que podría pasar desapercibido, puede desencadenar un día entero de odio para otra persona. Si yo tengo muchos seguidores, tengo que ser consciente de no tirarle todos mis contactos a otro usuario para que lo hostiguen. No hace bien ver el teléfono y tener cinco mil notificaciones puteándote.

Una de las preguntas que atraviesa el libro es “¿Qué tiempo vivimos?” ¿Pensás que se puede seguir hablando de una separación entre la vida virtual y la vida real?

No, me di cuenta que las redes digitales son una faceta nuestra. Inevitablemente forman parte de nuestro cotidiano. Sí me parece que la lógica propia de las redes sociales nos potencia determinado aspecto y en ese sentido creo que hay que detenerse a conocerlas, para no entrar en un esquema de odio. Si las redes forman parte de nuestra vida, ¿cuánto de esa lógica del odio se traslada luego a la otra parte de la vida donde las redes no están? Que de hecho es lo que está pasando, movimientos como terreplanistas, antivacunas, grupos de derecha, se agruparon primero en las redes. No hay una separación entre lo virtual y lo real.

¿Es la red la que nos hace actuar de tal forma o somos nosotros?

Yo creo que somos nosotros, pero en el marco de la red. Suponé que la idea de Twitter fuera escribir una publicación extensa de manera obligatoria. En una página y media, por ejemplo, uno puede desarrollar una idea, un pensamiento. Necesitás más tiempo para escribir, seguramente emprendés una relectura. Es decir, hay una elaboración, un texto más reflexivo. Los posteos más largos de Facebook son mucho menos agresivos que los textos cortos. ¿Por qué? Porque sabes que hay otro que se tiene que detener a leer. Pero al tener como lógica un espacio corto de escritura, hay que buscar la palabra más poderosa. No la palabra perfecta, sino la más poderosa. ¿Cuál es? La agresiva. La red te pide la palabra poderosa, agresiva. Entonces es uno, pero también es la red. El comportamiento en Twitter cambió al dar la posibilidad de más espacio, 280 caracteres, o los hilos. Pero la red quiere otra cosa. Yo lo que digo es que es necesario conocer dónde nos desenvolvemos.

Una de tus hipótesis es que los movimientos populares tuvieron menor dominio de la redes por una cuestión de prejuicio y por pensar la actividad militante en el territorio tradicional, en la calle. Eso ahora parece haber cambiado, pero ¿puede ser la derecha un modelo a seguir en las redes?

En Argentina todavía tenemos una derecha que no se asume de derecha (a diferencia de Trump y Bolsonaro), y como tal, su palabra parte de una falsedad. Cuando vos tenés que ocultar quién sos, lo que funciona es la publicidad, y el corazón de la publicidad es el slogan. Para los movimientos populares el modelo tiene que ser otro, pero están en un problema porque ellos necesitan complejizar la palabra, tienen una cosa solemne, de mostrarse duros y explicar, entonces la derecha aprovecha y se cola con un slogan que es falso pero que funciona. En este momento predomina la emotividad, que no quiere decir marketing de la falsedad, quiere decir sincerar la emoción. Ahí se le puede competir a la derecha que tiene el slogan perfecto porque miente, con una emoción que sea sensible y no falsa. Los movimientos populares tienen una cantidad de emotividades para potenciar. Kicillof, por ejemplo, es un tipo que junta multitudes. ¿Por qué conmueve tanto? Porque posee algo que le es propio, que no lo falsea: es una persona muy común. Su forma de vestir, el auto que tiene, cómo toma mate. Cuando alguien ve que la persona se está mostrando como es, eso es emoción.  No tiene que falsearlo, ni hacer marketing, él es eso.

La derecha sabe utilizar el odio de las redes…

Y la naturalidad también. El primer mensaje de Bolsonaro, después de que ganó, fue desde su casa y en la imagen se ve de fondo una soga con las sábanas colgadas. No sé si a propósito o casualidad, pero dame algo más empático que ver al tipo que va a ser presidente de tu país con las sabanas colgando en el patio, lo mismo que tenés en tu casa. Macri intenta construir eso. Los movimientos populares deberían utilizar la emoción. Al necesitar mostrar la complejidad de los temas y verbalizar tanto, Cristina y el resto del movimiento reprodujo la lógica de explicar y eso termina alejando. Uno quiere conversar, el exceso de explicación lo que terminó generando es una cantidad de explicadores, en los medios y en las redes y pocos conversadores. Todo el día durante doce años estuvieron explicando y la gente dice “bueno, basta quiero hablar yo”. El macrismo supo aprovechar mejor la participación en las redes, la horizontalidad, quizás de manera falsa, construyendo a “Cacho”, a “María”, a “José”, todos personajes que armó y que son inexistentes pero lo aprovechó.

Después de ganar las legislativas en 2017 se creía que el macrismo tenía la re-elección asegurada. Luego comenzó la crisis más grave de su gobierno, que sigue hasta el día de hoy. ¿A la crisis económica también le sobrevino una crisis comunicacional?

Lo primero que hay que decir y ratificar es que un problema de comunicación nunca es un problema de comunicación solamente sino un problema político anterior. Algo mal resuelto en términos comunicacionales es algo que está mal resuelto políticamente ¿Por qué la campaña de Scioli fue mala? Porque había problemas políticos entre Scioli y Cristina, punto. O entre la candidatura y el gobierno. El problema político del macrismo empieza en la secuencia Maldonado — devaluación — reforma previsional del 2017. Ahí empezamos a sentir que la estamos pasando mal. Ellos empiezan a tener problemas en las redes porque tienen problemas en la política. La red es un medio, no es el fin de la política, la política está en otro lugar y esto no ocurre en los medios de comunicación. Estos son poderosos, tienen intereses, pero la política está en otro lugar.

¿Puede una elección definirse en las redes?

No me animo a especular. Las elección de Trump, la votación por el BREXIT y el “No a la paz” en Colombia se ganaron por pocos puntos. Lo mismo la de Argentina del 2015. No es lo único las redes, pero definitivamente hay que estar ahí, porque uno o dos puntos de diferencia te pueden dar.

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