«Esto no es polarización, es competencia de odios»

El economista y precandidato a jefe de Gobierno por Consenso Federal, Matías Tombolini, reniega de la polarización y asegura que "lo que ordena el voto es la bronca contra alguien y no el acompañamiento a una propuesta".

Al tercer piso del antiguo edificio, en pleno centro porteño, se ingresa por una de sus puertas de vidrio. A la izquierda, una serie de reflectores alumbran la sigla APPS. No se trata de una empresa de nuevas tecnologías digitales, sino de Avancemos por el Progreso Social, la fuerza de Matías Tombolini. Ese nombre, de todas formas, está pensado de esa manera para hacer referencia a los dispositivos móviles, al uso de redes sociales y al marketing digital, todas cuestiones sobre las cuales el economista que encabeza en capital la boleta de Consenso Federal viene trabajando junto a su equipo de capacitadores y capacitadoras «como parte fundamental de una campaña electoral diferente, que apuesta al desarrollo productivo y a la generación de valor agregado», explica.

Luego de ser designado presidente del Consejo Económico y Social de la Ciudad de Buenos Aires (CESBA) a comienzos del año 2018, el economista de 45 años empezó a mostrarse con fuerza en los diferentes barrios de las 15 comunas porteñas y rápidamente logró elevar su perfil. Sin embargo, su confirmación como precandidato a jefe de Gobierno recién se dio luego de que se proclamara a Roberto Lavagna y a Juan Manuel Urtubey, que quedó debilitada por las fugas de Sergio Massa y Miguel Pichetto hacia el Frente de Todos y Juntos por el Cambio, respectivamente.

En diálogo con El Grito del Sur, Tombolini opina sobre este polémico mercado de pases con políticos que saltaron el charco y se lamenta por el debilitamiento de la «tercera vía». Además hace un balance de su recorrido político, revela el modelo de Ciudad que busca construir y hace alusión a la conformación de su lista, que incluye a familiares y a un ex vocero del Opus Dei.

¿Qué análisis hacés de los movimientos en el tablero político porteño? Lousteau y Cortina se pasaron al oficialismo. Lammens irrumpió de golpe como el referente del espacio peronista-kirchnerista. 

Me parece que son ordenamientos tácticos. Me parece que hoy el kirchnerismo presenta una lista de izquierda en la Ciudad, quizás una falsa izquierda porque izquierda es otra cosa, pero tiene una lista que prácticamente busca ser una oferta de izquierda. Por otro lado, el gobierno de Larreta tiene una posición que intenta buscar un tinte progresista, si se quiere. Yo creo que se ordenaron en función de esa lectura electoralista. Yo no sé bien cuál es el punto de contacto entre Pichetto y Lousteau, más allá de que ambos fueron kirchneristas. Ambos defendieron en el Parlamento la 125 y hoy están exactamente con la gente que combatió esa medida. No deja de ser llamativo.

Y en relación a que tus ex aliados Massa y Donda se hayan ido al Frente de Todos, ¿qué pensás?

Me parece que no es lo mismo lo de Vicky, que rompió un partido que existía y con el que yo comparto el espacio (Libres del Sur), que lo que pasó con Sergio. Él decidió preservar los distintos ámbitos que tenía el Frente Renovador en materia de intendencias y lugares en legislaturas provinciales/nacionales pagando un costo alto en términos personales. Esa fue la lógica que imperó en su caso, en una lectura donde no terminó de encontrar una diagonal entre lo que proponían Lavagna, Urtubey, Pichetto y Consenso Federal. Al no poder vertebrarse esa propuesta, él lo lee y dice «acá yo no tengo mucho más para sumar». Yo lo respeto y aparte estoy muy agradecido con Sergio porque él me abrió las puertas de la participación desde un protagonismo que yo nunca me hubiera imaginado.

¿Cómo te definís políticamente y qué expresa el espacio político que encabezas en la Ciudad de Buenos Aires?

Me identifico por supuesto con la mirada del desarrollo industrial del peronismo y una lectura respecto de la tensión del sujeto social que el peronismo siempre ha atendido. Lo que pasa es que hoy, si vos miras la vertebración del peronismo desde que existió en función de las organizaciones sindicales como representantes del movimiento obrero, hoy ese sujeto social es de clase media y por eso el sindicalismo discute la exención del impuesto a las ganancias. Claramente hay nuevos sujetos sociales que deben ser interpelados por los movimientos que se dicen populares. En ese sentido, las categorías izquierda-derecha no aplican en estos tiempos, no porque no apliquen para el análisis político. Yo digo que soy militante del sentido común porque creo que hoy hay que bajar los impuestos y el gasto. ¿Eso es ser de derecha? Y depende cómo lo mires. Porque la verdad que si vos me decís que bajando impuestos o gastando cero en publicidad y no los 1800 millones de pesos que se gastaron el año pasado en la Ciudad, pones más litros de leche en el bolsillo de los vecinos o pones kilos de asado en la mesa de los porteños. Yo no digo que el Estado tenga que dar esos kilos de asado, pero bajame el ABL, bajame Ingresos Brutos y esa plata vuelve a la calle. Para mí hoy bajar impuestos es tratar de equilibrar una ecuación que debe ser repensada: ¿cuánto te quitan de libertad al cobrarte impuestos y cuánto te dan de igualdad? Este Estado cobra muchos más impuestos que hace diez años, pero te da los mismos servicios. Es una discusión de prioridades.

Fotos: Nicolás Cardello

¿Hay una polarización difícil de romper en el escenario político?

Yo creo que hoy la polarización está ordenada fundamentalmente por el odio. Lo que yo interpreto, según muestran las encuestas, es que aparentemente lo que ordena es la bronca contra alguien y no el acompañamiento a una propuesta. No digo que haya que intelectualizar el voto porque éste siempre es un acto de carácter emocional antes que racional, por más que a uno le gustaría que sea producto de la evaluación de las propuestas de los distintos candidatos. El voto se ha convertido en una carencia de análisis, en un acto totalmente emocional. Desde ese lugar, me parece que las campañas intentan ordenarse en el sentido de encontrar empatía con el votante. Esto no es polarización, es competencia de odios. La grieta es entre los que comen y no comen, pero la polarización real es mucho más compleja: claramente es etaria porque los intereses de los pibes no son iguales a los de los adultos mayores, es sociocultural porque el sur y el norte de la Ciudad tienen intereses e indicadores completamente distintos. Esa es la polarización real.

¿No es paradójico que tu espacio se llame Consenso y que finalmente varios se hayan quedado afuera sin la posibilidad de internas en la Ciudad?

Yo no lo encuentro paradójico. Creo que el diálogo político siempre tiene gente que queda más contenta y gente que queda menos contenta. Llamar al consenso o promover los acuerdos no quiere decir juntar una banda de amigos a jugar a la canasta. Vos tenes un conjunto de fuerzas que integran Consenso Federal en la Ciudad de Buenos Aires y hay una que es el GEN, que no estuvo conforme con lo que se ofrecía en términos del cierre y que a partir de ahí decidió presentar otra lista. Lamentablemente este cierre fue muy sobre el filo y un poco desarticuló la lista que teníamos nosotros, y la otra lista no presentó en el orden nacional los avales correspondientes. Por eso la Cámara Nacional Electoral no permitió que fuera proclamada dicha lista, y en el orden de la Ciudad estaban habilitados para competir, pero el viernes pasado presentaron la renuncia.

¿Hacen alguna autocrítica por el debilitamiento de esta tercera vía?

En la Ciudad de Buenos Aires los integrantes de Consenso Federal están todos, salvo el GEN. La posibilidad de hacer una autocrítica es un camino que tiene que recorrer más Roberto (Lavagna). Yo te puedo hacer una lectura, autocrítica tienen que hacer quienes armaron el espacio en el orden nacional. Yo siempre dije que Sergio (Massa) era mi candidato a presidente, pero él se corrió de esta discusión. Entonces yo continué con la gente que vengo caminando la Ciudad hace ya dos años. Sí me parece que lo que plantea Roberto de fondo es que nunca va a quedar claro si la voluntad de los que se fueron era la de construir un proyecto alternativo o de ordenar una elección. Hay cierta endogamia en la discusión política que le quita profundidad al debate respecto a los problemas reales que los argentinos tenemos. Entonces la autocrítica tendría que partir no por quién se quedó y quién se fue, sino por si se pudo integrar o no a la fuerza que esas personas representaban. Es una lástima no poder tener hoy una fuerza que sintetice todo lo que es Roberto Lavagna.

En tu lista para legisladores aparece un ex vocero del Opus Dei, Esteban López del Pino, cuando vos estás en favor de la legalización del aborto. ¿Este tipo de contradicciones no atentan contra la generación de una nueva alternativa que arrastre votos del macrismo y el kirchnerismo?

Un proyecto político no se construye con el focus group en la mano, porque sino la boleta sería el resultado de un algoritmo. Lo construis justamente como el proceso de acuerdo de distintos actores. Marco Lavagna votó en contra de la legalización del aborto. Maia Volcovisky, la segunda candidata a diputada nacional, también está en contra. A mí me parece que se trata de tener bien claro cómo debería ser el mecanismo para dilucidar justamente esta controversia. En relación al aborto, quizás lo mejor es convocar a una consulta popular que pueda ordenar cuál es la voluntad mayoritaria de los argentinos, teniendo claro que tal vez la profundidad del debate invita a no resolverlo por colores. Tal vez se pueda resolver justamente intentando encontrar pasos que vayan en la dirección de mínimos comunes denominadores para resolverlos en el Parlamento. Y ahí la consulta popular puede ser un disparador interesante.

Te acusaron de nepotismo por incluir también en las listas a tu esposa y tu hija. ¿Qué respuesta tenés frente a estos dichos?

Esa es una lectura bastante machista porque se refieren siempre a mujeres en particular. Nadie pone a nadie en una lista. Después de la elección del 2017 nosotros elegimos justamente el camino contrario al de una marca personal: Avancemos Por el Progreso Social (APPS) es un partido que tiene autoridades en las 15 comunas, con funcionamiento de todos los órganos que le permiten tener una personería jurídica. Yo no comparto la lectura de que por compartir una cama con esa persona, ésta no tenga la característica y las habilidades para formar parte o no de una lista. Para mí eso no tiene nada que ver. Yo creo que María (Stroman) en este caso tiene todas las condiciones para ser candidata a legisladora de la Ciudad porque tiene una trayectoria política de larga data, ella militó en el PRO. Es una peronista de centro-derecha y de pañuelo verde. Distinto es el caso de Camila (Tombolini), que también es militante del partido y está como sexta suplente para legisladores. Para que ella entre yo debería sacar más votos que los que sacaba Saddam Hussein cuando controlaba Irak. Y aún así, no alcanzaría porque debería meter 30 legisladores y deberían luego renunciar seis. Al retirarse el GEN sobre el cierre de la lista, quedaron muchos huecos y por eso necesitamos sacar gente de la lista de legisladores que cumpliera con los dos años de antigüedad para postularse en la comuna. Así se fueron completando los lugares.

Foto: Nicolás Cardello

¿Qué cosas hizo bien y qué cosas hizo mal Larreta en estos cuatro años?

Yo creo que Larreta hizo bien las grandes obras de infraestructura de la Ciudad, que hacen que ésta sea más fácil de ser transitada. Yo creo que él es un gestor muy bueno porque cumple con los cuatro pasos que tiene que cumplir: determina un objetivo, piensa un plan, implementa el plan, mide el desvío y, en función de eso, corrige y avanza. Lo que no comparto para nada son los objetivos. La Ciudad de Buenos Aires no tiene la cantidad de metros cuadrados de espacio verde por habitante que debería tener, no educa más pibes de los que educaba hace cuatro años, no tiene los centros de atención primaria de salud que debería tener, no tiene la seguridad que debería tener y hoy se debe mucha más plata que antes. Entonces lo que hace mal Larreta es pensar mal los objetivos, porque junto con Macri entienden a la sociedad como un objeto y no como un sujeto. Por eso las comunas funcionan mal. En vez de interpelar a la sociedad para definir, lo que hace es bajar un power point -como fue con la Nueva Escuela Secundaria (NES)- para decirle a los maestros y los pibes cómo son las cosas, en vez de buscar canales de diálogo. Hay que resolver las vacantes que faltan, si mete más proteínas y menos hidratos en la dieta de los comedores, una política de prevención que vincule a la salud con la educación pensando en que los chicos que consumen azucar de más hoy son los diabéticos de mañana.

¿A qué modelo de ciudad apostás?

Hay muchas ciudades que tienen cosas que uno puede mirar: desde Medellín hasta Barcelona, la movilidad de Shanghai o el Metro de Londres. Cuando vos mirás el precio del subte, tenés que medirlo en relación a la cantidad de kilómetros que recorre. Hay ciudades en las que está integrado todo el sistema de movilidad urbano. Lo que pasa es que yo creo que el perfil de la Ciudad debería estar determinado en función de lo que puede y no puede hacer siguiendo nuestra propia cultura y con un Estado que intervenga en la relación con los medios vecinales y con los efectores culturales, de salud y educativos reconociendo su propia identidad. No vas a ver un club de barrio en Londres. De modo que el modelo de Ciudad debe reconocer nuestro propio patrón cultural y, sobre eso, debe ser repensado. Un patrón cultural que por supuesto el Gobierno esconde porque no comparte bajar los impuestos a la boleta de luz de los clubes de barrio, que tienen el mismo tratamiento que el Santander Río. No son la misma cosa. La no priorización y la mercantilización de esos vínculos sociales son producto de un modelo de gobierno como el del PRO que yo francamente no comparto.

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Sebastián Furlong

Licenciado y profesor en Ciencias de la Comunicación (UBA). Retrato periodísticamente el conurbano y la ciudad de la furia. Agenda popular y política para analizar la realidad y aportar al quehacer colectivo.