«Se nos condena por ser pobres y travas»

Fue la primera mujer trans en formar parte del Parlamento de Mujeres en la Legislatura porteña y ahora es precandidata en el puesto diez de la lista de diputados nacionales del Frente de Todos, Todas y Todes. Paula Arraigada habla en clave electoral de las reivindicaciones del feminismo popular.

Fotos: Catalina Distefano

En numerología el diez es la totalidad del cosmos, en la Cábala simbolizaba el atributo de la divinidad, los griegos lo llamaban “panteleia” que significa “lo completo, lo realizado” y los budistas creen en 10 puntos de perfección. El diez es la calificación máxima en el sistema escolar, es el número estampado en la camiseta que usaron Maradona y Messi y en el último Mundial femenino Estefanía Vanini. Además ponerse la diez alude a destacarse en una tarea, hacerse cargo de la mejor manera y lucirse.

Paula Arraigada ocupa el décimo lugar en la lista de diputados nacionales del “Frente de Todos, Todas y Todes”. Militante LGTB, secretaria de Diversidad del PJ Capital, integrante del movimiento Nadia Echazú y fundadora “La Nelly Omar”, su figura viene sentando un precedente desde hace mucho tiempo. Fue la primera mujer trans en integrar el Parlamento de Mujeres en la Legislatura Porteña y, aunque ya formó parte de la lista de diputados porteños en 2017, este año se calza la diez en la búsqueda de entrar al Congreso Nacional.

Su inclusión en una lista tan tironeada es, por un lado, el síntoma de un cambio social donde la emergencia de otres actores y actrices políticos resulta inevitable y, por otro, el resultado de una larga trayectoria de militancia territorial codo a codo con las compañeras. Además forma parte simbólicamente del legado que dejó Lohana Berkins , referente travesti y candidata a diputada nacional en el 2001.

Crítica del feminismo sin conciencia de clase, quienes intentaron deslegitimarla la calificaron irónicamente como ‘la Evita de las travas’, pero ella asegura que cuando se habla de alguien es porque se está avanzando y, acto seguido, pregunta: “¿Qué militante del campo popular no quiere parecerse a Eva?”.

Son casi las seis de una tarde que pronostica lluvia, y entre mozos apurados y copas llenas Arraigada hablará en clave electoral de reivindicaciones, cupos y roscas. Sin embargo, después de un rato bajará la guardia para decir «lo más parecido que tenemos a Eva o a Cristina las que venimos de clases populares es el amor al pueblo».

¿Cómo fue el cierre de listas?

Fue un cierre de listas atípico. No fui al Partido, tomé la decisión de quedarme en mi casa durante el día. Sabía que iba a ser difícil, la unidad iba a estar presente y los cargos eran muy pocos para repartir. Sabía que había que ir a disputar algunas cosas y no estaba dispuesta, sobre todo porque durante este tiempo dije que no eran importante los cargos sino que ganáramos la elección. Quería que mis actos fueran consecuentes con mis palabras.

Fotos: Catalina Distefano

 

¿Estás conforme con el armado de las listas?

Entiendo que hay muchas luchas que aún quedan postergadas dentro de las listas. Si bien se cumple el cupo del 50% de mujeres, hay una población que aún no está representada que son los sectores populares. Creo que en este momento está bien el armado electoral porque se entiende que el tiempo histórico marca que haya una pluralidad que responda a todos los armados partidarios. Pero en la próxima elección -porque confío que vamos a ganar- vamos a necesitar una lista donde estén más representados los sectores populares, el feminismo y un feminismo que sea representativo, porque ya hemos visto feminidades que no responden a la perspectiva de género.

¿Y vos cómo vivís tu lugar?

Con mucha alegría y expectación, creo que es parte del proceso histórico que está viviendo el país. El diez o la diez tiene que ver con la puntuación perfecta, con los ídolos populares argentinos que vestían la diez que era la camiseta capitana. Fue un número elegido al azar, pero ese azar está lleno de connotaciones que empiezan a marcar una historia diferente que nosotras la vamos a terminar de escribir en lo que viene.

Fotos: Catalina Distefano

¿Cómo hacer para que el cupo femenino no sea un mero lavado de cara de la política tradicional?

Para eso no hay respuesta, es algo que está en construcción. Yo creo que el feminismo es un movimiento popular que todavía no se ha hecho una bandera tan fuerte, por las propias internas del movimiento y por las pujas políticas. Esos internismos hacen que a veces la fuerza del movimiento no se pueda terminar de plasmar en los espacios partidarios. Por parte del colectivo al cual represento, nosotras necesitamos que haya alguien escribiendo las leyes que respondan a las necesidades que tenemos, porque no pueden esperar. El cupo laboral trans y la ley de reparación histórica no son enunciaciones nada más, hablan de una perspectiva de vida que modifique lo hasta ahora conocido. Por eso creemos que es necesario que no nos ocupemos sólo nosotras sino también quienes acompañen, pero que acompañen de forma efectiva y no haciendo un lobby. Queremos que el apoyo se concrete en acciones palpables.

La comunidad travesti y trans tiene una realidad muy adversa en general. ¿Qué formación política debe brindarse a las compañeras a pesar de la precariedad y la urgencia?

Mirá, hace poco estuve de viaje por la provincia donde crecí (Nota de Redacción: Entre Ríos) y la verdad que todavía faltan un montón de cosas por hacer. Quienes vivimos en Buenos Aires creemos que hay un avance enorme y en realidad no es tal, en las provincias todavía se sigue viviendo una prehistoria donde las identidades autopercibidas no se respetan y estamos a distancias siderales de lograr lo que debería ser la ley de Identidad de Género.

Cuando volvía pensaba en eso. Creo que la función que yo voy a encarar en esta lista, que es lo mismo que vengo haciendo hace un montón de tiempo, no tiene que ver con la teoría ni con escribir libros. Mi trabajo tiene que ver con formar a las compañeras, con organizarlas, con lograr que ellas empiecen a pensarse por sí mismas como sujetas de derechos. No tenemos tiempo para teorizar, no tenemos tiempo para coloquios porque nuestro objetivo principal es cambiar la realidad de las compañeras y para eso hay que trabajar todos los días con ellas, estando en los lugares que cohabitamos. No nos sirve estar escribiendo teorías que nuestras compañeras no leen, que están destinadas a lavar las culpas de ese mundo cis que todavía sigue apenado por la tragedia que nosotras vivimos pero que no hacen nada. No le cambia la vida a ninguna de las chicas que toda la ciudad esté discutiendo una teoría trans.

Fotos: Catalina Distefano

¿Qué ocurre con la criminalización de la población travesti y trans a través de la desfederalización de la Ley de Estupefacientes? 

Hay cosas que están fuera del marco de la ley, no podemos correr la vista de eso y tenemos que trabajar para que las compañeras entiendan que si realizan algo por fuera de la ley pueden caer presas. Pero también hay una persecución sistemática que tiene que ver con la decisión identitaria, con la exclusión que se sufre en las barriadas, que es juzgada de una forma feroz por una Justicia patriarcal y clasista con el peso de la ley -que es patriarcal y clasista- e impone a las compañeras condenas que no deberían tener. Hay muchos ladrones de guante blanco que cometen delitos mucho más feroces en contra de la sociedad y, sin embargo, la Justicia los mira de otra forma. A nosotras se nos condena primero por ser pobres, después por ser travas y después por el delito que se cometió.

¿Crees que esta situación se puede revertir a partir de la implementación de la Ley de Cupo Laboral Travesti Trans?

Nosotras creemos que en la medida en que las leyes sean igualitarias, esta situación va a empezar a revertirse. Lo que van a generar las leyes que benefician a la comunidad travesti y trans es mejorar vidas que están truncas por tener que trabajar en la informalidad, sin aportes sociales, sin vacaciones, aguinaldo, jubilación ni obra social. Sabemos que vamos a tener complejidades dentro del colectivo y nos vamos a chocar contra muchas paredes, pero sin duda el trabajo regularizado va a generar otra forma de vida y, por lo tanto, una penetración mucho mayor en la sociedad que tenemos.

Fotos: Catalina Distefano

¿Te imaginás una presidenta travesti o trans?

Si.

¿Te gustaría ser vos?

Por supuesto. Es una tarea que está pensada de aquí a veinte años. Por una cuestión etaria mi generación llegó a concretar cosas cuando teníamos más de cuarenta años; eso lo complica, pero entendemos que hoy los procesos están mucho más flexibles, las edades son más flexibles y vamos a apostar a un futuro donde sea posible. Aparte yo aprendí que hay que plantearse el objetivo de máxima, si después no se consigue fue porque no se pudo, pero se hizo todo para conseguirlo. Entonces lo que se consiga, aunque no sea el objetivo de máxima, es todo lo que se pudo hacer.

Te nombraron como “La Evita de las travas”. ¿Qué pensás al respecto?

Yo creo que hay cosas que son involuntarias, crecí en un lugar donde era tan natural escuchar a Eva y a Perón y hablar sobre el amor que se le tenia a Eva que a una se le impregna y lo hace carne. Igual, ¿qué militante peronista no quiere ser Eva Perón? ¿Qué militante del campo popular no querría ser Cristina? Es parte de esa hipocresía por la que algunes suponen que determinados personajes deben sentirse con vergüenza por tener ambiciones, por tener intención de construir poder popular, por tener rasgos parecidos a figuras que marcaron un hito en la historia de este país. Si hay algunas similitudes debe ser porque, en el afán de emprender una lucha, se encarniza tanto que una termina pareciéndose a la figura que fue bandera de esa lucha. Así que si ese es el rol que algunas me han puesto, la Evita de las travas, acá estamos para cumplirlo.

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