«La academia feminista se fue imponiendo como el tango»

La candidata a senadora porteña por el Frente de Todos, Todas y Todes estuvo en la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires para hablar sobre la importancia de que la perspectiva de género atraviese las currículas académicas y que la cultura interpele a la ciencia.

“Por favor que quepan todes”, pide Dora al fotógrafo que hace equilibrio sobre la silla enfrentado a la multitud. Atrás suyo, -como equipo de fútbol o como contingente de viaje de egresades-, se acomodan quienes la escucharon hablar durante más de una hora . En esa imagen, robada a la velocidad con la que el tiempo se escurre en campaña, quedará plasmada la visita de Dora Barrancos a la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires, una tarde que quiso ser primavera.

Si fuera computadora, Barrancos necesitaría una o dos memorias externas para acopiar todo el conocimiento que lleva, ligero, en menos de un metro setenta de altura. La ex integrante de la junta directiva del Conicet y actual candidata a senadora por el Frente de Todos, Todas y Todes en la Ciudad de Buenos Aires es un acopio interminable de saberes, un sinfín de lecturas, un cúmulo de citas. Barrancos es sonrisa y rulos negros ante todo, aunque cueste establecer jerarquías entre su militancia social, su activismo político, su excelencia académica y su sensibilidad feminista.

Dora llega puntual, convocada por un centro de estudiantes que lleva varios años haciendo frente a los recortes en educación del macrismo, para hablar sobre la necesidad de transversalizar los contenidos de género en las currículas universitarias . Junto a ella estuvo Elizabeth Ceneri, profesora de la cátedra Introducción a los Estudios de Género -que cumplió 32 años y cuya titular es la Doctora Débora Tajer-, quien resaltó el papel fundamental que cumplen los estudios de género como elementos problematizadores del psicoanálisis.

Ni bien tomó la palabra, Barrancos recordó su propia experiencia en esa facultad, donde pasó la Noche de los Bastones Largos en el año 1966. Fue durante esa jornada cuando fue reprimida junto con sus compañeres y por casualidad, casi por arbitrariedad del destino, no fue secuestrada, aunque finalmente debería irse al exilio en Brasil años más tarde por su condición de militante.

Las palabras de Dora dejan entrever la historia del movimiento feminista argentino de la cual fue y es partícipe, estudiosa y escritora. En ese sentido, la socióloga rescató la importancia de la psicología en los estudios de género, ya que fue en torno al grupo de psicologues que comenzaron a reunirse en el Instituto Goethe en 1978 donde se comenzaron lo que eran entonces los estudios sobre la condición de las mujeres.

“Los feminismos en la Argentina han hecho un recorrido muy particular y la circunstancia es singular debido a los derrames que tienen los cauces feministas en este momento”, explicó la historiadora. “Hace 20 años las posibilidades del feminismo eran de tipo parroquial. En los ´80 y ´90 se definieron círculos donde se esgrimió una especie de feministometro, había una contabilidad sobre la antecedencia feminista que tenía alguien que quería aproximarse. Han habido cambios extraordinarios en nuestra sociedad -algunos inclusive en el orden jurídico-  a partir de los Encuentros Nacionales de Mujeres y más recientemente con el movimiento Ni Una Menos, que permitió los derrames al feminismo popular de hoy en día. Vivimos un momento de ruptura de los viejos cauces”.

“La academia feminista se fue imponiendo como el tango y la milonga, de la periferia al centro”, manifestó la socióloga, quien aseguró que el año pasado había alrededor de 200 investigaciones con temáticas de género en el CONICET, al que renunció en marzo como forma de protesta por la dilatación en el nombramiento de las nuevas autoridades elegidas democráticamente. Sin embargo, Barrancos fue crítica hacia la falta de revisión del feminismo académico en las propias entrañas de la universidad.

“Las feministas académicas estábamos ansiosas de estudiar las violencias que sucedían a otras mujeres y disidencias en el territorio, dejando de lado a las que ocurrían en nuestras casas de estudio. Había una ausencia de autobservación, pero la estructura patriarcal universitaria está consagrada en las propias disciplinas que tienen un orden, una gestión y una estructura absolutamente patriarcal. Estamos hoy en condiciones de conmovernos por las nuevas subjetividades, las actitudes y las conductas que van teniendo las porciones más jóvenes de la sociedad, hay ahí un tono de subversión extraordinario donde evidentemente ya se hace muy claro cómo el debate dentro de la universidad no puede esperar mucho tiempo más. Hay que sacudir la estructura del conocimiento propiciada por nuestras mallas curriculares”, expresó la socióloga.

Barrancos explicó que, con la ley de violencias de género, se pasó a la protocolización de las instituciones, pero hizo hincapié en que la contención y el tratamiento de las violencias no salda la imperiosa necesidad de revisar los planes de estudios en clave feminista que pueden generar un cambio estructural en la cultura y el pensamiento.

“Necesitamos que la biología converse con la cultura, porque la cultura finalmente es la que está dictando trazados lentos a la propia biología. La naturaleza no sabe que se llama naturaleza, la biología no sabe que se llama biología, son constructos formidables de nuestro campo de cultura. Son las formas políticas relacionales las que están interpelando a la ciencia”, apeló de manera crítica.

Dora Barrancos, humilde, sonriente, incisiva, aprovechó para invitar a no creer en la diferencia que busca hacer la derecha política entre ciencias útiles y ciencias “al divino botón” en sus propios términos. Cuando termina la charla, la candidata porteña del Frente de Todes fue ovacionada como una artista pop, como hace un tiempo le sucede en las manifestaciones feministas a las matriarcas del movimiento. Mientras recorre el pasillo que lleva a la Avenida Independencia, alumnes y graduades la detienen para sacarse selfies, otres tímides la ven de lejos con admiración.

A sus 79 años, Dora es una bocanada de aire fresco. Su presencia en la política es ancla para un momento en el cual el movimiento feminista se plantea cómo hará para incidir en un nuevo gobierno popular de cara a octubre, a pesar de que la paridad obligatoria y la conformación de las listas hayan reflejando que los lugares de poder siguen en manos de varones blancos cis, en su mayoría heterosexuales.

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