Vencer al tiempo (y al Gobierno)

La militancia del Frente de Todos, Todas y Todes asistió ayer en la noche a la refundación de la identidad peronista. Un festejo que fue el punto de partida del retorno a la Casa Rosada de un gobierno popular que abrace a los argentinos y las argentinas, pero que fundamentalmente atienda las demandas de los sectores más golpeados por el macrismo en los últimos cuatro años.

Desde las seis de la tarde, militantes y ciudadanes de a pie empezaron a concentrarse sobre la calle Corrientes al 4200, exactamente en la puerta del bunker del Frente de Todos, Todas y Todes. Lo que inició con un pequeño cúmulo de 50 personas, se transformó en un par de horas en una auténtica fiesta patria y popular a la que asistieron miles de personas. Aquelles que llegaron primero se miraban entre sí, veían la hora una y otra vez esperando que el reloj marcara las nueve para conocer los primeros datos oficiales. Nadie se esperaba que Smartmatic, el sistema de conteo utilizado por el Gobierno, se «caería» minutos antes del horario pautado.

Foto: Nicolás Cardello

Empezaban las primeras conversaciones de la noche: que si fiscalizaste, que a qué hora votaste, las expectativas para la elección, los comentarios sobre algunos bocas de urna que empezaron a circular en los medios de comunicación. Las risas empezaban a multiplicarse producto de los nervios. La garganta comenzaba a pedir unas birras, pero la veda aún no terminaba. No había otro plan más que esperar los resultados, un plan colectivo que llegada la hora desencadenaría una alegría frenética que avanzó por Corrientes a la velocidad de la luz.

Los comunicados a la prensa que brindaban algunes de les principales referentes y referentas del espacio de Todes llegaban a la pantalla ubicada sobre la calle para dar tranquilidad a les presentes e iban introduciendo de a poco un posible triunfo en las elecciones de esa noche. El oficialismo hablaba en un primer momento de cuatro puntos, mientras que desde el centro de cómputos del Frente de Todos se hablaba ya de una diferencia de entre ocho y diez puntos que ponía en ventaja a Alberto Fernández.

Foto: Nicolás Cardello

Cuando Matías Lammens se presentó para iniciar el acto de agradecimiento a les votantes y confirmar la gran elección desarrollada en el distrito más fuerte del oficialismo, brotó una inesperada respuesta al ritmo de «Alberto presidente, Matías a la Ciudad». A pesar del poco tiempo que lleva el presidente de San Lorenzo en política, ha sabido encontrarse y reunir a la militancia en más de una oportunidad para empezar a construir ese lazo fundamental que significa ponerse la casaca orgullose de la caripela que se milita.

«El amor vence al odio», repiten desde hace años militantes de distintas organizaciones políticas contenidas hoy en el Frente de Todes. Quizás esto explique también el rápido y cálido abrazo que la militancia le tendió a quien hace unos meses ni siquiera era conocido por algunes. La construcción desde la empatía, la solidaridad, el compromiso, la confianza y, por sobre todas las cosas, el amor que tanto caracteriza a la militancia supo tender puentes velozmente y convertir a «el candidato» en «mi candidato».

Foto: Nicolás Cardello

Luego fue el turno de Máximo Kirchner, Sergio Massa y quien pareciera ser el futuro gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof. La emoción era incontrolable: se agitaban remeras, pañuelos, banderas, personas. El acumulado político, social y humano de resistencia y ofensiva construido durante estos últimos tres años y medio se condensó en una sola noche y se puso a prueba en las urnas algunas horas más temprano.

Pero pocas cosas se equipararon con la fiesta desatada cuando Cristina, desde Río Gallegos, y Alberto, desde Chacarita, se dirigieron a la militancia y esas mismas calles terminaron de confirmar el aplastante triunfo electoral sobre la fórmula Macri-Pichetto. Todo lo que le siguió fue pura mística, cumbia y celebración. Lo que se vislumbraba como un ajustado triunfo se convirtió en una holgada diferencia que le devolvió la esperanza a miles de ciudadanos y ciudadanas que sueñan con otra Argentina.

Foto: Nicolás Cardello

La militancia asistió, sin saberlo, a la refundación de la identidad peronista en un nuevo proyecto político que se parió joven, feminista, plural y antineoliberal. El festejo popular del domingo 11 de agosto quedará en el recuerdo de muches como el día en que el pueblo argentino le dijo basta a un Gobierno que vino a despedir, reprimir y hambrear a su gente. El 11 de agosto empezó el retorno, que se confirmará en octubre y que tendrá el 10 de diciembre una Casa Rosada que vuelva a abrir las puertas nuevamente de cara a su pueblo. La vuelta es irreversible.

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Christopher Loyola

Estudiante de Edición (FFyL-UBA), Presidente del Centro de Estudiantes de Filosofía y Letras (CEFyL).