«Si a pesar de todo, todavía estoy parada, es por el amor de ustedes»

Nadie podría definir qué los trae. No es fanatismo ciego, como quisieron decir quienes definieron la algarabía como grasa militante. Sin embargo, hay algo irracional en la admiración. Hay algo del sinsentido afortunadamente humano en la búsqueda de ver a la persona en la época de los satélites. De entender que, a pesar de la distancia literal y simbólica que genera el escenario, la figura que se mueve sobre él está sintiendo y siendo sentida.

Aunque Fito Páez sostenga lo contrario, Rosario a veces se ve como una mancha difusa y al final de la ruta. Cuando llegamos, el magnánimo propileo del Monumento a la Bandera presumía su mármol color té con leche al sol del mediodía. Mirador de 70 metros de altura y los restos de Manuel Belgrano en sus entrañas, el mausoleo diseñado por Alejandro y Ángel Guido Bustillo fue el sitio elegido para realizar el acto de cierre de campaña del Frente de Todos, Todas y Todes.

A la una, en la ribera rosarina, ya se ven mantas con todo tipo de merchandising: banderas, pilusos, pines, remeras. Las caras estampadas se repiten. En una mesa en la que las tapas de los libros azules reposan forradas en plástico. Sobre ellas, en letra cursiva relamida, una única palabra: «Sinceramente».

Fotos: Abril Pérez Torres

La tarde fluye empapada de sol. Como conquistadores, les militantes llegan a la costa y se acomodan tomando territorio. Traen sillas, bombos, mate, banderas. Sacan de bolsas profundas rebanadas pan lactal que humedecen de mayonesa para ensanguichar. Vienen en familia, por unidad básica, en bandada, como patota. Al principio son algunos pocos, pero alrededor de las cinco de la tarde, hora estipulada originalmente para el comienzo del acto, la vegetación queda invisible bajo el tejido humano de trama compacta.

Nadie podría definir qué los trae. No es fanatismo ciego, como quisieron decir quienes nombraron la algarabía como grasa militante. Sin embargo, hay algo irracional en la admiración. Hay algo del sinsentido afortunadamente humano en la búsqueda de ver a la persona en la época de los satélites. De entender que, a pesar de la distancia literal y simbólica que genera el escenario, la figura que se mueve sobre él está sintiendo y siendo sentida.

Si bien algunos curiosos espontáneos aprovecharon la excusa, la mayoría de los presentes, -mujeres mayores, padres con hijos chiquitos, trabajadores y jubilados- vinieron especialmente al acto y esperarán obstinados durante toda la tarde como si una fuerza casi mesiánica los arrimara a un epicentro ineludible.

Fotos: Abril Pérez Torres

Tampoco quedará claro finalmente si esperan el discurso o discursan la espera. El ritual compartido es sinónimo de comunidad. El propio fogoneo previo -que se amaina y se reanima como las brasas- es excusa suficiente para convocarse. Alrededor de las cinco de la tarde los temas de la playlist (que van desde Marilina Bertoldi hasta Luis Alberto Spinetta y el Duky) comienzan a repetirse. Para distender el tiempo que falta, parte del staff logístico sale a repartir banderitas de plástico a la multitud. Pronto son miles. Imagino que desde arriba la imagen debe asemejarse a las tortas infantiles donde el dulce de leche repostero succiona la grana albiceleste.

A esa altura, la posibilidad de ver la rivera del Paraná es un recuerdo caluroso del mediodía. Los bombos con la cara de Alberto Fernández pasan de mano en mano para trasladarse sobre la multitud. Algunos niños perdidos son voceados y una veintena de fotógrafos fuman ansiosos en el corralito de prensa.

Fotos: Abril Pérez Torres

A las siete menos cinco -cuando la noche ensucia el cielo que supo ser un estanque celeste-  la camada de gobernadores peronistas se hace presente en el escenario. Luego de Omar Perotti, el justicialista recientemente electo en Santa Fe, siguen Axel Kicillof, Matías Lammens, Anabel Fernández Sagasti y Domingo Peppo, entre otros.

Apenas después vienen Les Fernadez, como muchos los llevan en sus remeras. Cristina Fernández -suave pero enérgica, de camisa blanca y poncho beige, con el pelo suelto apenas coreografiado por el viento- y Alberto Fernández, quien posa sonriente, confiado, distendido e impecable en su traje gris.

Fotos: Abril Pérez Torres

«Estoy aquí porque quiero que los argentinos vuelvan a ser felices», dijo Cristina durante los 15 minutos de discurso que le dedicó a los locales y a quienes se acercaron hasta Rosario para escucharla. «Acá estamos todos aquellos que, si bien tuvimos críticas, fuimos capaces de entender que era necesaria la unidad de todos aquellos sectores que creemos que una Argentina diferente es posible».

«Ningún dirigente político duerme en la calle, ni sus familias. Ningún dirigente político, sea del partido que sea, se queda sin trabajo. Ningún dirigente político come una vez al día o no puede comprar remedios. El que pasa estas cosas es el pueblo, por eso los dirigentes tienen la obligación moral ética y democrática de ponerle fin a esta situación», continuó Cristina.

«Yo quiero que los pibes vayan a la escuela a estudiar y no a comer», manifestó la ex mandataria frente a una multitud burbujeante de alegría. Y, aunque pidió a los presentes que no canten en contra del gobierno -«No les den el gusto, están esperando eso para seguir dividiendo a los argentinos»-, no evitó hacer una referencia a María Eugenia Vidal cuando aseguró que los pobres no llegaban a la universidad.

En su aparición Cristina volvió a expresar su apoyo a Alberto más allá de los desacuerdos previos, y reforzó que confía en que hará una excelente tarea como lo hizo acompañando a Néstor. Sin embargo, no queda duda que la parte más emotiva del acto fue cuando respondió a los gritos de cariño diciendo: «Si a pesar de todo todavía estoy parada, es por el amor de ustedes. El amor es recíproco, es inclaudicable, es insobornable».

Luego fue el turno de Alberto Fernández de tomar la palabra.

Fotos: Abril Pérez Torres

El candidato a presidente agradeció en primera instancia a Cristina por la confianza puesta en él. «Están todos preocupados por cómo me voy a llevar con Cristina. Nunca más me voy a pelear con Cristina porque vamos a hacer la Argentina que todos ustedes merecen», manifestó.

«Mi segunda gratitud es con ustedes que me han dado la convicción de que tenemos que trabajar todos juntos», dijo Alberto, refiriéndose a los ciudadanos y en tercer lugar agradeció a los gobernadores y candidatos a autoridades provinciales.

«Lo único que ha producido Macri son 4 millones y medio de pobres y eso es lo que la Argentina no soporta. ¿Hasta cuándo vamos a seguir mirando cómo se cae gente de la clase media a la tristeza de la pobreza? ¿Hasta cuándo vamos a seguir mirando impávidos que hoy, uno de cada dos chicos de menos de 14 años, está en situación de pobreza?  Ese chico se está quedando sin futuro, sin salud y sin educación, ¿y podemos ver eso como si nada pasara? Nosotros no, porque nacimos para defender a esa gente, para darle dignidad a los que quedan al margen».

«Entre quienes apuestan en la timba financiera y los que invierten para producir, votamos a quienes producen», dijo el ex jefe de Gabinete, luego de remarcar la aguda baja del consumo en los últimos años. «En el primer semestre que gobernemos nosotros vamos a cambiar la Argentina porque la suerte va a depender de nosotros y no vamos a estar esperando que alguien venga a invertir. Vamos a ser nosotros quienes volvamos a encender las maquinarias y dar trabajo».

Fotos: Abril Pérez Torres

Haciendo referencia al acuerdo con los gobernadores, firmado por 12 representantes provinciales en la Facultad de Derecho rosarina en la previa del acto, Fernández explicó: «Estoy proponiendo construir una Argentina que, de una vez por todas, pueda dejar de declamar su condición de país federal y comenzar a construirlo. Mi mayor anhelo es que cualquier chico que nazca en una provincia argentina no piense que ese futuro lo va a encontrar en otro lugar alejándose».

A las siete y media, la noche ya había ganado su batalla. Las luces celestes y blancas teñían de color patriótico el esbelto monumento inaugurado en 1957.

Lo que según Prat Gay era grasa militante fueron miles de almas conmovidas. Apenas segundos antes de terminar, Alberto Fernández repitió una frase que ya había dicho anteriormente y que atraviesa el espíritu de la propuesta electoral de les Fernández de cara a octubre: «Tienen de mí la certeza de que nunca los voy a defraudar y quiero que, si alguna vez me ven claudicar en algo de lo que he dicho, salgan a la calle y recuérdenme que les estoy fallando».

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Dalia Cybel

Historiadora del arte y periodista feminista. Fanática de los libros y la siesta. En Instagram es @orquidiarios