Yacobitti, el patrón de la UBA

Uno de los principales dirigentes del radicalismo porteño pone en juego mucho poder en las elecciones de la UBA que se están llevando a cabo esta semana. De proponer a Lousteau como recambio de Rodríguez Larreta a mendigar una banca en Diputados: quién es el patrón radical de la UBA, sus negocios e influencias.

El sueño de Emiliano Yacobitti fue, al menos hasta 2017, ver a su delfín Martín Lousteau sentado en el mismo sillón que hoy ocupa Horacio Rodríguez Larreta. Mientras condujo la UCR de la Ciudad, como presidente del partido, Yacobitti procuró que el radicalismo tuviera vuelo propio. Creyó que podía competir contra 12 años de hegemonía Pro, y ganar. El perfil joven, independiente y filo-macrista de Lousteau lo hacía el candidato ideal para lograrlo. La gran elección que contra todos los pronósticos hizo Guga en 2015 avalaba esa posibilidad.

El 3 de abril de 2017, Lousteau renunció a su cargo de embajador en Washington, donde Macri lo había ubicado, para dedicarse a construir su candidatura como diputado nacional por la Ciudad. Según trascendió en ese momento, Yacobitti llegó a pedir la cabeza de la lista de Cambiemos. Pero esa intención chocó con Elisa Carrió. “Un día, sin decirle a nadie se fue de embajador a los Estados Unidos arreglando muchos cargos acá con Macri”, dijo Lilita sobre él cuando la discusión estaba caliente.

Ese año hubo un torbellino de votos amarillos y Carrió arrasó en la Ciudad: uno de cada dos porteños la votaron. Lousteau, que armó su propio frente, “Evolución”, cosechó apenas un 14 por ciento, ubicándose detrás del kirchnerismo. Eran los tiempos en que los radicales de todo el país reclamaban -en off- mayor participación en la mesa chica de decisiones del gobierno nacional, sin éxito. El mal resultado de Guga tuvo un efecto aleccionador.

De no mediar una catástrofe, ambos asumirán en el Congreso –Lousteau como senador, Yacobitti como diputado nacional- el próximo 10 de diciembre, electos como parte de la boleta porteña de Juntos por el Cambio, encabezada por el hombre a quien se proponían destronar tiempo atrás. Ahora, en plena crisis, el futuro político de cada uno de ellos está pegado a la suerte del otro.

O no tanto. Yacobitti, al igual que otros dirigentes radicales de peso en la Ciudad como Enrique “Coti” Nosiglia, cultivó todos estos años un perfil bajo, de escasa exposición pública. Los que lo conocen lo describen como un hombre que se sabe manejar mucho mejor en los claustros de la UBA, su nicho político, que en los canales de televisión. De hecho, se enoja demasiado cuando su nombre circula en las noticias: llegó a denunciar al periodista Alejandro Bercovich (quien destapó el escándalo del desvío de fondos del Hospital de Clínicas) por un insólito “cyberbulling”, en un claro intento de censura. A Yacobotti no le gustaba que se lo mencionase tanto en “Twitter”, ligado a negocios poco claros.

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El Zar de la UBA

Yacobitti tiene 43 años, es contador público y asumió hace dos años como vicedecano de la Facultad de Ciencias Económicas, la más importante de la UBA. El cargo de “vice” esconde su verdadero peso en la estructura política radical dentro de la universidad más grande del país, dominada por la UCR, con mayor o menor impronta, desde la vuelta de la democracia.

La UBA es su casa. Empezó a militar en el Pellegrini, colegio tutelado por esa misma casa de estudios. Como estudiante, fue presidente del Centro de Económicas, y más tarde de la Federación Universitaria Argentina (FUA). Como secretario de Hacienda de la UBA afrontó una denuncia penal por malversación de fondos del Hospital de Clínicas, en 2015. El periodista Bercovich demostró cómo el laboratorio Medipack, del que es co-director, fue prestador de ese hospital dependiente de la UBA y llegó a cobrar sobreprecios por medicamentos por un valor diez veces mayor al real.

Esta denuncia también la impulsó, ese año, la Procuraduría contra el Lavado de Activos (Procelac) contra varios dirigentes radicales de la UBA, que se tomaron, se ve, muy en serio eso de que es su casa.

Esos fondos, en teoría, se habrían usado para financiar la campaña de Martín Lousteau en 2015. Y también, para sostener el enorme aparato del radicalismo en las universidades, que tal como sostiene esta nota, dirige varios centros de estudiantes y consejos directivos en diversas facultades, y tiene chances de conquistar varios más, bajo el nombre de “Nuevo Espacio”, un apócope que tuvieron que inventar luego del 2001, cuando precisaron esconder su histórica identidad, dejando de lado el nombre de «Franja Morada».

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