Las pibas copan los escenarios

La Ley de Cupo Femenino en los escenarios fue aprobada este miércoles en la Cámara de Diputados. La propuesta surgió de la lucha de las Músicas Unidas y agrupaciones de todo el país que reclaman un piso de inclusión en la programación de ciclos y festivales. El comienzo de una lucha larga por la igualdad dentro de la música.

Los últimos años fueron los de la emergencia de una agenda feminista dentro del ámbito musical: comenzó con la visibilización de violencias dentro de la disciplina bajo la consigna #YaNoNosCallamosMás y avanzó con un objetivo muy claro: reinventar el ámbito, deconstruir prácticas naturalizadas de poder, romper estructuras y hacer una música distinta. Esto conllevó distintas estrategias: desde jerarquizar el trabajo de mujeres y disidencias en ámbitos generalmente de varones -como quienes hacen el stage, el periodismo de rock, quienes programan, quienes son la cara visible de una banda-, hasta discutir una ley como la que se sancionó el miércoles: un cupo claro que garantice presencia femenina en los escenarios a pesar de las resistencias que aún existen.

A partir de ahora la organización de cualquier evento público o privado que convoque a 3 músicxs o más deberá incluir un cupo femenino del 30%. Y será así también dentro de las bandas, en el caso de tocar solas. Un dato importante: la presencia femenina no se contabilizará si es acompañando a un varón solista. La ley no disputa sólo el número sino que plantea, también, compensar el poder arriba de las tablas.

La autoridad de aplicación de la ley será el Instituto Nacional de la Música (INAMU), ente que oficiará de fiscal del cumplimiento de la norma penando hasta con 6% de la recaudación de los shows a quienes no cumplan con el cupo. Ese dinero se reinvertirá en fomentar música independiente.

La situación

Entre 2016 y 2017 la publicación chilena Ruidosa realizó un relevamiento de presencia femenina en los principales festivales en Argentina. Los números fueron desalentadores: “Argentina tuvo la peor representación de mujeres artistas en el escenario, con sólo un 13.2% (incluyendo a solistas y bandas mixtas) en los festivales Personal Fest Verano, Lollapalooza Argentina y Cosquín Rock”, reza la publicación. Esto posiciona a nuestro país como el más desigual en los escenarios.

Estos números no suenan tan inverosímiles si recordamos que fue a principios de este año que José Palazzo, organizador del Cosquín Rock -uno de los festivales de música más grandes de América Latina- dijo que “no hay suficientes mujeres con talento a la altura del Cosquín” para justificar su falta de presencia femenina. En ese momento la música Andrea Álvarez refutó diciendo que “las mujeres estamos en el rock desde que éste nació. Siempre estuvimos pero nunca nos dieron bola. Y ocurre que cuando no te dan bola, no llevas gente y no te desarrollas en un país donde cuesta tanto vivir y comer, muchas abandonan y se dispersan no por falta de vocación, sino por ausencia de apoyo y porque no aguantan el maltrato. A nosotras nos ofenden bastante».

La iniciativa de la ley que hoy ya es una realidad fue presentada por la senadora mendocina Anabel Fernández Sagasti en octubre del año pasado. Fue el resultado de la organización de Músicas Unidas, quienes comenzaron a convocarse por redes para crear sus propios espacios y demandar colectivamente políticas que garantizaran acceso al trabajo en una industria complicada. Durante la votación en el Senado en mayo de este año, Celsa Mel Gowland, ex-vicepresidenta del INAMU (el futuro órgano de aplicación de la ley) y música, comentaba que “sólo una discriminación positiva puede lograr que no tardemos otros cien años para superar este desequilibrio”. Durante el día miércoles, previo a la votación, resaltó su relevancia: “es de enorme importancia para las músicas del país, es algo por lo que venimos luchando un grupo de Músicas acompañadas por 32 agrupaciones de músicas, disidencias y diversidades de todas las provincias”. Sin embargo, a raíz de los problemas complejos que atraviesa la disciplina no sólo en términos de cupo, sino también de poder y violencias históricas, aclaró que “no es la solución para la desigualdad que existe en todos los ámbitos, pero sí es una herramienta que va a ayudar a achicar esa desigualdad. Desde ahí vamos a luchar en contra de los abusos y violencias”, cerró.

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Lucia Cholakian Herrera

Comunicación UBA // Periodismo Narrativo UNSAM+Anfibia. Escribe en Vice, Cosecha Roja y Nodal.am // En redes es @queendelqueso