La Juventud Sindical Peronista de La Plata aprobó la paridad de género

Con 10 años de vida, la Juventud Sindical Peronista de La Plata, Berisso y Ensenada aprobó la paridad de género en los cargos de conducción entendiendo que la participación de las compañeras no sólo hace a una mejor organización, sino que responde a los principios de la igualdad y la justicia social.

Un video de celular circula en redes sociales y grupos de Whatsapp. Es el momento de la votación en la última asamblea extraordinaria de la Juventud Sindical Peronista de La Plata, Berisso y Ensenada (JSPR): “Esta organización siempre fue por más, estuvimos a la altura de las circunstancias y nunca esquivamos un debate, es para mí un orgullo presidir mi última asamblea como secretario general, honor que me han conferido ustedes y nunca olvidaré”. El que habla es Ignacio “Nacho” Bruno, trabajador no docente, secretario general de JSP y secretario gremial de la Asociación de Trabajadores de la Universidad Nacional de La Plata (ATULP).

Con la presencia de militantes de más de 25 gremios de la región, a mano alzada y por unanimidad, la Juventud Sindical Peronista Regional resolvió aprobar la paridad de género para la próxima Comisión Directiva. Será la primera organización sindical juvenil del país que por estatuto deberá tener 50 y 50 de mujeres y varones en sus espacios de conducción. Esto resulta fundamental, ya que el movimiento obrero argentino no sólo ha invisibilizado históricamente a las mujeres sino que las ha expuesto -y muchas veces aún expone-  a los mecanismos de discriminación de género en el ámbito laboral (invisibilización del trabajo de cuidados, desvalorización, acoso sexual, brecha salarial, doble jornada familiar-laboral, entre otras).

“La Juventud Sindical es un lugar muy representativo de las organizaciones sindicales donde confluyen las representaciones juveniles de los sindicatos de la región. Nació en el 2009 y en ese momento yo era casi la única mujer”, recuerda Silvina Negrete, delegada nacional de la Juventud Sindical. Ella es trabajadora del Senado bonaerense, abogada, tiene 34 años y milita desde los 15. “Fuimos dos o tres durante un tiempo largo y nos costaba muchísimo sumar compañeras porque es una organización con un 95% de varones. Esto tiene que ver con que los sindicatos que forman parte están ligados a la industria y otros sectores que no tienen presencia de mujeres”, agrega.

Silvina explica que la dificultad tiene que ver con la participación en los sindicatos, pero también con que las mujeres lleguen a ocupar cargos de incidencia política y, por lo tanto, las maneras y estrategias que deben tomar para ser escuchadas. «Nos costaba que las mujeres participaran, pero más nos costaba que estuvieran en los espacios de conducción política. En mi caso me tocó estar siempre en espacios de conducción, llámese mesas ejecutivas, comisión directiva, mesa nacional, etc. Yo llego teniendo que adaptarme a la organización y a la militancia con compañeros y en esa adaptación una se masculiniza, habla fuerte para que la respeten, para demostrar lo que al hombre no se le pide que demuestre”, cuenta Silvina, quien junto con sus compañeras armó el Frente de Mujeres y, con la participación en la Intersindical y los Encuentros de Mujeres, fue instalando la discusión dentro de la organización sindical. “Aprobar este estatuto significa que el tema no es una cuestión de coyuntura, sino que va a quedar para las próximas generaciones”.

Gracias al trabajo de las historiadoras feministas, hoy sabemos que el sindicalismo argentino nunca fue sólo de machos. Entre 1895 y 1914, más del 15% de las trabajadoras de la industria eran mujeres. Incluso existieron sindicatos exclusivamente femeninos y hasta publicaciones obreras como La Voz de la Mujer (1896-1899), dirigida por la anarcosindicalista Virginia Bolten, bajo el lema “Ni dios, ni patrón, ni marido”. Además, en 1881 se realizó una huelga de maestras puntanas liderada por Enriqueta Lucero, lo cual constituyó una de las primeras huelgas docentes del mundo que reclamaba por el pago adeudado de 8 meses de salario. Ocho años después, las trabajadoras de casas particulares realizaron una protesta que estalló por el despido de una niñera francesa de 15 años “por desobediente y contestar con altanería».

Según el cuadernillo “La participación de la mujer en el mundo laboral, sindicalismo y representación política”, elaborado por Mujeres Sindicalistas a finales del 2017, sólo el 18% de las secretarías, subsecretarías y prosecretarías sindicales son encabezadas por mujeres y, de ese total, el 74% abordan temáticas consideradas “propias de la mujer”, tales como igualdad de género o servicios sociales. “Nosotras pugnamos por un sindicalismo de liberación con una línea política y en el marco de un proyecto nacional, popular y antiimperialista. La igualdad de género es parte de ese debate. No podemos decir que militamos por la justicia social sin reconocer que el feminismo es eso, la justicia social, la equidad de género”, argumenta Negrete.

Agustina Barrreto es la secretaria de Género de la Juventud Sindical Peronista La Plata, Berisso y Ensenada, trabajadora de la Jefatura Regional Conurbano II y lleva cuatro años como delegada de SECASFPI y dos militando en la JSPR. Sobre la importancia de esta medida explica: “La Juventud Sindical es una organización que rompe con estructuras que llevan mucho tiempo dentro del sindicalismo. Las mujeres traemos a la política nuestra sensibilidad y, claro, estamos menos contaminadas de algunas cosas porque justamente no estamos en los espacios de decisión. La aprobación de la paridad fue resultado de un trabajo con muchas compañeras, pero también con compañeros con los que fuimos conversando sobre la necesidad de plasmar esa decisión en el Estatuto”.

Ambas entrevistadas entienden que la lucha por un sindicalismo feminista no puede pensarse aislada de los trabajadores varones, y los quieren ahí acompañando. “Cuando fue el debate del aborto no pudimos dar esa discusión con los compañeros. Hay algunos que tienen tanto miedo y desconocimiento que creen que los temas que planteamos vienen a romper la organización. Nosotras somos orgánicas, cuidamos a nuestras organizaciones y a la Juventud Sindical y desde ahí hemos dado este gran salto”, continúa Agustina.

En nuestro país, aunque hay una ley de asociaciones sindicales que determina que un 30% de cargos deben ser ocupados por mujeres, ésta no se respeta. En la Juventud Sindical, según explican las entrevistadas, este mandato contiene un 12% de mujeres en Secretarías y ahora apuntan a la paridad. Si bien las complicaciones son mayores en algunos gremios -donde ni siquiera hay presencia de mujeres-, la imposibilidad de acceder a puestos de poder se perpetúa a través de la división desigual de tareas. Los pisos pegajosos y los techos de cristal son figuras que representan las barreras socioculturales que impiden a las mujeres el crecimiento profesional dentro de las organizaciones. Esto queda de manifiesto cuando, incluso luego de dar la lucha por formar parte, la mayoría de las reuniones donde se definen los acuerdos políticos siguen siendo en horarios en que las mujeres se hacen cargo del trabajo doméstico. En un país en que el 73% de los hogares las mujeres están a cargo de las tareas domésticas y dedican en promedio 4 horas más por semana que los hombres a las tareas del hogar, este reclamo resulta fundamental.

“Hay sindicatos que directamente no tienen mujeres. Los conductores de trenes, por ejemplo, recién en su último Congreso aprobaron que mujeres puedan conducir. En esos casos la Comisión Directiva va a evaluar la situación comprometiendo a que en la próxima instancia haya una mujer. Ayer un compañero contaba que en YPF la empresa mandó a pedir a una escuela técnica los cinco mejores promedios para hacer una pasantía. Mandaron cuatro mujeres y un varón y desde la empresa lo rechazaron. Entonces el sindicato tomó esto y empezó a incorporar mujeres al trabajo de planta”, comenta Silvina Negrete y agrega que en la Refinería de Petróleo de Ensenada, donde no había mujeres en toda la operación de planta, ahora hay ocho. “La pregunta es cómo el sindicato acompaña ese proceso para que estemos en espacios donde antes no podíamos estar. Cómo esas pequeñas luchas y reivindicaciones hacen que la organización sea más representativa y que también luche por la igualdad de género”.

Con la aprobación de la paridad en su Estatuto, la Juventud Sindical Peronista La Plata, Berisso y Ensenada sienta un precedente para avanzar en la equidad de género en el sindicalismo, reafirmando que el poder ya no es cosa de machos y que la política no podrá ser nunca más pensada sin la incidencia de los feminismos populares. De cara a un mandato presidencial que promete aborto legal, seguro y gratuito, los feminismos -organizados y pujantes- saben que tendrán un lugar fundamental. “Sentimos que este paso que dimos viene a romper con eso y nos da solidez para seguir dando la batalla cultural. Es un orgullo enorme: se nos infla el pecho, se nos caen las lágrimas. Estamos haciendo del sindicalismo un lugar más justo y equitativo para las compañeras”, concluye Barreto.

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