HPV: romper el cerco del silencio

Se estima que aproximadamente el 80% de las personas con vagina sexualmente activa están en riesgo de contraer la infección por VPH durante el transcurso de sus vidas, pero la desinformación y el tabú lo sumen en un manto de silencio. Pensar la salud en clave feminista.

“Avisale también a tu novio”. Detrás del escritorio una señora de más de 60 años intenta trasmitir tranquilidad mientras describe el HPV . Lleva un guardapolvo blanco, pulcro, que apenas deja asomar el borde de una remera tejida de un color rosaceo.

Candela tiene 35 años, y el pelo lacio como el horizonte. Aunque todos los días pasa por enfrente del edificio de la calle Sánchez de Loria para ir a trabajar, nunca le había tocado estar del otro lado. Su mente queda en blanco, desprevenida. Lejos está de tener novio ni pareja sexual estable y, al no tener certeza de cuándo adquirió la infección, tampoco puede determinar con qué personas tuvo relaciones sexuales desde ese momento. Candela piensa en quedarse callada, pero no lo hace. La voz le sale bajita, entrecortada:  “no tengo novio”. La mujer del guardapolvo toma aire como si fuera a responderle pero no lo hace, sólo termina de escribir indicaciones en un papel y se la entrega. La mira apurada confirmando lo esperado: es indescifrable.

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El Virus del Papiloma Humano (HPV) es una de las infecciones de transmisión sexual más comunes. El virus se puede adquirir aún sin contar con lesiones previas ya que la fricción del coito produce heridas microscópicas que permiten la transmisión. Se estima que aproximadamente el 80% de las personas con vagina sexualmente activa están en riesgo de contraer la infección por VPH durante el transcurso de sus vidas. Los virus VPH tipos 16, 18, 45, 31 y 33 son los responsables de alrededor del 83% de los casos de cáncer de cuello de útero en América Latina. Éste afecta a cerca de medio millón de mujeres y personas con útero en el mundo cada año y es el segundo cáncer más frecuente en mujeres menores de 45 años de edad, luego del de mama.

Aunque puede ser insuficiente usar métodos anticonceptivos de barrera (preservativo), éstos siguen siendo la forma más efectiva para prevenir tanto el HPV como otras Infecciones de Transmisión Sexual (ITS), además de los embarazos no planificados. Sin embargo, muchas veces el uso del preservativo sigue siendo un conflicto. Algunos varones cis heterosexuales se niegan a usarlo como prueba de fidelidad de sus parejas; otros argumentan pérdida de sensibilidad o incomodidad y una parte no menor simplemente insisten en eludirlo sin explicitar motivos. Por su parte, algunas mujeres cis heterosexuales descansan en los anticonceptivos orales que, si bien tienen alta efectividad en la prevención de embarazos, poseen contraindicaciones y no previenen ITS. También existen quienes cuentan los días fértiles según el ciclo menstrual o siguen confiando que si en el coito no se llega a la eyaculación, no hay riesgo –algo que desde ya advertimos que no es efectivo-.

Aunque con el método de barrera disminuye exponencialmente la posibilidad de adquirir una ITS, la mayoría de las páginas web que hablan sobre HPV siguen enfatizando en que la pluralidad de parejas sexuales son un factor de riesgo para adquirir la enfermedad, moralizando ciertas elecciones personales.

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Ilustración: Kriss Sagan

Que el varón descanse en que la mujer o persona vulvoportante se realice controles ginecológicos una vez por año, también es parte del trabajo no remunerado y de cuidados que lo deja exento de hacerse cargo. No registrar los síntomas de malestar físico y anímico, o querer negarlos para seguir el mandato de la masculinidad hegemónica donde los hombres no piden ayuda -los hombres no lloran-, clausura la posibilidad de darle un abordaje temprano a muchas patologías.  Según un informe de la OMS, los hombres acceden menos a la atención médica que las mujeres. Razón por la cual se torna más probable que mueran a causa de enfermedades prevenibles y tratables.

Con respecto a la salud sexual y reproductiva, generalmente las mujeres siguen siendo encargadas de la anticoncepción. Las píldoras orales, DIU, implante subdérmico u otras opciones actúan sobre los cuerpos feminizados ademas del papanicolau. Esto contribuye a que los hombres no se hagan responsables de la anticoncepción dejando la prevención de las ITS en un segundo plano, incluso cuando pueden afectarlos también a ellos.

Hernán Barreda es médico clínico y residente en el Sanatorio Güemes. En relación a este tema opina: “Como todas las enfermedades, el HPV es político y altamente politizable. Hay sin lugar a dudas una asimetría en cómo se expresa, cómo se transmite y cómo se encarna en las categorías varón/mujer. El gran problema epidemiológico y personal es que cuando se deposita en la vagina es en un lugar donde hay muy poca sensibilidad, entonces no se ve y no se siente y lo cierto es que en el interior de la vagina puede estar mucho tiempo sin que se sepa. Aparte, en el caso de que sea una patología proliferativa, cuando se convierte en cáncer se nota en el cuerpo portador de pene. En cuanto al cuerpo con vagina podemos no darnos cuenta hasta que ya es muy tarde”. Luego agrega: “En esta asimetría el cuerpo con vagina sigue siendo invitado a reproducir ad eternum el lugar de cuidado de un otro irresponsable de lo propio y cómo salpica a terceros. La mujer tiene que encarnar un rol de cuidado de otros cuerpos, que se le atribuye por el biologicismo. En términos de Silvia Federici, la mujer no sólo es el útero reproductor de obreros sino que también se la obliga al mantenimiento de la maquinaria averiada, aunque en esa labor impaga pierda la propia salud”.

Ilustración Kriss Sagan

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El dedo recorre la pantalla, escribe el patrón para desbloquear el celular y deja que se apague con el tiempo. Candela piense en Juan, en otro compañero de la Facultad, y en alguien de quien tras un encuentro casual y fugaz  ni siquiera conserva el número. El estigma sobre las ITS pesa y mucho. El temor a la reacción ajena, a la exposición, al desprecio y a la vergüenza mantiene el manto de tabú. Nunca es una noticia bien recibida, pero la desinformación y el miedo lo empeoran. Si bien la gran mayoría de las personas ha tenido algún incomodidad, duda o angustia respecto a la sexualidad en general, se opta por el silencio o por hablarlo entre pares, quienes tal vez no tienen la información certera. Los mitos que circulan, confundiendo, tiene su raíz en la escasa o nula Educación Sexual Integral que tuvimos quienes ya transitamos hace varios años por el sistema educativo.

La mirada reprobadora y el prejuicio se reproducen en el sistema médico. “El dispositivo biomédico es probablemente uno de los más sofisticados para hacerse eco y reproducir las lógicas del disciplinamiento normativo de los cuerpos.  Realmente, en el espacio que el sistema te ofrece para tener datos duros sobre cómo cuidar tu sexualidad, hay mucha desinformación. Mucha más moralina que estrategias conjuntas para, en clave spinoziana, ponerte al servicio de las potencias de tu cuerpo sin atentar contra el cuerpo de otre”, agrega Hernán.

El dedo se desliza de vuelta por la superficie táctil, ahora abre el Whatsapp y elige la conversación. El aire llena sus pulmones, los dedos le sudan. Despliega el teclado, comienza a escribir, borra, empieza de nuevo, las letras danzan como una sinfonía de piano. Pulsa enviar.

Si hablar del deseo es necesario, hablar de salud sexual y no reproductiva es indispensable.

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Según un informe de la AHF Argentina, sólo el 14,5% de los argentinos y las argentinas aseguró utilizar preservativo en todas sus relaciones sexuales, el 65% admitió utilizarlo solo a veces y el 20,5% reconoció no usarlo nunca. Además, el 96% de los nuevos casos de VIH se debe a relaciones sexuales sin preservativo.

A esto se suma la crisis económica al finalizar el gobierno de la alianza Cambiemos, que influyó en que muchos y muchas debieran privilegiar otras cosas por sobre el cuidado sexual. En mayo de 2019 los preservativos ya habían aumentado un 50% en seis meses, y las pastillas anticonceptivas, otro 30% anual. Los farmacéuticos hablaban de una caída de al menos el 20%. En relación al Programa de Salud Sexual y Reproductiva, el Ministerio de Salud -degradado a Secretaría durante el macrismo- utilizó su presupuesto casi en la totalidad durante el año 2015, pero al año siguiente fue sólo en un 78%. En 2018 se utilizó el 69% de los fondos asignados, dejando sin usar unos 150 millones. A esto se suma que enfermedades como la sífilis tuvieron un rebrote en nuestro país.

De acuerdo con la Fundación Huesped, el cáncer de alto riesgo adquirido por el HPV suele ser el uterino, mientras que el de pene o ano son menos frecuentes. En nuestro país la vacuna para el HPV es gratuita y obligatoria desde el 2011 para mujeres a los 11 años y desde el 2017 también lo es para varones de esa edad.

Ilustración: Maxi Barth

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‘Esto es sólo de rutina’, dice la misma mujer del delantal níveo y escribe una lista de estudios más larga que la del supermercado. Es la segunda vez que Candela atraviesa la puerta del consultorio. Está ansiosa, tal vez recién en ese momento es capaz de dimensionar la exposición, la falta de cuidado y sus posibles repercusiones. Tiempo después dirá que seguramente se le notaba el rictus tenso porque, al entregarle el papel rotulado, la ginecóloga ensayó una mueca forzada de simpatía.

Existe un fuerte estigma social que dice que las personas de clases más bajas utilizan menos los métodos anticonceptivos. Si bien es cierto que existen ámbitos donde la educación sexual integral es más escueta y la información menos accesible, esto continúa siendo un prejuicio. En los círculos religiosos y conservadores no se suele hablar de salud sexual y (no) reproductiva y, al día de hoy, para muchas mujeres y personas con capacidad de gestar, de todas las clases sociales y edades, los abortos siguen siendo un hecho traumático que, por miedo o presión social, no se sienten capaces de hablar.

Más allá de eso no son pocas las personas de clase media, con información al respecto, que eligen por descuido o intencionalmente no utilizar métodos anticonceptivos. Resulta importante recalcar que, si bien todas las ITS pueden ser contagiadas a través del sexo oral, muchas personas -a título personal me atrevería a decir la mayoría- ni siquiera se plantean la necesidad de utilizar preservativo para esta práctica, quedando TOTALMENTE expuestas.

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Ilustración: Maxi Barth

Las soluciones no son fáciles ni individuales: la educación sexual integral  depende de la existencia de políticas públicas, conciencia y cambios sociales. Sin embargo, tampoco sirve escudarse en la idea de que “los procesos son largos” o que “las nuevas generaciones van a ser diferentes” mientras haya personas afectadxs.

La modificación no sólo es a futuro, sino que también es retrospectiva. Permitirse (casi obligarse a) hacer una revisión de las conductas que aprendimos y que seguimos reproduciendo. Dejar de sostener el patriarcado es también abandonar los estereotipos sexuales cómodos en los cuales los descuidos de otres son infantilizados por su clase social y los nuestros -personas que tenemos acceso a la universidad y de clase media- son graciosos o irrelevantes. Es urgente concebir las situaciones riesgosas a las cuales nos exponemos nosotres y nuestres compañeres, las que aún dejamos pasar y las que minimizamos.

Porque si lo personal es político, un mundo feminista es también un mundo con cuidados.

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Dalia Cybel

Historiadora del arte y periodista feminista. Fanática de los libros y la siesta. En Instagram es @orquidiarios