Belgrano: cannabis, comercio y la felicidad de los pueblos

Además de crear la bandera y haber sido indispensable en la conquista de la independencia argentina, Manuel Belgrano fue de los primeros en hablar y escribir acerca de los beneficios de cultivar cannabis.

En 1797, Manuel Belgrano escribió uno de los primeros textos en el continente acerca de cómo plantar marihuana y qué beneficios podría tener la planta para los habitantes de lo que hoy es Argentina. «Utilidades que resultarán a esta Provincia y a la Península del cultivo de lino y cáñamo», fue una especie de manual que consagró al padre de la bandera como el prócer vinculado a la cultura cannábica. Sin embargo, Belgrano desconocía los efectos psicotrópicos de las flores de la planta y su interés residía en la fibra del cáñamo y en el desarrollo de la agricultura en el entonces Virreinato del Río de La Plata.

En “Marihuana: la historia. Desde Belgrano a las copas cannábicas”, el periodista Fernando Soriano cuenta que el el siglo XVI, el cultivo de cáñamo en Europa era “un combustible fundamental, no solo para la vida social y el desarrollo agrícola, si no para las intenciones colonizadoras de las potencias imperialistas”. La fibra obtenida de la planta se utilizaba para fabricar tanto las sogas como las velas de las embarcaciones e incluso las carabelas de Cristóbal Colón tenían velas hechas de este material. “Los pantalones, medias, abrigos y gorros de marineros, esclavos y resto de la tripulación estaban hechas con hilos de este yuyo”, destaca Soriano.

Ilustración: Ariel Olivares

“Cuando la planta crece, crece alta y la fibra sirve para hacer tela o papel – explicó a El Grito del Sur el oftalmólogo e historiador Omar López Mato-. Hay un montón de cannabinoides en la planta, pero los más conocidos son el THC, que tiene efectos psicotrópicos, y el CBD, que no tiene efectos psicotrópicos y se usa para distintos tratamientos”. López Mato, además, precisó que cada planta tiene una concentración distinta de cannabinoides, pero que eso “recién se estudió a partir de la década del ‘60 gracias al trabajo de (Raphael) Mechoulam, un químico israelí”.

El cáñamo producido con fines industriales, sostiene Soriano, tiene un porcentaje muy bajo de THC, que está presente en las inflorescencias de la planta femenina. “El fin de su cultivo es, básicamente, aprovechar las fibras de su madera y raíces y entonces la planta crece alta y espigada y casi no presenta flores”, afirma.

Belgrano observó la importancia del cultivo del cáñamo mientras estuvo en España entre los años 1786 y 1793, cuando estudió Derecho en la Universidad de Valladolid. Allí también conoció las ideas del fisiócrata François Quesnay, quien sostenía que la agricultura era la forma que tenían las naciones para generar su riqueza. Estas ideas son algunas de las que intentó promover Belgrano cuando volvió al Virreinato y comenzó a ser funcionario de la corona en el Consulado de Comercio de Buenos Aires.

“Belgrano era un gran admirador de George Washington y él, en su casa de Mount Vernon, cultivaba el cáñamo”, dijo López Mato. Según él, los uniformes que vistió el ejército que comandó Washington durante la Guerra de la Independencia estaban hechos de tela de cáñamo. “También se hacía papel de cáñamo o se consumía como alimento”, señaló López Mato y agregó que, tanto en Estados Unidos como en Canadá, hoy existe una gran industria de hemp food, que incluye alimentos hechos a base de cannabis (sin efectos psicotrópicos) y sus semillas que, sostuvo el oftalmólogo, “contienen Omega 3 y Omega 6”, que funcionan como antioxidantes.

Soriano afirma que, en su manual, Belgrano daba detalles de en qué fechas sembrar y cosechar cáñamo y distintas formas de cuidar a la planta. “Aprendió que las semillas ‘no deben ser antiguas, si tienen dos años, según se ha observado, no producen, y mucho menos si ha pasado más tiempo, porque el aceite que contienen pasando el tiempo se arrancia’”, explica el autor de “Marihuana: la historia”.

Belgrano consideró que el cultivo iba a ser una fuente de trabajo para quienes menos tenían y para las mujeres. El prócer también creía que se iba a poder montar una industria textil para que incluso en España vistan con “lienzos manufacturados por nuestros compatriotas”. Sin embargo, la idea de Belgrano no prosperó. Los comerciantes del Buenos Aires colonial no tenían interés en liberalizar el comercio para, de esta manera, continuar beneficiándose del contrabando, mientras que en España no veían la necesidad de que en el Virreinato se desarrollara la industria naval.

Recién en 2019, a casi 200 años de la muerte de Belgrano, en Argentina se permitió que exista una plantación de cannabis con fines medicinales en la provincia de Jujuy. No obstante, López Mato lamentó que aún exista “mucha confusión respecto al tema” y que, debido a la prohibición que todavía rige a nivel nacional, faltan “estudios sobre las aplicaciones” de derivados de la planta, así como “estadísticas valiosas y de seguimientos en aspectos médicos”.

Ilustración: Ariel Olivares

Si bien es reconocido que el uso de aceite de cannabis es beneficioso para aquellas personas que tienen epilepsia refractaria, López Mato opinó que “aún falta estudiar qué efectos puede tener” en otras patologías y “qué concentración (de cannabinoides) sería necesaria” en los tratamientos. “En la oftalmología existe una enfermedad, la retinosis pigmentaria, que deja ciegas a las personas y no tiene cura. Sin embargo, tengo pacientes que fuman marihuana y que viéndolos con 10 años de diferencia la retinosis no les avanzó”, detalló. Lo urgente, afirmó el oftalmólogo e historiador, es “terminar con el prejuicio y la confusión”.

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Ludmila Ferrer

Periodista y Licenciada en Comunicación Social (UBA). Escribe también en Página/12 y sigue más podcasts de los que puede escuchar.