La vida después del hogar

En la Ciudad de Buenos Aires hay 800 niños y adolescentes que viven en hogares para quienes no tienen cuidados parentales. Pero, ¿qué pasa cuando los jóvenes cumplen la mayoría de edad?

Fotos: Michelle Lebrún/ Doncel

En diciembre de 2017 llegó el día que T. temía: su cumpleaños de 18, el día que se convertía en una adulta a los ojos de la ley y el día de su egreso del hogar para niños y jóvenes sin cuidados parentales al que había llegado dos años antes. “Siempre intento no estar triste, planificar muchas cosas y hacerlas. Y así fue mi cumple -recordó T.-. Cuando cumplí 18 me puse muy triste, dije ‘ya está, el hogar no tiene más responsabilidad sobre mí’. Me daba miedo la posibilidad de tener que volver a la casa de mi familia, no me sentía preparada ni con herramientas. Fue muy difícil”.

Hasta el año pasado, en la Ciudad de Buenos Aires había alrededor de 800 niños institucionalizados, según contó a El Grito del Sur Z., una persona que trabajaba en Gobierno porteño que pidió permanecer anónima. “Todos los chicos entran por una medida de protección (en general, debido a una situación de violencia o abuso en el hogar). Pueden ser revinculados con sus familias o se decreta el estado de adoptabilidad de ese niño o grupo de hermanos. Todo depende de la individualidad de cada caso”, señaló Z..

Los niños separados de sus familias por las medidas de protección son alojados en los hogares propios del Gobierno o en uno de los más de 40 hogares conveniados. Estas son instituciones manejadas por organizaciones de la sociedad civil, pero que reciben del Gobierno una beca por niño para cubrir las necesidades de cada uno de ellos. Asimismo, el Gobierno porteño se encarga de supervisar las condiciones de los niños y de las instituciones donde se encuentran.

“Después la Ciudad tiene un sistema de acogimiento familiar. Son familias que se encuentran supervisadas por la Dirección de Niñez y Adolescencia y que reciben niños en sus primeros años. Este sistema se usa mucho afuera porque garantiza el derecho de la Convención (sobre los Derechos del Niño) que establece que los niños vivan en un ámbito familiar -explicó Z.-. Es importante que se entienda que esto es algo transitorio hasta que se resuelva si ese niño vuelve con su familia o se declara su adoptabilidad”.

Fotos: Michelle Lebrún/ Doncel

Sin embargo, cuando los niños que están en los dispositivos superan los 8 años de edad, sus chances de ser adoptados es reducida.  De acuerdo con un informe publicado en 2018 por la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia (SENNAF) y UNICEF, el 30 por ciento de los niños en situación de adoptabilidad tiene entre 0 y 5 años y el 70 por ciento tiene entre 6 y 17 años.

“Para estos pibes, cumplir 18 es un problema porque tienen que egresar de los dispositivos de cuidados con todos los problemas que tiene cualquier adolescente de por sí, sumado a que tienen una situación de vulnerabilidad”, afirmó Andrés Segade, politólogo y responsable del área de Incidencia de Doncel, una ONG que acompaña a adolescentes y a jóvenes sin cuidados parentales en su transición de la vida adulta cuando salen de los hogares. “Los pibes estuvieron contenidos en los dispositivos, pero a la hora de egresar no tienen un acompañamiento emocional o para planificar un egreso, saber dónde vas a vivir, con quién o cómo conseguir laburo”, agregó.

Fotos: Michelle Lebrún/ Doncel

El hogar

T. nació en Perú y a los 12 años llegó a Buenos Aires con su familia con quienes se instaló en el barrio Rodrigo Bueno. Ahí comenzó a participar en actividades que hacía una agrupación barrial y, a pesar de su timidez, empezó a participar de las asambleas. “Después se hizo un espacio de mujeres, queríamos trabajar con mujeres del barrio y salió el tema de violencias, que era algo que yo tenía naturalizado. (Ese espacio) fue como un balde de agua, pude ver que había otra alternativa”, recordó T..

Con la ayuda de sus compañeras de militancia y un grupo de mujeres que acompañaba a sobrevivientes de abusos, un día de verano T. pudo irse de su casa. “Estuve a guarda de una de mis compañeras y al mes siguiente entré al hogar”, contó. El hogar tenía lugar para alojar a 10 niñas y adolescentes.

T. tuvo que cambiarse de escuela para seguir estudiando y, además, se dedicó a hacer cursos y actividades. A los 17, una operadora del hogar le sugirió acercarse a Doncel para hacer un curso de pre egreso. “Tenía ganas de ir y fui. Estaba en ese momento de pensar qué iba a hacer cuando me tuviera que ir (del hogar) y aproveché el curso que duraba un año. Era una capacitación laboral, pero durante 6 meses se hablaba sobre derechos, salud, el egreso y qué hacer después del hogar”, afirmó.

Fotos: Michelle Lebrún/ Doncel

El egreso

El 31 de mayo de 2017, se aprobó en el Congreso la Ley de Egreso 27.364 que crea a nivel nacional el Programa de Acompañamiento para el Egreso de Jóvenes sin Cuidados Parentales. Este acompañamiento es voluntario para jóvenes de 13 a 21 años y los provee de una asignación económica -que se cobra a partir de los 18 años y cuyo monto debe ser equivalente al 80 por ciento de un salario mínimo, vital y móvil-  y de un referente que deberá acompañarlo en el proceso.

La ley también establece que los referentes deberán hablar con los jóvenes de los siguientes temas: salud, salud sexual, procreación responsable y planificación familiar; educación, formación y empleo; vivienda; Derechos Humanos y formación ciudadana; familia y redes sociales; recreación y tiempo libre; habilidades para la vida independiente; identidad y planificación financiera y manejo del dinero.

“Lo que vino a hacer la ley es a unificar la mirada y la intervención a nivel nacional”, explicó Z.. El programa que lleva adelante la Ciudad de Buenos Aires se llama “Mi lugar” y lo que se trabaja, agregó Z., es “el autovalimiento progresivo”. “(A los jóvenes) se los invita a talleres grupales o se hacen entrevistas individuales. Los chicos salen del hogar y eso hace que tomen la responsabilidad de viajar solos y se va trabajando en distintos aspectos -sostuvo-. Estos encuentros grupales generan un nuevo grupo de pertenencia porque las personas del hogar son como su familia y existe ese miedo (de quedarse solo al salir de ahí)”.

Al momento de egresar, el Gobierno porteño cuenta con Casa Joven, un espacio donde los jóvenes pueden vivir luego del egreso. “Es una casa mixta y van tanto varones como mujeres. Se capacita y acompaña en la búsqueda laboral y en la formación de un proyecto, que es muy difícil”, afirmó Z..

El Gobierno también tiene un programa para capacitación laboral en el que, contó Z., “se les enseña cómo armar un CV, cómo atravesar una entrevista laboral y se los acompaña en la búsqueda de un primer trabajo en blanco”. “Hay empresas que, a través de la Dirección (General de Niñez y Adolescencia) y con un convenio de responsabilidad social empresarial, permiten que los chicos hagan prácticas”, señaló.

Por su parte, Doncel trabaja hace 15 años y tiene presencia en 12 provincias. “Empezó como un programa de inserción socio-laboral, pero eso se transformó en Servicios para la Autonomía porque no daba buenos resultados mandar a los pibes a entrevistas sin experiencia”, recordó Segade. Los jóvenes reciben preparación para su vida autónoma que, además de cubrir el ámbito laboral y educativo, incluye, entre otras cosas, cómo prepararse las comidas, cómo viajar en transporte público y armar un presupuesto. “Muchos no saben que, por ejemplo, tienen que pagarse las cuentas de la luz o el gas. En el hogar no tienen que ocuparse de eso”, afirmó Segade.

Fotos: Michelle Lebrún/ Doncel

“Sólo nos salva lo colectivo”

T. preparó su egreso junto a Doncel. Incluso antes de cumplir los 18 comenzó a participar en “Guía egreso”, un programa de la ONG en el que se reúnen jóvenes que ya egresaron de los dispositivos de cuidado y quienes están por cumplir la mayoría de edad. “Yo era de las más chicas. Iba y escuchaba. Había personas que ya habían egresado y contaban de a uno lo difícil que era, pero que se podía. Ahí se me iba un poco el miedo y decía ‘yo también voy a poder’”, contó.

El día que se fue del hogar, T. le pidió a sus amigas que la ayuden en la mudanza. Se iba a vivir con tres conocidas que fueron sus referentas. “Las pibas me salvaron. Me dijeron que me podía quedar sin pagar nada y que donde comen 3, comen 4”, recordó. Todas las chicas del hogar la ayudaron a cargar sus cosas en la camioneta del flete y fueron con ella a su nueva casa. “Yo tuve la suerte que, desde que me fui de mi casa, siempre estuve acompañada por otras personas. Pero una amiga que egresó antes que yo no tuvo esa suerte, entonces se tiene que visibilizar lo difícil que es egresar, lo complicado que es que el Estado no te acompañe después del egreso porque algunos no tienen adónde ir. No querés volver a la casa de tu familia, que es justamente de donde el Estado te sacó porque te violentaban”, sostuvo T..

Al poco tiempo de egresar, T. consiguió trabajo y terminó la secundaria. Hoy tiene 20 años, varias mudanzas encima y está por empezar la carrera de Trabajo Social. Su sueño cuando era chica era ser maestra rural debido a que sus padres trabajaban en el campo y no pudieron terminar la escuela primaria. “La educación me parece una herramienta fundamental, pero empecé el profesorado y no me cerró. Me parece que Trabajo Social es estar, llevar herramientas a las personas y acompañar desde el uno a uno, eso me copa más”, opinó T., quien desde 2019 trabaja en Doncel en el área de “Guía egreso”.

“Creo que todo es un aprendizaje y un empoderamiento, el hecho de poder decirnos que todo va a estar bien no es lo mismo si viene de una persona del hogar a que lo diga yo que sí lo viví. Es sembrar en el otro esa semillita de sentir que se puede”, señaló T.. Para ella, es fundamental que los jóvenes se apoyen en sus referentes y en los amigos. “Muchos sentimos que molestamos, pero les digo que no, que tenemos que aprovechar a recibir ese cariño de la mejor manera y sentirnos acompañadas -aseguró-. No estás sola, podés armar un lazo con la gente de ‘Guía egreso’, con la gente del hogar, hay que armar una red dentro y fuera del hogar porque sólo nos salva lo colectivo”.

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Ludmila Ferrer

Periodista y Licenciada en Comunicación Social (UBA). Escribe también en Página/12 y sigue más podcasts de los que puede escuchar.