Las muertes de Ramona y el Oso: Larreta es responsable

A casi dos meses del inicio de la cuarentena, se produjeron las muertes de dos militantes de la Villa 31: Ramona Medina y el Oso Giracoy. Sin un protocolo para barrios populares, casi dos semanas sin agua y en medio de una interna PRO, la 31 emerge como el principal foco de contagios en el país y la responsabilidad del Jefe de Gobierno se cae de maduro.

Ramona Medina puso el cuerpo y la cara. Villera, madre, militante y vocera de La Poderosa en la Villa 31, había salido a denunciar públicamente las desiguales condiciones sanitarias en que el barrio estaba enfrentando la pandemia: 12 días sin agua, problemas de infraestructura, amenaza de desalojos y un Estado porteño ausente. Paciente insulino-dependiente, Ramona vivía con siete personas en la casa 79 de la manzana 35 de la Villa 31 hasta esta mañana, cuando falleció luego de que se complicara su caso por COVID-19.

«Nos mataron a Ramona», tituló La Garganta Poderosa frente a la fatídica muerte de su compañera. «Atragantados de bronca, dolor e impotencia, nos toca llorar a Ramona, que no murió: la mataron de abandono. Es un crimen y no vamos a parar hasta que paguen todos los responsables», denunció la organización social a través de un comunicado.

Victor Giracoy, a quien todo el mundo llamaba «El Oso», se había instalado en la 31 después de dejar su Jujuy natal. Hace 25 años sostenía el comedor Estrella de Belén, que alimentaba a un gran número de vecinos y vecinas del barrio. De pasado futbolista, cuentan quienes lo conocieron que coordinaba y dirigía equipos de fútbol juvenil en el barrio. «Radical y fiel a sus convicciones, buen cocinero, devoto de la Virgen del Rosario de Río Blanco y Paypaya, buen padre y esposo», sentencia el comunicado que se hizo eco de su fallecimiento, y buscó rescatar su historia para que no sea un número más entre los 764 contagiados que se registran hasta hoy en el barrio.

Poca agua, mucha interna

«Es triste saber que sus hijos y familiares no se pudieron despedir, y más saber que no van a poder hacerlo. No se pueden abrazar entre ellos para tener un consuelo porque están aislados en distintos lados», publicó el Comité de Crisis del Barrio Carlos Mugica.

A casi dos meses del inicio de la cuarentena y, a pesar de la insistencia de la oposición parlamentaria, en la Ciudad de Buenos Aires todavía no se aprobó un protocolo de acción para los barrios vulnerables. Y la presión de las cifras es cada vez mayor: sumada a la preocupación por el crecimiento de casos en el Barrio Ricciardelli (ex Villa 1-11-14) en el Bajo Flores, los números de la 31 resultan escalofriantes. Actualmente, es el foco de contagios más importante de todo el país.

Los responsables tienen nombre y apellido: Diego Fernández, secretario de Integración Social y Urbana, quien operó como funcionario encargado de la urbanización en la Villa 31, y su jefe político, Horacio Rodríguez Larreta, son quienes deben dar respuesta por las muertes de Ramona y el Oso. Esta misma semana, Fernández fue interpelado por legisladores porteños producto de su deficitaria actuación sanitaria en la Villa 31, pero la sesión fue una puesta en escena que entremezcló excusas con relato. «La 31 tiene la mejor red de agua potable de todos los barrios vulnerables en Argentina», sentenció Fernández luego de aceptar que la falta de presión había dejado a vecinos y vecinas durante casi dos semanas sin abastecimiento de agua.

San Lorenzo toma la delantera para frenar el coronavirus en la Villa 1-11-14

Mientras tanto, el tiempo corre y la pandemia avanza. Este lunes comienza el operativo DETECTAR en la Villa 21-24. La iniciativa conjunta entre Nación y Ciudad busca extender los testeos a barrios vulnerables para medir el crecimiento de casos y poder tomar medidas preventivas. De hecho, tanto en la 31 como en la 1-11-14, el operativo sirvió para señalar la magnitud de propagación del COVID-19 en ambas villas.

Mientras tanto, el PRO atraviesa una interna feroz entre «Halcones» y «Palomas» por su responsabilidad en la gestión de la Villa 31. Desde el primer bando, donde se ubica Fernández, buscan exculparse de responsabilidades culpando a AySA por los errores en el abastecimiento de agua. Desde las «Palomas», donde se ubican la ministra de Desarrollo Humano y Hábitat, María Migliore, y el presidente del Instituto de Vivienda de la Ciudad (IVC), Juan Maquieyra, apuntan contra Fernández por su pésima gestión de la pandemia.

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