Libertad de expresión es libertad de mercado

La semana pasada el juzgado civil 108, a cargo de Susana Nóvile condenó a la Revista Barcelona a indemnizar a Cecilia Pando en un juicio iniciado por daños y perjuicios. El origen de la acusación fue un montaje fotográfico donde se observaba la cara de Pando en un cuerpo desnudo -que evidentemente no era el suyo-, atado con sogas. La imagen se publicó en la contratapa de Barcelona del 13 de agosto 2010, al poco tiempo de que Pando se encadenara en el Hall del Ministerio de Defensa -junto con una docena de mujeres de policías y militares procesados por delitos de lesa humanidad-, exigiendo el fin de los juicios a los represores.

 

La semana pasada el juzgado civil 108, a cargo de Susana Nóvile condenó a la Revista Barcelona a indemnizar a Cecilia Pando en un juicio iniciado por daños y perjuicios. El origen de la acusación fue un montaje fotográfico donde se observaba la cara de Pando en un cuerpo desnudo -que evidentemente no era el suyo-, atado con sogas. La imagen se publicó en la contratapa de Barcelona del 13 de agosto 2010, al poco tiempo de que Pando se encadenara en el Hall del Ministerio de Defensa -junto con una docena de mujeres de policías y militares procesados por delitos de lesa humanidad-, exigiendo el fin de los juicios a los represores.


De la denuncia inicial por 70.000 pesos, la cámara terminó fallando en favor de Pando por 40.000. «Lo más preocupante de este fallo no es la plata (que no tenemos) sino el precedente. Con esta jurisprudencia, los que hacemos sátira vamos a terminar editando en la clandestinidad», afirmó Ingrid Beck, una de las directoras de la revista. Lo que se pone en discusión entonces, no es el monto de la indemnización, sino la pregunta por el sentido de la “libertad de expresión”, el rol de los medios y  el papel de la Justicia.


Para adentrarse en el tema vale recuperar algunos de los argumentos que utiliza la jueza. En el veredicto oficial de la cámara puede leerse “lo hemos dicho, el más sutil y peligroso ataque a la libertad de prensa, es aquél que se produce cuando se actúa irresponsablemente, porque además erosiona la credibilidad que los medios deben gozar, para cumplir cabalmente su función en las sociedades libres. De ahí también, que hay sentencias. Y si todos los días hay que bregar por una prensa independiente, también hay que hacerlo para que sea responsable, como uno de los resguardos que garantizan su libertad».


Evitaremos caer en la oxidada discusión sobre la “”independencia”” (con doble comilla) del periodismo. Somos partidarios del periodismo militante, politizado, honesto desde sus posiciones, que sale a golpear desde un lugar claro y consciente, producto de una postura ideológica y no del mandato del mercado, la Sociedad Rural o el poder judicial. La objetividad y la independencia del periodismo son dos de nuestros principales enemigos, y hacia ellos es a donde se dirigen nuestros cañones.


Adentrémonos entonces en el eje central del debate. La libertad de expresión es, sin lugar a dudas, la construcción retórica del liberalismo y la derecha para justificar la desigualdad en el acceso a los medios de producción de la opinión pública. Es el escudo del que se vale el poder concentrado para difamar, desinformar y censurar. Si bien la lucha por la democratización de la palabra es fundamental en la construcción de un nuevo paradigma de sociedad, la libertad de expresión es el concepto que se encuentra en las antípodas de toda democracia. La libertad de expresión, en el marco del capitalismo, es el término edulcorado del que se valen los poderes fácticos para encubrir la libertad de mercado en el campo de la comunicación.


No somos ni tan polémicos ni tan originales cuando señalamos este artilugio de la justicia burguesa para encubrir la dominación en la construcción de opinión pública. Cien años antes de que un pibe tras un teclado escribiera estas líneas, un ruso calvo, que algo entendía sobre la lucha por el poder, decía “esta libertad es una mentira. Mientras las mejores imprentas y los más importantes depósitos de papel se encuentren en manos de los capitalistas y mientras subsista la dominación del capital sobre la prensa, esta dominación se afianzará en el mundo entero de la manera más escandalosa, brutal y cínica” (V.I. Lenin, Obras Escogidas.)


Lo dijeron los estudiantes chilenos en 1973: El Mercurio miente. Lo repetimos hace poco, pero con otro Sujeto, los que entendemos que el enemigo sale a la cancha todos los días en forma de diario, bajo las órdenes de una pequeña dirección cualitativa al mando de Héctor Magneto. A diferencia de la década de los 90, la reacción política del imperialismo nos encuentra mejor parados: los medios populares ya no buscamos la alternatividad per se, ya no intentamos construir medios impolutos, con una agenda propia, al costado de la disputa de poder.  Entendimos, no sin golpes, que la lucha es por la hegemonía, y la tarea de los medios populares consiste en fortalecerse, profesionalizarse y confrontar de la manera más radical posible con las grandes corporaciones mediáticas.


Este es en cierta medida el trabajo que hace la Revista Barcelona. Desde el humor, la sátira y la ironía, parado sobre una clara postura política, incide sobre la construcción de opinión pública, retoma los ejes de la prensa de masas y los resignifica con un estilo provocador.  Fiel a nuestro estilo eurocéntrico, todos defendíamos las caricaturas de Mahoma que publicaba Charlie Hebdo, pero nuestra justicia se escandaliza con un montaje satírico sobre una mujer que, de manera impune y amparada en la libertad burguesa de expresión, dice que no fueron 30.000 los compañeros desaparecidos, que acá hubo una guerra y que los genocidas y apropiadores de bebés deberían estar en libertad. La libertad de expresión, en una sociedad radicalmente desigual, funciona sólo para los poderosos y si queremos encarar un proceso político de avanzada (nada de vamos a volver, ni lugares comunes carentes de toda autocrítica) tenemos que repensar cuales son  los mecanismos de los que se vale la derecha para seguir sosteniendo sus privilegios. La libertad de expresión, burguesa y liberal, es sin duda uno de ellos.


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Yair Cybel

Una vez abrazó al Diego y le dijo que lo quería mucho. Fútbol, asado, cumbia y punk rock. Periodista e investigador. Trabajó en TeleSUR, HispanTV y AM750. Desde hace 8 años le pone cabeza y corazón a El Grito del Sur. Actualmente también labura en CELAG y aporta en campañas electorales en Latinoamérica.