La justicia porteña resolvió condenar al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires a pagar más de un millón de pesos, en concepto de daños y perjuicios, a padres y hermanos de un niño fallecido en situación de calle en 2010. La familia vivía bajo la traza de la Autopista 25 de Mayo, y la resolución del magistrado ordenó que se le brinde tratamiento psicológico a los integrantes de la misma.
El titular del juzgado N° 15 en lo Contencioso Administrativo y Tributario de la Ciudad, Víctor Trionfetti, resolvió este 14 de diciembre, hacer lugar parcialmente a la demanda por daños y perjuicios impulsada contra el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. En los fundamentos de la sentencia, el magistrado señaló que “el frente actor está formado por una familia de personas con un alto grado de vulnerabilidad”. También que “está probado” que, al momento de fallecer el niño, “la familia vivía en la calle.”
EN los motivos de la condena, junto con la violación de la dignidad de las personas y el acceso a la vivienda se suman la ausencia del Estado Municipal en la protección de la niñez y la adolescencia. A su vez se subraya que el Estado ofreció a la mujer embarazada que concurra a un parador “sólo para pernoctar”, lugar que “no logra contener a las familias biparentales” y es “exclusivo para mujeres solas y con hijos menores de edad”.
El magistrado hizo referencia a informes del BAP sobre contactos con la familia, en los que “se reiteran ofrecimientos de soluciones precarias e indefinidas” centrados en la concurrencia a paradores o el acompañamiento en la búsqueda de un hotel que reciba a los 8 miembros del grupo familiar. “Lo que resulta inexplicable es que ante estos datos ciertos, con el rigor del clima de esos días y con niños en situación de salud delicada (uno recién nacido y otro con noticias de estar enfermo), el BAP, es decir, el Estado, se limita ‘en los consecutivos días del mes’ a acompañar a la familia hacia la búsqueda de un lugar propicio para el alojamiento” sentenció.
Trionfetti concluyó que el niño “murió de noche y en la calle […] un tiempo y un lugar donde jamás debería estar un niño de veintiséis días de edad”.