Violencia, democracia y Constituyente

La violencia es un elemento fundamental para entender la historia y la actualidad de Venezuela. 58 muertos en 53 días de protestas: 14 en saqueos, 8 en barricadas, 6 por fuerzas de seguridad, 4 uniformados y 15 que transitaban cerca de una manifestación, pero que no participaban en ella.

Violencia

La violencia es un elemento fundamental para entender la historia y la actualidad de Venezuela. 58 muertos en 53 días de protestas: 14 en saqueos, 8 en barricadas, 6 por fuerzas de seguridad, 4 uniformados y 15 que transitaban cerca de una manifestación, pero que no participaban en ella. (https://goo.gl/GoRGkr). Por si los muertos fueran pocos, la oposición atacó hospitales, destruyó estaciones de policía, destrozó cuanta instalación pública se le cruzó, y la semana pasada, por dar sólo un ejemplo, incendió 51 autobuses de Transbolívar en la ciudad de Puerto Ordaz.

La violencia en Venezuela es sólo una de las herramientas de la derecha para debilitar al gobierno de Maduro. Buscan empujarlo a la represión, generar un caos que permita justificar una intervención armada -con su correspondiente golpe de mercado-, tumbar al gobierno y aislar al movimiento chavista. Su violencia es real, de calle y guarimba, pero también es simbólica. La guerra, comienza con el rumor de la guerra. Su partida se juega en medios internacionales y redes sociales, donde ya anunciaron la renuncia de Maduro y su posterior escape en en helicóptero (hubo un vídeo falso y todo) y la muerte del opositor preso Leopoldo López. A este combo se le suma el factor paramilitar, migrado durante años desde Colombia y asentado en tierras venezolanas.

Las revoluciones, cuando triunfan, enfrentan la contradicción weberiana fundamental: junto con el control del Estado, deben conducir el monopolio legítimo del uso de la violencia. La policía venezolana no porta armas de fuego en las manifestaciones y ha sido sumamente tolerante con las protestas, en las que la oposición ha utilizado desde armas de fuego hasta “puputovs” (potes rellenos de excrementos). Imagínese usted pibe, si estos incidentes, en lugar de la Guardia Bolivariana, los hubiesen tenido que enfrentar los Carabineros de Chile o las fuerzas armadas de Brasil. La oposición sigue en la calle, arraigada a su agenda de violencia, y es por ello que hay un sector importante del chavismo que irónicamente -o no tanto- pide cada vez más mano dura.

Constituyente

La herramienta del chavismo es la paz y eso Maduro lo sabe. Por eso la Constituyente. Solamente la historia dirá si fue una decisión acertada o no, pero la realidad es que fue una jugada política, una salida por izquierda y movilizadora, cuando muchos de los propios ya pedían represión. Es una apuesta anti statu quo, que logró sacudir el escenario político a tal punto que ahora la derecha se aferra a la Constitución chavista del ´99 que tantas veces despreció.

Sin embargo las dudas son casi tantas como las certezas. Recién ayer supimos que las elecciones constituyentes serán en Julio, con 540 constituyentes electos por voto directo, universal y secreto: 364 elegidos territorialmente, 8 representantes indígenas y 168 elegidos por sectores (trabajadores, estudiantes, personas con discapacidad, comunas, empresarios, entre otros). Hasta ahora la oposición se opone a participar y es tarea fundamental del chavismo, a la vez que movilizar a su base social para garantizar la Constituyente, empujar a la oposición a las urnas y a la legitimación del proceso.

Un duda fundamental tiene que ver con el momento elegido para esta iniciativa. En general, las asambleas constituyentes suelen hacerse con viento a favor, con una correlación de fuerzas que permita al Gobierno recostarse en su fuerza propia para modificar la matriz institucional del Estado. No es éste el mejor momento del chavismo: golpeado por la escasez, la corrupción y los bajos precios del petróleo, hoy en día la revolución bolivariana cuenta con un núcleo duro y radicalizado, pero que no alcanza a ser una clara mayoría.

 

Democracia

En el medio de una dura crisis, al chavismo los sostienen el pueblo pobre, un andamiaje institucional creado en 18 años de gestión y las Fuerzas Armadas Bolivarianas. Frente a este escenario Maduro apeló a la Constituyente, para recostarse sobre el pueblo más que sobre los militares. La democracia participativa y la movilización social, aparecieron entonces como elementos de contención de la violencia, como apuesta al diálogo. Lo que en un momento pareció un manotazo de ahogado, comienza a afianzarse como salida política.

En términos críticos la revolución bolivariana no ha podido construir tras 18 años un modelo post petrolero, que rompa la dependencia rentística y genere aunque sea una estructura productiva local. Por ello el desabastecimiento, por ello la capacidad inusitada de que tiene el empresariado para intervenir en la cadena de valor. Cuando Chávez estatizó el petróleo -principal renta generadora de divisas-, se enfrentó a la contradicción de planificar una economía austera, pos-petrolera y a mediano plazo, o pagar la deuda social acumulada durante dos siglos. El comandante eligió: misiones, vivienda, medicina, educación. Pero con la baja del precio del petróleo, la situación se complicó más.

Frente a la falencia en el programa económico, Maduro apela a su fortaleza. Aunque claramente disminuida, la movilización social del chavismo y su capacidad en la construcción de instituciones populares (CLAPs, Comunas, colectivos) aparecen como la garantía sobre la que se posa Maduro. Es la democracia participativa, el fusil del presidente de Venezuela para enfrentar la violencia. Curioso «dictador», que no sólo propone rediscutir la Carta Magna sino que además convoca a elecciones regionales para diciembre.

Del otro lado, la apuesta es la desestabilización, la guerra de baja intensidad y el aplastamiento definitivo del chavismo.

Compartí

Comentarios

Yair Cybel

Una vez abrazó al Diego y le dijo que lo quería mucho. Fútbol, asado, cumbia y punk rock. Periodista e investigador. Trabajó en TeleSUR, HispanTV y AM750. Desde hace 8 años le pone cabeza y corazón a El Grito del Sur. Actualmente también labura en CELAG y aporta en campañas electorales en Latinoamérica.