Un cine en Constitución va contra el ideario neoliberal

"¿Qué es esto de mantener un cine en el barrio de Constitución?", se deben haber preguntado las nuevas autoridades del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) al percatarse de la existencia del Arte Cinema.

«¿Qué es esto de mantener un cine en el barrio de Constitución?», se deben haber preguntado las nuevas autoridades del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) al percatarse de la existencia del Arte Cinema. En medio de la asfixiante presión que sufren desde las altas esferas gubernamentales para realizar como sea bruscos recortes de gasto en este área, empezar por Constitución pareciera ser la tarea más sencilla y accesible: un lugar más conocido por sus problemáticas sociales que por sus virtudes podría pensarse como no merecedor de un espacio de esparcimiento y difusión de la cultura popular. 

A muy pocas cuadras de la estación de trenes Constitución, el Arte Cinema cumple la función de permitir el acceso masivo a los más destacados estrenos de películas nacionales, puesto que forma parte del circuito INCAA -al igual que el cine Gaumont y otros- y sus precios son sumamente inferiores en comparación con las principales cadenas comerciales de exhibición cinematográfica. Es por ello que, al enterarse de la intención de cerrar el cine, la reacción popular de vecinas y vecinos de Constitución y alrededores fue contundente e inmediata. Asambleas, corte de calles y juntada de firmas representan el grito exasperado para que el cine del barrio, que funciona allí desde el año 2010, no cierre sus puertas a partir del próximo 31 de julio. Porque «Cerrar el Arte Cinema es atacar la cultura popular», proclamaron a lo largo de estas semanas varias de las pancartas callejeras y repitieron las consignas en redes sociales.

Se podría realizar un parangón entre este hecho y la tremenda frase pronunciada por Mauricio Macri allá por finales del año 2015, previo a calzarse la banda presidencial: «¿Qué es esto de universidades por todos lados? Basta de esta locura». Luego, en medio de los tarifazos en las facturas de servicios públicos, se ensayaría una fuerte embestida contra las universidades públicas intentando quitar parte significativa de su presupuesto. La fuerte presencia de estudiantes, docentes y no docentes en las calles, fue la que impidió la concreción de una medida que habría significado el progresivo cierre de varias instituciones de este tipo en el Conurbano y en varias provincias del país.

Así como para el ideario neoliberal mantener universidades públicas y gratuitas en barrios populosos resulta una «locura», a raíz del mismo pensamiento también suena como un «gasto» innecesario solventar con fondos del Estado un cine en un barrio poco taquillero como Constitución. En el fondo, el conflicto es entre una clase social dominante que busca restringir o limitar a otra el acceso a un recurso de carácter público: lo que se está discutiendo es si las grandes mayorías de Constitución van a contar con las herramientas para acceder a una manifestación cultural de la talla del cine, o si esta expresión de la cultura va a limitarse a ser patrimonio exclusivo de una élite. En otras palabras, si el vecino y la vecina de a pie de este barrio va a tener mayores posibilidades de producir, reproducir y reinventar su cultura, o si se le va a negar la posibilidad de enriquecer sus prácticas, ideas y valores a partir de un acceso ilimitado al cine de producción nacional.

Cuando le preguntamos al gerente del Arte Cinema por los motivos del cierre del establecimiento, éste respondió que el problema es meramente «político». Ciertamente, la aplicación de un plan neoliberal -tal como el que quiere imponer el gobierno de Mauricio Macri- requiere de un brutal recorte en el gasto público que atenta contra toda expresión social y cultural que se halle por fuera de los parámetros de la «alta» cultura. Podríamos concluir que, en este momento histórico, un cine en Constitución va contra el ideario neoliberal. Esto fue advertido de inmediato por los vecinos y usuarios del cine, que están organizados para impedir este nuevo ataque contra la cultura popular.

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