El proyecto había sido aprobado el año pasado en el Senado, tenía dictamen pero nunca había sido ingresado en el temario de las sesiones. Una vez más las luchas de las mujeres puestas en segundo lugar, como debate accesorio, como debate “que vendrá después de los debates más importantes”.
Finalmente se logró tratar el proyecto tras la firmeza de la diputada Victoria Donda que exigía tratarlo aunque no hubiese sido acordado previamente y que no sea relegado al final del temario.
El bloque del oficialismo, en principio, se negó a tratarlo argumentando que no estaban dispuestos a hacerlo saliéndose del reglamento. Terminaron accediendo gracias al creciente apoyo que iban demostrando diputadas de distintos bloques a medida que pasaban los minutos.
Hasta ahora, la Ley de Cupo aseguraba la representación de las mujeres en un tercio de los escaños. La nueva legislación, además de introducir el artículo 60 bis en el Código Nacional Electoral que fija la obligatoriedad de intercalar candidatos de ambos sexos, incorpora la igualdad de género a nivel partidario, pero en este caso no será obligatorio intercalar.
Desde la izquierda se hicieron escuchar críticas al proyecto, plantearon que la ley generaba un techo en cambio de poner un piso a la cantidad de mujeres que podrían formar parte de las listas. Se quejaron de que “no se haya podido debatir porque nosotros tenemos muchos argumentos para oponernos desde la izquierda”. Finalmente los cuatro votos negativos correspondieron al diputado del Partido Obrero Pablo López y a los diputados oficialistas Nicolás Massot y Pablo Torello y Héctor Roquel (casualmente 4 hombres).
El mapa político que estamos viviendo en la Argentina está trayendo fuertes retrocesos en numerosos escenarios importantes en relación a avances culturales, simbólicos y también concretos. Se puede nombrar el retroceso en materia de ciencia y tecnología, de libertad de expresión, etcétera; incluso podemos mencionar la vuelta a un estado de tipo represivo que día tras día se hace notar de manera más cruda. Estos mismos movimientos se están dando al mismo tiempo en varios países de Latinoamérica.
Pero esta ley, como también una similar sancionada hace poco días en la hermana patria uruguaya, demuestran que la lucha contra el patriarcado es un camino que los pueblos latinoamericanos han comenzado a recorrer y que hoy en día ha formado un piso de acuerdos que se constituye como barrera incluso para los gobiernos más reaccionarios de la región.