“Hoy es un día difícil, porque se cumplen tres meses del día que cambió mi vida y la de mi familia”, confesó Sergio Maldonado ante las 120 mil personas que se acercaron a la Plaza de Mayo para darle su apoyo y exigir el esclarecimiento de lo ocurrido el 1 de agosto en Chubut y la destitución de Patricia Bullrich y Pablo Nocetti del Ministerio de Seguridad.
Esta Plaza fue diferente a las anteriores: mezcló la tristeza del hallazgo del cuerpo sin vida a Santiago y la impaciencia por conocer los resultados finales de la autopsia. En un clima de unión y de lucha, los movilizados, junto a Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, y el Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, salieron a demostrarle al Estado que nadie va a bajar los brazos hasta saber qué pasó el 1 agosto durante la represión de Gendarmería sobre la Pu Lof de Cushamen.

“Sabemos y aceptamos nuestra desventaja con quienes promovieron, armaron y ejecutaron un festival de canalladas por un objeto turbio e inhumano mintiendo impunemente sobre el caso, avalando teorías falsas y todo tipo de conjeturas” manifestó Sergio –único orador del acto-, y agregó: “No cuenten conmigo para sembrar odio y división en la sociedad». El mensaje estuvo dirigido a la Rosada –que tenía a sus espaldas-, responsable de la campaña en las redes que se difundió durante el día («#YoNoVoy») y a los medios de comunicación que difundieron durante meses versiones falsas sobre el paradero de Santiago.

Con el rostro de su hermano detrás suyo, proyectado en una pantalla de led sobre el escenario, y de frente a miles de afiches, remeras y pines con la cara de Santiago, Sergio dijo con voz rota al borde del llanto que «Santiago era un pibe de paz y en su memoria reclamamos saber lo que le pasó y conocer las razones de su muerte».
Sobre el cierre, antes de una desconcentración en paz, Sergio agradeció a la multitud por el apoyo durante estos tres meses: “Gracias de corazón, vamos a pedir Justicia todos los días hasta que sepamos la verdad» culminó y se abrazó fuertemente a su mujer que lo observó todo el acto con los ojos llorosos.