En un inicio de clases poco usual, 120 alumnxs de primer año de cada turno de la ET 6 ‘Fernando Fader’ empezaron a cursar en un anexo aislados del resto del colegio. El lugar, acondicionado recientemente, se encuentra en Rivadavia 7460, a dos cuadras del edificio en el que cursan los estudiantes de 2° a 6° año ubicado en el Pasaje La Porteña 54. Tanto estudiantes como familias rechazan esa disposición y denuncian las malas condiciones en las que deben estudiar.
Uno de los principales problemas fue la poca anticipación con la que se comunicó la decisión de trasladar a los primeros años. Si bien fue resuelto en noviembre con el objetivo de otorgar más vacantes, la información llegó a las familias el 2 de marzo, tres días antes de comenzar el ciclo lectivo y luego de haber transcurrido las dos semanas del período de adaptación en el edificio original. “El gobierno crea vacantes en aulas que no existen en escuelas que no pueden recibirlas”, apuntó desafiante Claudia, madre de un estudiante de primer año. Pero eso no fue todo, las cosas empeoraron aún más cuando recorrieron las instalaciones del anexo el primer día de clases y observaron las condiciones en las que se encuentra.
Lo que el maquillaje no pudo tapar
El anexo donde deberán cursar lxs chicxs de primer año está rodeado por un extenso enrejado, detrás de él se ubica el portón de entrada. Una vez adentro se pueden observar cuatro aulas, dos baños y un «patio» techado, que en un principio eran dos aulas más pero fueron desmontadas. Las paredes son de durlock y una de ellas ya se encuentra clausurada porque se venció una parte del techo; dentro cada aula hay un pizarrón, escritorios, aire acondicionado y sillas de colores como las que se utilizan en las salas de espera de los consultorios. En cuanto a la higiene, cada baño cuenta con dos mingitorios/inodoros, es decir, hay solo 4 inodoros para 120 estudiantes, sin baño para discapacitados.
El patio provisto para los recreos y tiempos libres no está al descubierto y, al igual que el resto de la instalación, no tiene ninguna entrada de aire ni luz exterior. “No es que el gobierno se preocupe que no tengan calor, es que si no hay aire acondicionado los pibes no tienen aire”, expresó Claudia en diálogo con El Grito del Sur. El aire falta pero los bichos sobran: lxs jóvenes aseguran haber visto cucarachas y lagartijas y oír ruidos que darían cuenta de la presencia de ratas.
Por otro lado, entregan únicamente 40 viandas, lo que deja a dos terceras partes de la población escolar sin la posibilidad de percibir algún tipo de aperitivo durante la jornada. Como estrategia ante la discriminación y la precariedad -y en un gesto de compañerismo- entre los pibes y las pibas, dividen el sandwich a la mitad o en tres partes para poder compartirlo.
El ping-pong de responsabilidades
Las familias preocupadas por la falta de protocolos de evacuación, detectores de humo y salidas de emergencia convocaron a una reunión para discutir el tema y resolvieron enviar una carta a la Defensoría del Pueblo, que hasta el momento no tuvo respuesta. «Cuando le preguntamos al regente sobre el protocolo de emergencia dijo que no había pero que de todas formas no iba a haber amenazas de bomba porque no hay teléfono en el anexo» agregó una madre, enojada.
La primera vía de diálogo para dar marcha atrás la medida y unificar todo nuevamente en un mismo establecimiento fue con Patricia Antúnez, vicerrectora del colegio, quien los derivó con los encargados de Infraestructura del Ministerio de Educación, desde donde aseguraron que no se trataba de una obra dispuesta por el área y ordenaron hablar con Supervisión.
Por su parte, desde el Centro de Estudiantes enviaron una carta a la Asesoría Tutelar, la cual fue respondida, según informaron a este diario, comunicando que se estaría elaborando un informe para analizar la situación y evaluar posibles soluciones.
Finalmente, gracias a una sentada organizada en ambos turnos lxs alumnxs lograron que la supervisora concurra y dé explicaciones acerca del anexo. Sin mucho conocimiento sobre los reclamos concretos de la comunidad educativa, la supervisora contó que el edificio donde asisten los jóvenes de 13 años fue habilitado porque cumple con las «condiciones mínimas» para funcionar. La respuesta de los estudiantes no se hizo esperar e inmediatamente una lluvia de preguntas y cuestionamientos fueron direccionados a la autoridad, quien después de escuchar se fue sin responder argumentando que «son unos caprichosos».
Al día siguiente al reclamo lxs alumnxs fueron notificados de la compra del terreno de la calle Yerbal, a la vuelta de la escuela, para expandirse y ampliar la matrícula evitando dividir al estudiantado en dos edificios. El dato de color es que la obra, según estipulan, tardaría alrededor de 5 años, fecha para la cual lxs chicxs que al día de hoy están cursando en el anexo deberían recibirse. Mientras tanto los alumnos siguen cursando en el anexo y en los próximos días continuarán tomando medidas para revertir y visibilizar la situación.
