Rafael Klejzer nos recibe sentado en la vereda. Hace varios días que acampa con sus compañeros de La Dignidad frente al Instituto de la Vivienda de la Ciudad (IVC), en protesta por la muerte de Gilda Cañete, vecina de la villa 21-24 que durante la tormenta del viernes pasado tocó un cable suelto intentando que el agua no le inundara la casa. La primer pregunta se cae de maduro.
-Cambiemos dice que es el gobierno que más ha hecho por la urbanización de las villas pero al mismo tiempo continúan las muertes por falta de servicios básicos. ¿Qué hay de cierto en esta afirmación del macrismo?
-El 85 por ciento de la población que vive en villas de la ciudad no tiene siquiera proyectada la urbanización y para el resto no está funcionando. Hay diferentes conceptos de urbanización, pero lo cierto es que acá se está aplicando el modelo colombiano, que funciona como parche o fachada, pero que no va al núcleo del problema. Este proyecto se basa en una urbanización sin comunidad: una acción directa Estado-Vecino que se construye corriendo a las organizaciones, metiendo mucha policía y mucho control social. La escuela adentro del barrio es un ejemplo: eso no genera comunidad, genera gueto. Lo que hay que hacer es integrar, generar un trazado conjunto de la Capital, no excluir. En Retiro tardaron 2 años para hacer 40 viviendas, de las cuales entregaron 16 y son compañeros a los que sacaron de su hábitat: tenían un kioskito, ahora ya no lo tienen; tenían un carro para cartonear, ahora lo perdieron. Esos 16 vecinos, que se mudaron voluntariamente, ahora están haciéndole juicio al Estado porque no quieren vivir en esas condiciones.
-¿Cuál es entonces el proyecto de urbanización que proponen desde las villas?
-Entramado comunitario e integración. Sacar las escuelas de los barrios y que los pibes puedan salir de las villas y que los que viven afuera puedan entrar, pero no al McDonald´s, sino a la iglesia Caacupé en Barracas o a la enorme y económica feria que hay sobre Bonorino en el Bajo Flores. Hay que respetar y dignificar el entramado económico. Las estrategias de supervivencia de los sectores populares son en comunidad: teneme al pibe, prestame la SUBE, compartirme la garrafa. En nuestros barrios se vive en comunidad y por eso queremos viviendas que se piensen mas allá, porque nuestros pibes tienen familia a los 18 años, entonces si no pensamos viviendas multifamiliares, dentro de 5 ó 6 años tenemos quilombo de vuelta.
-Sos secretario de CTEP en Capital, y ya anunciaron una nueva confluencia con Barrios de Pie y la CCC. ¿Cómo se proyecta el sector de la economía popular?
-Estamos por lanzar un sindicato nuevo, el Sindicato Único de Trabajadores de la Economía Popular (SUTEP), una herramienta superadora de la CTEP, de conjunto con CCC, Barrios de Pie y otras organizaciones . El 1° de mayo se va a anunciar el lanzamiento que nace de una voluntad política de constituir bloques de mayorías. No hay forma de defender un emergente como los trabajadores de la economía popular sin un bloque político estratégico. Nuestro planteo hacia la CGT (reconocerlos en calidad de trabajadores formales) es estratégico. Los tipos de la CGT, que se pelean para ver quien es mas hijo de puta, no nos quieren ahí adentro. Pero hoy hay 9 millones de trabajadores en la economía popular, con un sistema capitalista que expulsa cada vez más, por lo que tenemos que generar herramientas superadoras. Demostramos al mundo que se puede trabajar sin patrones, que hay una necesidad de levantar nuevas empresas publicas no lucrativas, empresas estratégicas, generadoras de soberanía y de empleo. Para nosotros el Estado es vital porque es el que tiene que regular la vida, no sólo en la relación entre pares sino en la relación económica. Necesitamos un Estado de nuevo tipo, donde entren empresas publicas de gestion obreras. Nosotros como CTEP ya superamos el nivel de organización de nuclear a los trabajadores que venden en el subte, ahora vamos por más.
-Luego de los episodios de diciembre, donde se construyó una unidad de calle importante para frenar la reforma previsional, surge la pregunta sobre si es posible plasmar eso en una propuesta política.
No hay posibilidad de construir una propuesta de país sino hay un pueblo organizado bancando esa transformacion. Una de las criticas que podemos coincidir los trabajadores de la economía popular hacia el anterior gobierno es el paso de llenar plazas a los patios de la palmera. Puntualmente ahora nuestro proyecto es Grabois candidato a presidente, disputando un frente anti Macri. En ese espacio, el kirchnerismo tiene que empujar una propuesta clara de renovación del sistema político. El macrismo se quiere llevar puesto al sistema político por derecha y por eso intervienen el PJ y meten presos a referentes que estuvieron en el gobierno anterior. Lo peor que nos puede pasar es que se rompa el sistema político por derecha.
-En Brasil hay un intento de correr al movimiento popular del juego político y empujarlo a otras vías de disputa …
-Si y tiene que ver con los límites del progresismo y el hecho de no haber llevado hasta las ultimas expresiones, con movilización popular, la búsqueda de transformaciones. El kirchnerismo tiene que ser claro: decir «vamos por una nueva Constitución en Argentina», donde los derechos y garantías tengan rango constitucional. Tenemos que hacer un nuevo sistema político y hacer mierda este sistema de más de 200 años. Por ejemplo, después de 12 años no hubo rango constitucional de la Ley de Medios, entonces viene un gobierno neoliberal y todo vuelve a foja cero. Por eso tenemos que ir hacia una nueva Constitución.
-Existe una lectura de que la Ciudad de Buenos Aires es elitista y antipopular, que no hay posibilidad de ganarle a Larreta con una propuesta de izquierda o progresista
-La capital siempre fue el huevo de la serpiente. Acá Cavallo tuvo un 50%, también López Murphy. Hay una derecha constituida muy importante. Eso no implica que exista un sector medio en disputa, que aparentemente pide represión, pero cuando aparece Maxi y Darío se vuelca hacia nosotros de manera impresionante. En 2001 se vio esta solidaridad a flor de piel: en una esquina de la ciudad podías comer, te podías bañar, había una movilización popular como nunca se vio. Tenemos una ciudad tolerante y muy democrática, por más que desde el poder la bombardeen con el tema de los extranjeros. Hay incluso una gran cantidad de vecinos que, yendo a la privada, aman y defienden la educación publica. En la Capital se respira organización y lucha. Lo que pasa es que Macri fue construido desde el poder, como parte del círculo rojo, pero fue utilizado por la oposición, que le voto los presupuestos, una Policía de mierda y un 12% de aumento a los trabajadores de la educación.Es un problema político, no un problema de la gente: hay que construir un proyecto que privilegie lo público por sobre lo privado, que no meta a la gente adentro de sus casas como propuesta de seguridad, sino que recupere la calle para nuestros chicos. Lo peor que tiene la ciudad de buenos aires no es el macrismo sino el PJ. Es (Juan Manuel) Olmos. A ellos con un 20% les alcanza para repartirse los cargos en los organismos de control, en la justicia, pero no les interesa la ciudad.
-¿Qué balance realizan de la apuesta electoral de 2017 donde sacaron apenas 0,37%?. Tienen una importante presencia en los barrios pero esa militancia no se pudo traducir en votos.
-Hay mas gente ahora en este acampe que la gente que nos votó. (Risas) El balance es que hubo mucha fragmenación, y fue difícil colocar la idea de que el neoliberalismo venía por el Estado. En una campaña muy corta no podes meter la idea de soberanía nacional con ejercicio del poder popular. El paso de lo social a lo político no fue fácil y la falta de unidad nos llevó a tener una elección malísima. Tuvimos 2 mil votos en la Villa de Lugano y 180 en todo Devoto. Creo que ese es nuestro aporte: que a las propuestas generales le aportemos los sectores más humildes y organizados.
-A partir de la derrota electoral de 2015 hay una corriente de pensamiento que propone que es necesario cambiar los métodos de interpelación política. ¿Estás de acuerdo?
-Para mi no. Yo no quiero que el focus group me saque la peña de los sábados donde discuto política con compañeros. Tal vez mi aporte sea «llamame para repartir los volantes» pero yo me resisto a que el focus group le gane a la asamblea o a la relación humana. Después, cómo comunicas, es otra cosa, comunicá lo que quieras mientras no cambies el eje. Desde la CTEP estamos construyendo de manera muy fuerte organización popular y además todos los dirigente somos los más pobres del país, así que por la corruptela no vamos a tener que preocuparnos.
-Representas la linea de izquierda al interior de la CTEP. ¿Cómo es su relación con el Frente de Izquierda? ¿Cómo respondés a las críticas que proponen que la CTEP es una «legitimación de la pobreza»?
-Nosotros en la CTEP anteponemos los frentes de masas a la construcciones de aparato. Somos marxistas pero no leninistas en ese aspecto, no acumulamos para nuestra propia organización y después ponerlo «al servicio de», sino que abonamos a la construcción de poder popular y a las herramientas del pueblo para liberarse. Por eso somos movimientistas y desde diferentes corrientes (del peronismo hasta nosotros) formamos la CTEP. Lejos de institucionalizar la pobreza queremos discutir cómo conformamos un bloque político-económico para hacer mierda al capitalismo. Cuando discutimos cooperativismo, cuando hablamos de gestión social, de empresas públicas no lucrativas, estamos tratando de construir una alternativa económica al libre mercado concentrador y extranjerizador. Y lo hacemos con mucho éxito, porque en la ultima elección todos los que conformamos la CTEP fuimos en listas diferentes. Y la CTEP hoy está más fuerte que nunca. Cuando salimos en Mendoza a las calles a reclamar nos atiende un funcionario de Desarrollo Social de «Barrios de Pie», funcionario del gobierno de Cornejo. Y nos dice «acá no va a haber comedores». Pero nosotros estamos en otras cosas y por eso construimos la unidad. Cuando los trabajadores empiezan a hacer política dejan lo micro. Y los trabajadores queremos llegar a la mesa donde se discute la renta, que es el lugar donde se discute el poder.