Camila Manfredi cursa el cuarto año del secundario en el colegio «Julio Cortázar», ubicado en el barrio porteño de Flores. Tiene 17 años, milita en el Partido Obrero desde los 13 y es Secretaria de Asuntos Gremiales del Centro de Estudiantes de su colegio. Dos semanas atrás Camila se enteraba que estaría en el Congreso. Colmada de felicidad y orgullosa de poder exponer en el mismo lugar por el que pasaron importantes personalidades de la política, el periodismo y la cultura, empezaba a pensar qué diría.
¿Cómo te sentiste al momento de exponer? ¿Estabas nerviosa?
No, para nada. Estaba enojada y contenta al mismo tiempo. Enojada porque los expositores contra el aborto nos compararon con Videla, y contenta porque mis compañeros y compañeras en el Cortázar miraban la transmisión en vivo y me enviaban mensajes de aliento felicitándome.
¿Por qué centraste tu intervención en la Educación Sexual Integral? ¿Cómo se aplica hoy en día?
Es una de las principales consignas del movimiento estudiantil y también de la Campaña. Además, desde que se sancionó la ley, en la Ciudad de Buenos Aires no se aplica o se aplica bajo la cosmovisión de las autoridades, que en muchos casos son reaccionarias o religiosas. La ESI es fundamental para poder dejar de tener esa visión machista que impone la sociedad y vivir nuestra sexualidad de manera libre y consentida.
Lamentablemente, en la mayoría de los colegios la educación sexual integral se reduce a dos jornadas anuales en las que no se llega a abarcar por completo ninguna temática. Otro de los problemas es la falta de capacitaciones para los y las docentes.
¿Cómo creés que debería aplicarse la ESI?
Principalmente, tiene que ser transversal para que no quede ajeno a ninguna materia y que ningún docente tenga la posibilidad de negarte el acceso a ella.
Por otro lado, es importante que no sea heteronormativa. Hoy en día hay muchos compañeros y muchas compañeras que pertenecen al colectivo LGBTIQ+ y es necesario que la ESI lo contemple. No se les enseña cómo hacer un campo de látex ni cómo cuidarse.
Asimismo es necesario que se construyan más colegios en la Ciudad. Hay barrios como Mataderos en los que hay un solo colegio público y los restantes son privados -en su mayoría religiosos-, lo que genera que la ESI no se aplique o se haga bajo una mirada eclesiástica. Esto resulta preocupante ya que hasta el día de hoy la Iglesia entiende la homosexualidad como una enfermedad.
¿Cómo se trata el tema hoy en día en los colegios?
El trabajo enorme que venimos realizando desde el movimiento de mujeres logró que el debate del aborto se se instale en la sociedad y que en todas las instituciones se hable del tema. Sin embargo, todavía hay autoridades reaccionarias, por ejemplo, hace un mes y medio queremos realizar una asamblea en el Cortázar para pronunciarnos a favor del aborto y la supervisión no nos aprueba el permiso para realizarlo. Lo mismo está pasando en otros colegios.
¿Por qué se genera la dicotomía entre los «pro vida» y quienes defienden el derecho al aborto?
Nadie puede decir que está a favor de la vida mientras mueren a diario miles de mujeres. Los mismos que se hacen llamar «pro vida» son quienes piden pena de muerte y más mano dura.
Con 17 años participaste del debate nacional sobre el aborto, ¿creés que esto hubiese ocurrido en otra etapa política?
Haber tenido la posibilidad de exponer en el Congreso es el fruto de la masiva participación de les estudiantes en movilizaciones como el 8M y el #NiUnaMenos. Es el resultado del vuelco de los jóvenes sobre las cuestiones de género. Hoy en día todos los colegios tienen una comisión de género y hasta hace 3 o 4 años era impensado.
Uno de los sectores más movilizados es la juventud. Todas las semanas se realizan pañuelazos fuera del Congreso mientras continúa el debate y si uno lo piensa es una medida re desgastante, sin embargo, la juventud es parte fundamental de los espacios que sostienen estás medidas
¿Qué le dirías a un compañero tuyo si estuviese en contra del aborto?
Buscaría que se ponga en el lugar de mamá, su hermana, su prima, su novia y que piense en la vida de ellas. Incluso en la de aquella mujer que no tuvo la posibilidad de acceder a la salud ni a la información necesaria para saber como cuidarse. Y al mismo tiempo, que entienda que en un contexto de ajuste como el que estamos viviendo se vuelve cada vez más difícil sostener un/a hijo/a si no tenés acceso a los recursos suficientes.