El Congreso se hizo esperar, pero finalmente se tiñó de verde

Lo primero que pensé fue lo difícil que sería ponerlo en palabras. Parecía indescriptible, incomparable, intransferible. Lo que estaba sucediendo no podía narrarse objetivamente, ¿acaso alguien puede narrar objetivamente lo que sucedió en la Revolución de Mayo? Cuando lo que nos sucede atraviesa la piel, el léxico es ilusorio.

El 13 de junio quedará en los libros como una jornada histórica. La multitud, que comenzó a llegar desde temprano, pronto pobló las carpas con bolsas de dormir y mantas que anticipaban  la dureza de la noche. El verde fue marca registrada, bandera de una comparsa configurada para soportar lo que fuera necesario. Durante la tarde del miércoles, entre ferias, cantos y arengas, una pantalla en pleno Callao y Rivadavia iba transmitiendo lo que sucedía dentro del Congreso. Desde el escenario, integrantes de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito presentaron bandas e invitados durante toda la jornada.

Para el final de la tarde ni el clima ni la discusión parecían mejorar y el frío del asfalto solo se combatía con calor de la juventud. En las calles miles de personas se enredaban en besos llorosos, abrazos emponchados, mantas compartidas, rondas de mates.

No fue fácil pasar la noche. Aunque la música nunca dejó de sonar la vigilia fue tensa a la espera de los resultados. Los movimientos en el tablero alteraban el ambiente, el poroteo se transmitía de boca en boca o por Whatsapp. Por un momento, la madrugada se tornó intransitable y el partido parecía estar irremediablemente perdido.

Dentro del recinto los equipos mutaron, hubo interbloques fraccionados, simpatías inesperadas y discursos a favor o en contra dentro de todos los partidos políticos. El número de indecisos y las abstenciones eran el enigma contra el que todes hacían sus apuestas. A las tres de la mañana Victoria Donda, diputada de Libres del Sur y una de las principales impulsoras del proyecto, salió a hablar en la calle y escribió en sus redes sociales: “Necesitamos que nos sigan acompañando en la calle. Que la ciudad amanezca verde”. Finalmente se convocó nuevamente al Congreso a las 7 de la mañana para acompañar la votación final de los Diputados.

La tensión in crescendo y la vorágine se aceleró en la recta final. Facundo Garretón, quien en la previa se declaraba indeciso, fue uno más en preferir que las mujeres continúen en la clandestinidad. Mientras la noche se diluía en día y aquellos funcionarios que habían abandonado el centro de la ciudad volvían expectantes a sus puestos dentro del recinto, se terminaba de definir un partido que superó con creces la final del Mundial. Con un Twitter encendido cerca de las 10 de la mañana el tiro al arco lo patearon cuatro diputados pampeanos que se manifestaron a favor de la legalización del aborto dejando el marcador final en 129 a favor contra 125 en contra.

Al grito de »aborto legal», la muchedumbre palpitante estalló en avalancha verde. Los llantos explotaron, la alegría tomó todas sus expresiones. A las 10.30 de la mañana, borrachas de sueño mujeres, lesbianas, travestis y trans supieron que más allá del desenlace legislativo el aborto nunca más volverían a la oscuridad. El movimiento feminista conquistó el triunfo en un momento de claro retroceso a nivel social y económico. Los festejos libertarios incluyeron todo tipo de hechizos y banderas.

No fueron los discursos ni los datos lo que hicieron temblar a un millón de personas, si no las emociones y las experiencias propias y ajenas. La espera fue larga y el final dulce.

El Congreso se hizo esperar, pero finalmente se tiñó de verde.

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