En la tele del despacho juegan Vélez y Central Córdoba de Santiago del Estero y de fondo suena el disco «Señales» de Callejeros. En la pared, un afiche de Cristina y otro de Alfonsín que, cuenta, le regalaron en una unidad básica. De arranque, Leandro Santoro es un espécimen raro: radical, joven, kirchnerista y porteño.
¿Es posible ganarle la Ciudad a Larreta?
Creo que se necesita construir un frente más amplio que Unidad Ciudadana y, al mismo tiempo, elaborar un paradigma de ciudad alternativa. Tenemos que lograr explicitar un proyecto de ciudad que pueda ordenar el presupuesto público de otra manera, grabar impositivamente a algunos sectores y proteger a otros. Se necesita un pacto social que integre el norte, el centro y el sur. En Soldati les redujeron a los pibes las raciones de comida en los colegios públicos, pero en el norte inauguran una plaza para perros.
¿A qué sectores te referís cuando hablás de ampliar los límites? ¿Entra Martín Lousteau?
Lousteau es parte de Cambiemos. A mí me gustaría poder integrar a parte de la izquierda y creo que hay un sector del peronismo no K , que se sintió interpelado por Matías Tombolini, que es un 5% importante y que tiene que estar en una coalición de esta naturaleza. Si la elección termina siendo unificada probablemente se complique construir un frente de estas características, pero de todas formas, tácitamente hay que construirlo: en la primera vuelta o en el ballotage.
Para construir esa nuevas mayorías, ¿hay que sostener la identidad kirchnerista?
Cristina tiene un liderazgo indiscutido en el sector opositor del arco político, y la experiencia de gestión de la década pasada es imprescindible para construir el pos neoliberalismo macrista. Ahora, lo que no se puede es reducir a una suerte de revival de experiencias que ya conocemos. La esperanza se construye siempre sobre un horizonte más desafiante y nuevo que agregue matices a la construcción. Por eso la propia Cristina y Máximo, en más de una oportunidad, plantearon que es un error político la consigna del ¨vamos a volver¨. No se trata de volver, sino de un proceso que contenga la experiencia que permitió que una generación se volviera a vincular con la política, pero que también plantee novedades. Las sociedades se renuevan cada cinco años: hay nuevas demandas, nuevos actores sociales, nuevas tensiones, otras prioridades. Y la sociedad que hoy tenemos tiene puntos de contacto, pero es otra sociedad que la que dejó CFK. Unidad Ciudadana tiene que interpelar a esos actores. Entonces es necesario contener y ampliar.
La UCR forma parte de Cambiemos y un sector importante del PJ fue partícipe en la aprobación del presupuesto, el voto a los fondos buitre y probablemente lo sea del pacto con el FMI. ¿Es posible disputar los partidos tradicionales por dentro o hay que construir una herramienta nueva y acorde a la etapa?
Soy de los que creen que están agotadas las experiencias tradicionales y que la partidocracia es parte del problema. Los partidos tradicionales están más preocupados en sobrevivir que en proponer novedades en el sistema político. De hecho hacen todo lo posible por desconocer el conflicto social y económico, incluso el conflicto socieconómico que los fundó como partidos. Entonces el radicalismo, que nació para pelearse con los conservadores, se pelea con los peronistas y se alía con los conservadores. Y el peronismo, que es un partido surgido en la vida pública argentina para defender la justicia social, la independencia económica y la soberanía política, termina siendo funcional en la práctica -al menos un sector- a un proyecto de país que es la negación de esas tres banderas históricas. Ojalá pudiera sumarse a un esquema más desafiante, pero lo veo difícil. Creo que es mejor invertir nuestro esfuerzo, nuestra energía en crear un movimiento policlasista, pluripartidario, plural, abierto y que represente conflictos del siglo XXI en lugar de tratar de reavivar partidos políticos del siglo XIX y XX.
Hay un sector político que, movido por la premisa de las «nuevas formas» de hacer política, optó por tomar los libros de Duran Barba e invertirles el signo. ¿Sirve esta apuesta? ¿Los nuevos modos de la política son sólo comunicación o hay una apuesta por nuevas formas de articulación?
Yo creo que una cosa es comunicar y otra manipular. El Duranbarbismo trató de disimular falencias y agrandar los déficit del adversario para sacar el debate político de fondo en la Argentina. Cuando vinculan el problema de la corrupción con el problema de tarifas, dicen: «Cómo no van a subir las tarifas si se robaron todo», a gente que dice «ahora no puedo pagar las tarifas pero por lo menos no me mienten». Ese proceso discursivo busca engañar y confundir deliberadamente a la gente para justificar lo injustificable, el acto más inmoral de todos que es el que cuenta con el beneplácito inconsciente de los perjudicados.
Las nuevas formas de hacer política tienen que ver con la comunicación, pero también con la responsabilidad de transparentar las verdaderas relaciones de poder. Hoy traemos a Jorge Alemán a la Legislatura y pensamos el contrapunto entre la lógica de la auto-ayuda y la espiritualidad del PRO con el aporte del psicoanálisis a la política como construcción de nuevos significantes. Mientras nosotros invitamos a Alemán, ellos lo tienen a Rozitchner y a Ari Paluch. Nosotros tratamos de elevar el nivel de conciencia política para generar un proceso de transformación mayor que empodere a la democracia. Tenemos que derribar la lógica donde el ajustado se pone del lado del ajustador.
Lula preso, Correa acorralado por la justicia, Cristina procesada. ¿Cuáles creés que fueron los límites del modelo de democracia liberal en los procesos progresistas que vivió el continente?
El gran problema de América Latina es la matriz productiva. Pudimos modificar la matriz redistributiva, pudimos construir una malla de protección social mucho más amplia que en otras lugares del continente, pero la economía sigue siendo concentrada, primarizada y extranjerizada. Los límites tienen que ver con la desigual correlación de fuerza entre el capital y el trabajo. La lógica global del capital le brinda facilidades para imponer condiciones y el Estado termina siendo funcional a esa estrategia. En aras de traer capitales se proponen reformas laborales, rebajas de salarios, exenciones impositivas para sectores concentrados, que en términos prácticos, aunque te suba el PBI, no se transforma en bienestar.
¿Cómo le explicarías a los jóvenes lo que es el radicalismo hoy?
El radicalismo es un partido del siglo XIX que tuvo como objetivo ampliar la democracia a la esfera política y social y fue un iniciador de una corriente liberal en el buen sentido de la palabra, que permitió poner en un plano de igualdad a distintos sectores sociales. Se redefinió en varias oportunidades en un antagonismo con su competidor que era el peronismo: cuando el peronismo se volvió popular y masivo, el radicalismo se volvió defensivamente oligárquico y elitista y, a la inversa, cuando el peronismo se volvió violento y autoritario, el radicalismo fue democrático y liberal. Con la muerte de Raúl Alfonsín, que fue el último caudillo de la UCR y el fenómeno inesperado para los que empezamos a militar en los ´80, el radicalismo redefinió su identidad en un antiperonismo bobo que lo ubica a la derecha del arco político.
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