Radiografía de un campesinado en pie de lucha

La Película "Toda esa sangre en el monte", dirigida por Martín Céspedes, acaba de estrenarse en el cine Gaumont. El documental parte del asesinato de Cristian Ferreyra, integrante del Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MOCASE), para recorrer las resistencias populares campesinas ante la avanzada del agro-negocio en el territorio.

Inundando la pantalla grande con su grito de denuncia, así es cómo irrumpió en pleno corazón porteño toda esa sangre derramada entre chañares y mistoles del monte santiagueño. Un grito que es también proclama de esperanza, lucha y dignidad. ¡Alerta! ¡Alerta que camina, la lucha campesina por América Latina! A través de este documental, estrenado el pasado 26 de julio en el emblemático Cine Gaumont, Martín Céspedes abre una ventana y nos invita a mirar: a observar, escuchar y comenzar a conocer, desde las voces de sus protagonistas, las formas más descarnadas que asume la lucha por otra forma de habitar y trabajar la tierra.

Cristian Ferreyra tenía 23 años cuando fue asesinado por defender su territorio (el Paraje San Antonio, al norte de Santiago del Estero), aquel 16 de noviembre de 2011. El film, que toma como punto de partida el asesinato de este joven integrante del Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MOCASE, en el Movimiento Nacional Campesino Indígena-Vía Campesina), se vertebra en torno al desarrollo del juicio oral celebrado en 2014 y la consecuente organización del Movimiento para exigir justicia.  A lo largo de este recorrido, la cámara de Céspedes va recomponiendo fragmentos de un complejo entramado: la vida cotidiana en el monte, la autogestión como alternativa y proyecto de vida en el marco de un colectivo, el conocimiento transmitido entre generaciones, el rol de las mujeres en el movimiento campesino, la tercerización de la violencia por parte de los empresarios y el accionar de los grupos paramilitares, el desafío y coraje que se precisan para enfrentar no sólo a los grandes exponentes del agro-negocio y el extractivismo, sino también a una justicia hecha a la medida de aquellos: blanca, clasista y sumamente injusta.

El MOCASE se puso en pie como tal allá por 1990, buscando consolidar de manera organizada las resistencias populares que comenzaban a gestarse a lo largo de la provincia para enfrentar los crecientes desalojos. Lleva ya 28 años en este camino,  nucleando en la actualidad a más de 8 mil familias. Tanto quienes escuchen nombrar por primera vez a este movimiento campesino y esperen una representación exhaustiva de las prácticas, dinámicas y trayectorias del mismo; como quienes hayan tenido la oportunidad de conocer la experiencia y compartir junto a sus integrantes, y pretendan ver reflejado en la pantalla todo lo conocido, probablemente se decepcionen. El audiovisual no pretende ni podría dar cuenta de todas sus aristas, así lo entiende y explicita. “Ni nosotros mismos conocemos todo el MOCASE”, plantea una integrante del movimiento a su compañero mientras reflexionan sobre la jornada del juicio que acaban de presenciar, en una escena que pone en evidencia las tensiones no sólo con una justicia que desconoce las dinámicas del territorio, sus actores y conflictos, sino también con quienes se acercan a sus comunidades por períodos acotados (pasantes, tesistas), y terminan reproduciendo en su retorno miradas reduccionistas y cargadas de prejuicios respecto a la cotidianidad campesina.

El enfoque del film está entonces claramente delimitado. Es el de la disputa que suponen las resistencias populares campesinas ante la avanzada del agro-negocio en el territorio. La capacidad productiva diversificada versus las topadoras, el desmonte y el monocultivo. Resistencias populares campesinas que no serían posibles sin la militancia multifacética de sus compañeras, exponentes de un feminismo campesino popular. A lo largo de todo el largometraje emergen en escena, testificando en los tribunales contra -y ante- el empresario sojero Ciccioli (imputado como autor intelectual del crimen), tomando el micrófono en pleno piquete para que de una vez por todas la ciudad de Monte Quemado deje de hacer la vista gorda ante la violenta realidad que están atravesando, tomando la palabra en las asambleas de las comunidades, interviniendo en el juicio ante el accionar discrecional de la justicia, plantándose ante la policía, conteniendo a los compañeros en momentos de desborde. Y cuidando también de los niños, cumpliendo diversas tareas fundamentales en la producción.

“Cuando decimos que estamos dispuestos a dar la vida por nuestra tierra, lo vamos a seguir dando. Porque no queremos seguir marginados en las ciudades. Porque luchar por la tierra es ponerse en riesgo todos los días. El riesgo de que quede sin el hermano, sin el hijo, sin el padre. El riesgo de quedar muerto, pisoteado, por un sistema opresor de los pueblos”, la firmeza y convicción de Deolinda Carrizo (referente del MOCASE) estremecen, resumen con claridad todo lo que se pone en juego en esta pugna.  “No tenemos cambio si el pueblo no se moviliza. No tenemos transformaciones si no corremos el riesgo. Si no corremos riesgo y tenemos fuerte nuestra conciencia todos los días.”

Con suma habilidad, a través de una fotografía y montaje tan crudos como poéticos, Céspedes va tejiendo un discurso que muestra en su trama cómo la comunidad campesina organizada y su entorno -abejas, coyuyos, el suelo, algarrobos, la fauna y la flora, la vida misma- vibran en una misma sintonía, dejándonos también las huellas para comprender el por qué la tierra debe ser de quien la trabaja.

 

 

Cronograma Estrenos

9 de Agosto – Cine Select – La Plata
9 de Agosto – Cine Español – Ciudad de Neuquén
16 de Agosto – Cine El Cairo – Rosario, Santa Fe
27 de Agosto – Cine America – Ciudad de Santa Fe

 

Compartí

Comentarios