El oficial Adrián Gustavo Otero ostenta desde ayer el galardón de haberse convertido en el primer Policía de la Ciudad condenado a cadena perpetua por gatillo fácil. El Tribunal en lo Criminal y Correccional N°1 lo encontró culpable del asesinato de Cristian Toledo, el “Paraguita”, un joven de 25 años que vivía en la Villa 21-24 de Barracas, a quien fusiló a quemarropa la madrugada del 15 de julio de 2017.
El juicio oral que concluyó ayer con la sentencia sobre Otero fue “histórico y excepcional”, según consideró la querella, conformada por Correpi y los familiares de Cristian. Vecinos y vecinas del barrio, llenaron la sala del primer piso de Tribunales para oír la sentencia, y festejaron más tarde en la Plaza, donde homenajearon al «Paraguita».
“Es un caso excepcional, por la rapidez: 1 año y tres meses para llegar a juicio y sacar una condena con la calificación correcta, homicidio agravado por la condición de miembro de una fuerza de seguridad del autor, que interviene en abuso de su cargo, una figura resistidísima por los jueces en general porque implica una responsabilidad del Estado”, le contó a El Grito del Sur Maria del Carmen Verdú, titular de Correpi.
Verdú reavivó ayer una polémica vía redes sociales con el Jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, quien había sostenido en una entrevista cuatro meses atrás que la Policía de la Ciudad “no tiene un sólo caso de gatillo fácil” y que “Correpi miente”. “¿Te enteraste Larreta que tu policía de la Ciudad Adrián Otero fue condenado a prisión perpetua por tres homicidios calificados por su condición de miembro de una fuerza de seguridad, uno consumado y dos tentados? ¿Cómo era que CORREPI mentía?”, ironizó la abogada.
Para la organización antirrepresiva, desde que se estrenó en funciones la Policía de la Ciudad, ya hubo 30 casos de gatillo fácil. El caso del «Paraguita», por sus circunstancias, fue el primero en llegar a juicio oral y Otero, su asesino, el primero en ser condenado. Por eso, las organizaciones que luchan contra la violencia institucional esperan que también sirva para presionar en el resto de las causas juidicales.

Según se pudo comprobar en el juicio, Adrián Gustavo Otero disparó ocho tiros sobre tres jóvenes aquella madrugada de octubre. Los tres volvían de bailar y estaban ya a pocas cuadras de su casa. Fue al amanecer: varios locales del barrio estaban abiertos, muchos ojos miraban y muchos oídos escucharon. La balacera mató a Cristian (una de las balas le perforó el tórax), los otros dos sobrevivieron y fueron testigos claves para reconstruir el hecho, lo mismo que los vecinos que encontraron a Otero apuntando a las cabezas de los jóvenes y no le dieron tiempo a acomodar la escena del crimen, como suele pasar en casos de gatillo fácil. Los dos amigos de Cristian fueron primero detenidos ellos mismos como supuestos autores del crimen, pero una movilización de vecinos terminó por liberarlos horas más tarde. La acumulación de pruebas contra Otero fue tan evidente que la policía no logró hacerlo zafar.
«La villa 21-24 es un barrio muy movilizado contra la violencia institucional. Ya desde el primer momento hubo movilización y presión para que la justicia actuara y varios vecinos que ayer despedían al Paraguita entre lágrimas aportaron testimonios clave para reconstruir la escena. Fue conmovedor y da muchas fuerzas para seguir adelante», concluyó Verdú.
Leo Medina, mamá de Paragüita, después de la condena a prisión perpetua al policía que fusiló a su hijo el año pasado.
El abrazo final con mi compañera Eli Corzo, militante de @CORREPI y mamá de Rodrigo, asesinado por la bonaerense hace 15 años, resume todo.
Organización y lucha. pic.twitter.com/LEzlQu3Xqc— M. del Carmen Verdú (@LaNegraVerdu) 23 de octubre de 2018