¿Cómo titularía Clarín mi femicidio?

Los jueces del Tribunal Oral en lo Criminal N°1 de Mar del Plata condenaron a Matías Farías y Pablo Offidiani a 8 años de cárcel por tenencia de drogas en el caso Lucía Pérez. Sin embargo, tal como había pedido la querella, ambos fueron absueltos por el delito de abuso sexual agravado.

66 carillas. 66 carillas mecanografiadas con formato A4 y doble interlineado. 66 carillas contiene el fallo que dictó el Tribunal Oral en lo Criminal No. 1 de Mar del Plata sobre la muerte de Lucía Pérez. 66 carillas ponen negro sobre blanco. Firmado por los jueces Facundo Gómez Urso, Aldo Carnevale y Pablo Viñas, el fallo explica por qué condenaron a Matías Farías (25) y Pablo Offidani (43) por tenencia de drogas con fines de comercialización, agravado “por ser en perjuicio de menores de edad y en inmediaciones de un establecimiento educativo”, pero fueron absueltos del delito de “abuso sexual con acceso carnal agravado por resultar la muerte de la persona ofendida y favorecido por el suministro de estupefacientes en concurso ideal con femicidio”, tal como había pedido la querella.

El tribunal determinó que Lucía Pérez no fue víctima de abuso sexual, sino que murió de asfixia a causa del consumo de drogas. Farías y Offidiani fueron condenados a ocho años de prisión y a una multa de 135.000 pesos. El tercer imputado, Alejandro Maciel, quien estaba acusado de ser cómplice del hecho por haber ayudado a limpiar el cuerpo de Lucía luego de su muerte, fue absuelto y excarcelado.

El fallo del tribunal marplatense está lleno de conversaciones privadas que sostuvo la joven hasta seis meses antes de su muerte, diseccionadas a medida para sostener la decisión: “La Dra. Solari – aclarando que no estaba en su ánimo juzgar su vida sexual – señaló que Lucía era de tener relaciones con hombres a los que apenas conocía, pero que eso ocurría por propia elección y cuando ella lo quería”, dice el documento. “Resulta muy importante para reforzar esta idea de que Lucía no estaría con nadie sin su consentimiento”, continúa.

El dictamen del tribunal enfatiza el carácter fuerte de la adolescente y su costumbre de tener relaciones sexuales con hombres mayores que ella. Como un director cinematográfico, caracteriza a los personajes que pondrá en escena. Por un lado, la “buena víctima”: la que no se mete, la que no busca, la que no consume, la que no se calienta. La que no está con pibes que conoció sólo una noche. Del otro, la “mala víctima”: la que salió, la que dejó el colegio, la fanática de los boliches, la que probó droga, la que coge y por eso tiene que bancarse la pelusa. Su prontuario justifica su fin.

En el documento se aclara que “no hubo inconsciencia porque hubo resistencia del músculo al contraerse durante la penetración”. Sin embargo, uno de los peritos distinguió por escrito «abuso es abuso, la brusquedad, ímpetu, etc., es algo distinto que no tiene nada que ver con el abuso…”.

El adoctrinamiento se inscribe en el cuerpo de las mujeres. La pedagogía medieval choca con el mundo millenial, un espacio hipersexualisado de vínculos sin responsabilidad afectiva donde las prácticas sexuales forman parte de la construcción identitaria del adolescente.


“Surge claramente que sus vivencias en ese sentido alejan por completo la posibilidad de que hubiera sido sometida sin su voluntad”.

Al día siguiente de cumplir 18 años, me fui de una fiesta con un chico al que había conocido en el lugar. Lo único que recuerdo es el camino angosto de un PH y el bamboleo del colectivo de vuelta sobre el empedrado de las calles de Belgrano. También me acuerdo que sentí alivio de haber llegado a mi casa. Años después me fui de vacaciones con mis amigas. En un boliche una de ellas decidió irse con un carioca que había conocido en el momento. La siguiente vez que nos vimos, ambas supimos que podría haber sido trágico. De haberlo sido, ¿acaso los fiscales sellarían sin culpa la causa que hablaría de nuestro carácter fuerte y raudo?

Matias Farias, Pablo Offidiani y Alejandro Maciel

Aún cuando Lucía no hubiese opuesto resistencias, en una situación en la que se encontraba con una hombre mayor, con el que tenía una deuda económica por el intercambio de drogas, ¿tenía la capacidad de expresar su voluntad? En este sistema patriarcal, ¿cuántas veces una mujer es realmente libre de decidir sin miedo frente a un hombre?

“Han utilizado jugosamente su condición de ‘adictos’. En un país donde alguien va preso por producir aceite de cannabis o por tragarse unos gramos de cocaína por una suma ínfima de dinero, dos adultos que comercializan sustancias psicoactivas en la puerta de un colegio, que tienen sexo con una menor a cambio de sustancias, esa menor cuyo cuerpo explota y a la que tiran muerta, reciben 8 años”, dice Miriam Maidana, psicoanalista e investigadora en Consumos Problemáticos. “Pedirán tratamiento de rehabilitación, prisión domiciliaria. Mientras la Ministra de Seguridad hace dos años que proclama la “guerra contra las drogas”, tres jueces marplatenses han condenado a una chica por ser sexualmente libre, por comprar algo de marihuana, mientras que a tres hombres con antecedentes de consumo y venta los han considerado ‘enfermos’.”

“El negar la figura del femicidio produce algo más profundo que impunidad. Quieren desaparecer todos los sentidos que elaboramos desde las calles de lo que significan las violencias machistas en las vidas concretas”, expresa el comunicado que el colectivo “Ni una menos” posteó en sus redes sociales.

A las mujeres y disidencias nos arrogan una libertad que al mismo tiempo nos sacan. No podemos terminar de saborear lo que conquistamos porque nos lo quitan. Nos arrancan la libertad cuando dictan fallos que dejan como saldo, en el inconsciente colectivo, que violar, empalar y matar a una mujer no tiene consecuencias graves. Nos pretenden con un feminismo de cotillón, un empoderamiento de propaganda. Nos pegan un tiro de gracia esbozando una sonrisa cínica en cada fallo que logra acomodar y re-distribuir culpas y responsabilidades en tan solo 66 páginas.

“Y la muerte de mi hija, ¿qué?”, preguntó el papá de Lucía una vez terminado el juicio. “¿Es de regalo?”.

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Dalia Cybel

Soy curadora e historiadora del arte. Escribo y edito sobre géneros en El Grito del Sur. Tengo un newsletter con nombre de dibujito animado y una hija gata que se llama La Jefa
@orquidiarios