Entre el desalojo y los FoodTrucks | Conflicto en la Feria de San Telmo

El Gobierno de la Ciudad busca desalojar la feria de San Telmo para instalar un circuito gastronómico con Food Trucks y comida rápida. La Cooperativa "El Adoquín" logró un acuerdo con el Gobierno pero muchos artesanos se oponen a esta salida. ¿Qué sucede en un San Telmo en llamas?

Hace algunos días, la subsecretaría de Trabajo de la Ciudad anunció haber homologado un acuerdo entre la cooperativa «El Adoquín» y Espacio Público para reubicar a los artesanos que trabajan sobre la calle Defensa entre el 800 y el 1000 y así «evitar el desalojo» de la Feria de San Telmo.

El conflicto inició hace unos años, cuando el Gobierno de la Ciudad hizo públicas sus pretensiones de desalojar a los artesanos para integrar estas cuadras al circuito gastronómico, un paseo gourmet compuesto de foodtrucks y expendios de comidas rápidas. Los puestos de este emprendimiento ya fueron licitados y los empresarios ganadores, junto con el sector inmobiliario de San Telmo, comenzaron a presionar para expulsar definitivamente a los trabajadores del lugar.

La feria de San Telmo tiene unas 10 cuadras de extensión y es uno de los espacios preferidos por los turistas que llegan a Buenos Aires. Entre artesanías, comidas al paso y shows musicales conviven todos los domingos cientos de laburantes. Hace unos diez años, un grupo de artesanos inició el proceso de armado de una cooperativa para defender los derechos de los trabajadores de la calle Defensa. El surgimiento de «El Adoquín» permitió unificar a muchos artesanos que los domingos tiraban sus paños sobre el empedrado de la calle del Bajo. Con el tiempo, y más estructurados, decidieron consolidar su organización e ingresaron a la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP).

La semana pasada, la cooperativa anunció haber alcanzado un acuerdo con el Gobierno de la Ciudad para evitar el desalojo de la feria. La propuesta consistía en reubicar a los más de 200 trabajadores entre la cuadra de Defensa al 700 (donde actualmente exhiben sus productos otros artesanos)  y la de Chile, entre Defensa y Balcarce. El acuerdo fue sellado entre la cooperativa y el Gobierno de la Ciudad, pero ahora muchos de los artesanos se quejan de esta resolución y auguran que traerá más conflictos que soluciones.

Este domingo, la situación explotó cuando los trabajadores de El Adoquín quisieron instalar sus puestos en la cuadra del 700, donde ya se ubica un grupo de artesanos. La situación escaló en tensión cuando aparecieron los carros de infantería y funcionarios de Espacio Público dispuestos a reprimir a los trabajadores para que abandonaran el lugar y así cumplir el acuerdo firmado entre el Gobierno de la Ciudad y la cooperativa. Los trabajadores pusieron sus paños vacíos a modo de protesta, a pesar de las amenazas de incautación de la mercadería. La situación se tornó tensa y muchos de los artesanos no pudieron trabajar en sus lugares habituales.

Gabriela Olguin es la referenta del Adoquín y hoy está en el centro de la tormenta. Por un lado, es la encargada de tender puentes de diálogo con el Gobierno. Por el otro, el blanco de las críticas de los artesanos descontentos con el acuerdo «Venimos luchando hace 12 años por la legalización de la feria: empezamos en el 800 y fuimos sumando socios. Somos la primera organización de la economía popular que logró una negociación colectiva de trabajo, como si fuésemos trabajadores formales», comenta. «El espacio público es un recurso en disputa y la comercialización ahí es una de las cosas que más le molesta al neoliberalismo en el mundo entero. Por eso, cuando nos desalojan, no reordenan el espacio publico: es una pelea de trabajadores contra capitalistas», comenta Olguin. Explica que, con su integración al sindicato de la economía popular, lograron consolidar una identidad de trabajadores que los diferencia de muchos artesanos que trabajan en la zona.

Ayer, muchos de estos mismos trabajadores, se movilizaron para «escrachar» a Olguin por el acuerdo alcanzado, cuando se enteraron que los puestos del 700 no habían sido removidos (tal como había prometido el Gobierno) y que debían enfrentarse con sus compañeros por el espacio. Mariano Cipolatti, uno de los trabajadores autoconvocados, disconformes con el acuerdo, expresó que éste no es favorable para el colectivo de los artesanos. «No se pueden priorizar los 200 puestos de trabajo de una cooperativa por sobre los 600 trabajadores que estamos en estas cuadras», agregó. «Nos vemos perjudicados porque nos sacan de nuestro espacio de trabajo y dan prioridad a unas mesas de comida, sin darnos ninguna solución. Nuestra economía está basada en este lugar, hace casi 20 años», explica Martín, otro de los trabajadores de la zona.

Por su parte, Olguín replicó: «Es el tercer gobierno macrista contra el que viene luchando El Adoquín y somos los únicos que tenemos posibilidad de hacerle fuerza al GCBA: tenemos la CTEP, la herramienta de la política, la capacidad de hacer presión. De hecho, nosotros fuimos el tapón para evitar el desalojo, pero en un momento el Gobierno acumulo fuerza para ir por todos. Entonces fuimos generando canales de dialogo, impulsamos un proyecto de ley que llego a la Legislatura, trabajamos con la Iglesia para poder sentarnos con el gobierno», comenta Olguín.

A pesar de ello, muchos de los artesanos denuncian el acuerdo alcanzado entre El Adoquín, Espacio Público y la Subsecretaría de Trabajo. De hecho algunos de ellos exigieron la renuncia de la propia Olguín y señalaron que el repudio contra los miembros de la cooperativa fue generalizado. Ayer, nuevamente, muchos de elles no pudieron armar sus puestos y denunciaron la complicidad entre la cooperativa y el Gobierno de la Ciudad.

Olguin explicó que en el acuerdo «nosotros pusimos como condición que no se reprimiera ni se dejara sin trabajo a los trabajadores del 700. No permitimos infantería ni que nos desalojaran por la fuerza. El domingo anterior hicimos una asamblea, donde éramos 170 y decidimos irnos a nuestras casa. Esta vez decidimos quedarnos a trabajar en Chile», agrega Olguín y denuncia haber sufrido agresiones contra su persona y en su condición de mujer.

El conflicto sigue abierto y no parece haber una resolución a la brevedad. Los artesanos autoconvocados insisten en defender hasta las últimas consecuencias sus puestos de trabajo y la cooperativa el Adoquín insiste en que «buscan que tengamos una guerra de trabajadores contra trabajadores». La principal víctima, la cultura popular, aguarda la resolución, mientras contempla asustada, su futuro en una camioncito de FastFood.

 

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