Derecho a la ira

Relato de Chana Mamani, poetisa, migrante, militante, autora del poemario "Erótica: Yarawis Aymara"

-“¿De dónde sos?
– ¡No sos tan boliviana eh!
– Bueno pero …. vos no sos como el resto, ¿entendés?.
– ¿Por qué no se bañan?
– ¿Les gusta vivir sin luz, agua, no?
– Es una comunidad “cerrada”, humildes pero sumisos, laburantes pero toman!.
– Es cultural por eso no pierdan la objetividad.
– Son feas, sucias, olorosas!
-Por el barrio, allá a mitad de cuadra, tenes 1 taller clandestino en frente otro- ese es nuevo-, entran y salen muchos con rasgos andinos, también hay niños.
– No sé si te va la onda del lugar, onda que no pareces gay.
-Falta control!. No tengo ningún problema compartimos la vereda, el aire, van a los mismos hospitales que yo, pero que se vayan!, que los revisen en cada cuadra, en la frontera, en el hospital, no les piden nada, que les pidan algo, escuchame!. Son todos iguales,!!, lo digo por otros, vos sos la excepción, sos legal, no sos ilegal, ellos que se vayan!.
– ¿No prefiere el canasto?. Puede colocar el bolso en estos lockers. ¿Segura?, así mira tranquila, ¿ no prefiere el canasto?, bueno tal vez necesite ayuda.
-No sos igual, no te vestís igual, además estudias y se te entiende cuándo hablas, entendes?.
-Son negros!, entendes, no me refiero al color sino lo de adentro, su ALMA!”
….<>….

Y así podemos hilar un centenar de preguntas y afirmaciones que trastocan y atraviesan esito que subyace, que recorre con azote en las fronteras, las calles, se disfraza de tiza blanca en las aulas, levanta el cogote y como muralla fría y odiosa te pisotea en el laburo. Esito se vuelve sombrío en los bares, esos ojos de guardianes simulan darte una carta pues suponen rechazo.
Esito, también, se universaliza en las causas, rebeliones que solo aceptan sostener su bandera. Quedan perplejas allí en la universidad que homogeneiza y conceptualiza ese nos-otros.
Además, se reproducen usurpaciones, se tiende la mano para la compra más barata y se frunce las cejas si aparecen en las galerías de ropa. Para que negarlo, hay franeleo en las ferias pues se aspira verlas exóticas.
Hay un balbuceo de quererl*s asimilar a ese paisaje de felicidad disidente y si no hay plumaje normalizar acentuadamente la línea divisoria. Si, se asoma-sutilmente- abraza los vínculos próximos, más cerca toca la confianza, se nos mete hasta en las verduras de tu sopa. Esito son microracismos.
Y cuando se quiere el “castigo”, se envuelve, y monstruosamente aparece lo que es: racismo!.
Y… así es, existe por fuera y dentro de las sabanas, que dicho sea de paso importa que sean blancas.
¿Por qué nombrarlo con cuidado?, ¿por qué cuidarlo tanto?, ¿por qué silenciarlo es conveniente?.
Ese discurso cargado de xenofobia penetra los hábitos cotidianos y se escapa “sin querer-queriéndolo” y eructa palabras odiantes. Desatando esos nudos, si, esito esta tan arraigado, tan fibroso en nuestro lenguaje que decirlo es fuerte pero ¿y qué una niña rasgada cotidianamente por su origen, se mate ?, ¿y qué tu vecino gatille porque no le gusto el “NO” de ese pibe por suponer su origen?, ¿y qué el calor agobiante, el deterioro del tren, la deuda del FMI- factores frustrantes- solo sean testigos de un día fatal, y sea ella y su bebé los secuaces y culpables merecedores para ser arrojados por el tren y solo vibre el acto del silencio?.
Un día que compone 24 horas, más de la mitad se suda y transpiran esos movimientos del microracismo.
Apenas cierra la puerta, una vez afuera, uno, dos o incluso tres cuerpos se hacen a un lado, afilan su mirada, la “relojean” y por las dudas cruzan de vereda, ¿ por qué semejante movimiento?.
Ese bendito lenguaje codificado en sospechas peligrosas o alteraciones culposas se alojan en los cuerpos, acumulan sospechas y a veces se les punza hasta las venas. Sin embargo las sospechas cobran profundidad en esas “tajadas” que etiquetan y plantan una muralla, señala esa bendita lengua: las vidas que valen, menoscabando esa epidemia del derecho al odio y privando el habla, ese derecho a la irá.
Es fuerte, la ira vomita, actúa y transforma, y el odio actúa para gatillar, el odio aniquila.

¿Hablamos desde la irá?.

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